Todos nosotros, en un momento u otro, experimentamos decisiones equivocadas, la pérdida de un ser querido, el rechazo o incluso la traición.
Como parte de nuestro estado mortal, estamos sujetos al dolor, la enfermedad, la felicidad, la ira y la tristeza. Sin embargo, incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas todavía hay esperanza en un mañana más brillante.
Independientemente de las circunstancias que hayamos tenido en nuestras vidas, estas sirven como experiencias de aprendizaje, oportunidades de mejora e incluso inspiración para ayudarnos a creer que hay más en la vida.
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A veces nos detenemos o no podemos superar nuestro pasado y, como resultado, vivimos con temor y desánimo. Si nos mantenemos en este camino, perdemos oportunidades para ser felices, confiar de nuevo, trabajar duro, soñar e incluso cambiar.
Es en este momento en el que el adversario intenta aprovechar nuestra debilidad. Debemos tener cuidado porque él nos hará creer que no tenemos esperanza, que estamos solos y que no tenemos escapatoria.
Hay una historia de un joven que, junto con su prometida, tuvo un trágico accidente una semana antes de su boda. El accidente causó la muerte del amor de su vida. El día que supo de su muerte, sintió que también había muerto.
Los sueños se hicieron añicos y la esperanza se convirtió en un gran vacío. No había tiempo en que no se culpara a sí mismo por lo que sucedió. Nunca tuvo un día en el que no lamentara y sintiera ganas de llorar.
Después de un año, recibió una llamada de los padres de su prometida. Lo animaron a seguir con su vida. Le dijeron que se diera la oportunidad de ser feliz, abrir un nuevo capítulo y comenzar de nuevo.
Le dieron palabras de esperanza y coraje para superar el temor y la ira que sentía. Su familia había orado para que tuviera la fuerza para superar sus sentimientos de soledad y tener fe en Dios nuevamente.
A menudo, como seres humanos, tenemos temor a los cambios que pueden ser difíciles o desgarradores. Pero, el Señor tiene Sus propios propósitos.
No es fácil y sería aún más difícil sin nuestra comprensión y fe en la expiación del Salvador. Nuestro testimonio y comprensión del evangelio de Jesucristo nos traerá luz y dirección incluso durante las horas más oscuras de nuestra vida.
Sigamos aferrándonos a Sus grandes promesas. Es por nuestro propio bien y es solo por un breve momento. Oro para que este joven pueda encontrar el camino de regreso a nuestro Padre Celestial mientras aprende a someterse a la voluntad del Señor, incluso como un niño pequeño.
El élder Neal A. Maxwell dijo lo siguiente con respecto a la esperanza:
“En la geometría de la teología restaurada, la esperanza tiene una circunferencia mayor que la fe. Si la fe aumenta, el perímetro de la esperanza se ensancha en forma proporcional […] La esperanza es una expectativa basada en la realidad, que se convierte en determinación, la determinación de no sólo sobrevivir, sino de sobrellevar bien lo que sea hasta el fin”.
La esperanza nos mantiene comprometidos. Agregó:
“La esperanza sincera es indispensable para que seamos más afectuosos, aunque el amor de muchos se enfríe; más misericordiosos, aun cuando nos interpreten mal o digan lo que no es; más santos, aun cuando el mundo madura en la iniquidad; más corteses y pacientes en el mundo que es áspero y frío; y más llenos de esperanza en el corazón, aun cuando el corazón les falle a muchos otros”.
“Sea cual sea nuestro surco, debemos ‘arar… con esperanza’, sin mirar atrás ni permitir que el ayer destruya el mañana”.
Oremos fervientemente cada día para tomar la decisión de seguir adelante con fe, con un fulgor perfecto de esperanza. Aceptemos el desafío que nos dejó el profeta Thomas S. Monson de mirar el faro del Señor. Porque “el faro del Señor envía señales que fácilmente se pueden reconocer y que nunca fallan”.
Esta es una traducción del artículo que fue escrito originalmente por Belle y fue publicado en faith.ph con el título “Hope For A Brighter Tomorrow”.