Las palabras “yo sé” son muy usadas en los testimonios mormones.
“Yo sé que Thomas S. Monson es un profeta”.
“Yo sé que las familias pueden ser eternas”.
“Yo sé que esta iglesia es verdadera”.
Pero les cuento algo: yo no sé ninguna de estas cosas.
No me malinterpreten. Yo creo todas estas cosas con todo mi corazón. He tenido testimonio de ellas a lo largo de mi vida. Y defenderé todas esas declaraciones con todo mi ser.
Pero no las sé.
“La fe representa nuestra respuesta considerada y elegida al universo, nuestro consentimiento de que encontramos hermoso, digno y merecedor nuestro riesgo”.
-Terryl y Fiona Givens, “The Crucible of Doubt”.
Supongo que probablemente tú tampoco sabes, no en el sentido de que sabes que el césped es verde.
No estoy hablando sobre los testimonios. Por supuesto, es importante obtener un testimonio del evangelio.
“No podemos depender de la fe y el testimonio de otros por mucho tiempo” dijo el Presidente Thomas S. Monson en un artículo de la Liahona del 2006. “Eventualmente, debemos tener nuestro propio fundamento profundamente puesto y fuerte o seremos incapaces de soportar las tormentas de la vida que vendrán”.
Y Alma explicó claramente que fortalecer nuestros testimonios es nuestra propia responsabilidad.
Alma 32:38-39 dice:
“Más si desatendéis el árbol, y sois negligentes en nutrirlo, he aquí, no echará raíz; y cuando el calor del sol llegue y lo abrase, se secará porque no tiene raíz, y lo arrancaréis y lo echaréis fuera.
Y esto no es porque la semilla no haya sido buena, ni tampoco es porque su fruto no sea deseable; sino porque vuestro terreno es estéril y no queréis nutrir el árbol; por tanto, no podréis obtener su fruto”.
Pero el saber es algo muy diferente.
No podemos saber que el Padre Celestial existe en la misma forma que sabemos que el sol existe. La mayoría de nosotros no Lo hemos visto y probablemente nunca Lo veremos en esta vida.
Eso no significa que no creamos en Él con todo nuestro corazón, y no significa que nuestra fe sea menos válida.
De hecho, la incertidumbre es una parte esencial de la vida mortal.
Ésta vida es un tiempo para “prepararnos para comparecer ante Dios”. Se supone que nos pone a prueba y nos perfecciona.
Si supiéramos que el evangelio es verdadero, escoger aceptar, creer, y seguirlo no sería una opción.
En su libro “The God Who Weeps”, Terryl y Fiona Givens dicen, “Tiene que haber razones para dudar tanto como para creer, para que realmente existan dos opciones para escoger, y así tener que decidir conscientemente entre los dos, una elección que pone más vulnerabilidad e investidura sobre el que decide”.
El hecho de que escogemos creer es una señal más firme de nuestra devoción que simplemente el hecho de saber.
Digamos que hay una madre cuyo deseo más grande es que sus hijas encuentren la herencia que ella enterró. Este tesoro no tiene precio, y la jornada requerida para conseguirlo es extremadamente peligrosa. Ella provee un mapa para que sus hijas lo puedan encontrar, pero ellas tienen que llevar a cabo la jornada por ellas mismas.
Una hermana ya ha visto el tesoro, la otra no.
Ambas hermanas tendrán que hacer la peligrosa jornada, pero sólo una tiene que tener fe de que el tesoro valdrá la pena. Sólo una tiene que confiar en su madre aún cuando el viaje se vuelva muy difícil.
¿Cuál de esas jornadas muestra más devoción a la madre?
“Ninguna relación humana tiene garantía de éxito, pero el riesgo al cual nos exponemos al amar es en una forma, una gran muestra de ese amor,” dicen los Givens en “The Crucible of Doubt”. “Es igual con la medida de nuestra fe”.
Las hermanas quizás aman igual a la madre, pero la jornada dice más sobre la hermana que nunca ha visto el tesoro.
De igual manera, nuestra jornada en la mortalidad significa mucho más cuando existe la incertidumbre.
“El llamado a creer, no es una prueba de un Dios travieso que sólo quiere ver si ‘escogemos lo correcto,’” dicen lo Givens en “The God Who Weeps”. “Es el único llamado, dado con las condiciones adecuadas, que nos permite revelar plenamente quienes somos, a qué (o a quién) más amamos, y qué es lo que más deseamos”.
Si deseas tener más seguridad sobre el evangelio o uno de sus principios, te ruego que sigas fortaleciendo tu testimonio. Sigue el consejo del Élder Jeffrey R. Holland de “mantener el progreso que ya has logrado, aún si progreso es limitado”.
Pero sé paciente contigo mismo, y recuerda que “creencia es una palabra preciosa, y es aún más preciosa como un hecho, y nunca debemos pedir disculpas por “sólo creer”.
Este artículo fue escrito originalmente por Ashley Lee y publicado en mormonhub.com con el título “Faith, Vulnerability, and Why It’s OK to Not Know”