En términos de la influencia en la civilización occidental, es difícil pensar en un libro que se sitúe por encima de la Biblia. La única interrogante es si está bien catalogar a la Biblia como libro de filosofía.
Hace unos años, cuando le pidieron a George W. Bush que nombrara al filósofo que más había influido en su vida, respondió “Jesucristo”. Esa respuesta suscitó muchas burlas.
Sin embargo, lo extraño no es su respuesta, sino la burla.
Jonathan Pennington, PhD y profesor sobre la interpretación del Nuevo Testamento en Southern Baptist Theological Seminary, se ha propuesto arreglar esta situación en su nuevo libro, “Jesús, el gran filósofo”.
Estructuralmente, el libro tiene dos partes muy diferenciadas. Comienza con el argumento propiamente dicho: la Biblia es un libro de filosofía. Cuenta con dos públicos objetivos para este argumento y debo resaltar que Jonathan hace un excelente trabajo.
En primer lugar, se propone convencer a los no cristianos de que, aunque rechacen la Biblia como la palabra revelada de Dios, debe estar en la misma estantería que Platón y Aristóteles.
Los filósofos no creen que Platón fuera Dios, pero aun así leen sus escritos para reflexionar sobre sus argumentos.
Como señala Jonathan, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento pueden y deben ser leídos por los no cristianos exactamente del mismo modo que leen “La Apología de Sócrates” o “La República”.
Por otro lado, Jonathan se dirige a los cristianos, que creen que la Biblia es la palabra inspirada de Dios, y les dice que también deberían leer a Platón y Aristóteles.
Si realmente se quiere entender lo que dice la Biblia, argumenta, hay que ver cómo se relaciona la Biblia con todas las demás grandes obras de la filosofía. La Biblia afronta los mismos problemas filosóficos que ocuparon la atención de Aristóteles.
Demasiados cristianos encuentran sorprendente esta última frase.
Jonathan se explaya bastante en esta primera parte del libro mostrando que los filósofos griegos lucharon con cuatro grandes preguntas:
1. Metafísica: ¿Cuál es la naturaleza fundamental de las cosas?
2. Epistemología: ¿Cómo sabemos lo que sabemos?
3. Ética: ¿Cómo debemos conducir nuestras vidas?
4. Política: ¿Cómo debemos organizar la sociedad?
Jonathan luego muestra que estas cuatro interrogantes también inquietaban a los diversos autores de los libros bíblicos. Además, las ideas filosóficas de los libros bíblicos son tan profundas como las de Platón o Aristóteles.
Si realmente se quiere entender la política, por ejemplo, hay que leer tanto a Aristóteles como la Biblia.
Vivimos en una época en la que tanto cristianos como no cristianos se resisten a admitir que leer tanto a Aristóteles como a Pablo es necesario para entender el mundo.
Jonathan hace un trabajo admirable mostrando a los no cristianos que vale la pena leer la Biblia y mostrando a los cristianos que merece la vale leer a Platón y Aristóteles. Sólo cabe esperar que el mensaje sea persuasivo.
Luego, Jonathan retoma tres preguntas filosóficas, y toma un par de capítulos para explorar cada tema. Primero a los escritores clásicos y luego a los escritores bíblicos.
Sus temas son el papel de las emociones, la importancia de las relaciones y la naturaleza de la felicidad.
El tema sobre las relaciones interpersonales es el mejor de todos, ya que Jonathan examina a Platón, Aristóteles, Plutarco, Epicuro y Cicerón.
Como se demuestra, las amistades no eran asuntos triviales para los griegos y los romanos, sino que se encontraban entre las relaciones más importantes, si no las más importantes, que tienen las personas.
Eran un elemento central en el debate sobre cómo llevar una buena vida. Como Jonathan señala, este énfasis en la amistad dentro de las obras antiguas resulta un poco extraño para el oído moderno.
Además, la amistad no era sólo un objeto de estudio, era el medio de estudio. ¿Dónde se iba a discutir sobre la amistad u otros temas de importancia?
El Simposio de Platón es un ejemplo maravilloso: un grupo de amigos se reúne alrededor de la mesa, bebiendo y hablando sobre la naturaleza del amor. Este tipo de reuniones eran habituales.
Los primeros cristianos también tenían una cena entre amigos y después de la cena discutían grandes verdades filosóficas. Pero los cristianos subvirtieron conscientemente esta práctica cultural de un modo crucial.
En el simposio cristiano se desalentaba la embriaguez y el objetivo era la filosofía cristiana radical en cuanto a la igualdad de todos los seres humanos.
Es decir, la mesa del Señor se convirtió en el lugar principal para manifestar la creencia filosófica del cristianismo de que la amistad real e igualitaria era posible a través de razas, géneros, etnias, clases sociales y niveles educativos. Todos los cristianos son amigos.
Con esta perspectiva, pensemos de nuevo en la amonestación de Pablo a la Iglesia de Corinto por sus prácticas en la mesa del Señor.
Todo tiene mucho sentido, los cristianos de Corinto trataban la Eucaristía como si fuera otro simposio de borrachos con sus amigos.
Pablo les dice que la amistad es mucho más, los insta a dejar la borrachera y comparte con todos porque todos son tus amigos (1 Corinto 6) . Este es un mensaje muy poderoso sobre la importancia y la naturaleza de la amistad.
Si estás fuera de la Iglesia, la lectura de la Biblia mejorará tu comprensión de las preguntas filosóficas del mismo modo que lo hace la lectura de Platón. Si estás dentro de la Iglesia, leer a los escritores clásicos de la filosofía mejorará tu comprensión del cristianismo.
Fuente: Circe Institute