Si bien muchos jóvenes no han encontrado consuelo en la religión organizada durante la pandemia de COVID-19, una nueva investigación sugiere que este podría ser un momento para que los líderes religiosos se conecten con la Generación Z.
Mientras muchos jóvenes se encontraban en casa, Tiziana Friedman, de 24 años, pasó la primera mitad de la pandemia de COVID-19 trabajando en una sala de emergencias en Albuquerque, Nuevo México.
Como mujer judía, encontraba el trabajo satisfactorio desde una perspectiva religiosa, pero, como una persona de color, estaba preocupada por la forma en que se trataba a las personas negras y morenas en el hospital.
“No tuve una crisis de fe, sino una crisis de fe en la humanidad”, dijo.
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Cuando una condición médica le impidió regresar a la sala de emergencias, Friedman la aprovechó como una oportunidad para cambiar de rumbo. Volvió su trabajo hacia organizaciones religiosas.
Friedman, que se describe a sí misma como judía “por elección”, encontró trabajo en Dimensions, una organización judía sin fines de lucro que brinda capacitación en diversidad, igualdad e inclusión, y en la Federación Judía, una organización que tiene como objetivo ayudar a la comunidad judía global.
Ambas posiciones laborales han profundizado su conexión con la comunidad judía, dijo, afirmando su lugar en ella.
“De alguna manera extraña, mi concepto de Dios se ha vuelto aún más abstracto [durante la pandemia], pero mi espiritualidad se ha fortalecido gracias a Él, a las personas de las que me he rodeado y el trabajo significativo que he estado haciendo”, expresó.
Nuevos datos del Instituto de Investigación Springtide demuestran que Friedman no fue la única miembro de la Generación Z, definida como aquellos que actualmente tienen entre 13 y 25 años, en busca de una conexión espiritual durante el año pasado.
Sin embargo, ella fue una de las pocas que pudo encontrarla.
El estudio mostró que, si bien el 44% de la Generación Z optó por buscar servicios religiosos o espirituales virtuales el año pasado, solo una pequeña minoría encontró esperanza o gozo en ellos.
Casi la mitad de los miembros de la Generación Z informaron sentirse aislados y solos durante la pandemia, incluso cuando vivían con compañeros de cuarto.
Además, solo el 10% de los jóvenes dijo que un líder religioso se ha contactado con ellos de manera personal desde que comenzó la pandemia, informó Springtide.
Estos hallazgos sugieren que en este momento de crisis hay una oportunidad para que los líderes religiosos se acerquen a la Generación Z. Es una oportunidad que pocos líderes han aprovechado hasta ahora.
“Muchas organizaciones no tienen idea de lo que están haciendo con los adultos jóvenes. No tienen ni idea”, dijo Friedman.
Ella, otros miembros de la Generación Z, así como los investigadores religiosos, argumentan que la forma en que los grupos religiosos se conectan con los jóvenes debe cambiar.
“Nuestra espiritualidad se ve muy diferente a las generaciones anteriores a nosotros. No significa que nos estemos volviendo menos espirituales, quizás menos religiosos, pero definitivamente no menos espirituales, y pienso que eso es algo que es difícil de entender para las generaciones mayores”.
La brecha de la empatía
Desarrollar comprensión es exactamente la razón por la que el Instituto de Investigación Springtide se embarcó en su nuevo estudio, dijo Josh Packard, sociólogo y director ejecutivo del instituto.
Él explicó que en ocasiones existe una “brecha de empatía” en la forma en que los adultos mayores, incluidos los líderes religiosos, se relacionan con aquellos de 25 años o menos.
Packard espera que la investigación ayude a los adultos mayores a tener una idea de cómo la Generación Z está experimentando la pandemia.
“Los adultos quieren volver a la normalidad porque para ellos es posible hacerlo. Pero para los jóvenes, estas no son cosas a las que podrán regresar… Estas son cosas que simplemente se perdieron. No van a volver a graduarse. Su graduación simplemente ya pasó”.
También es importante recordar que los jóvenes de hoy son ampliamente diversos en sus orígenes y experiencias, expresó Packard. Se tiene que ir más allá de la investigación y conocerlos a nivel individual.
“El camino para comprender a cualquier joven de 13 a 25 años no es comprenderlo por su segmento demográfico, sino por quiénes son como persona, mediante sus relaciones.
A diferencia de las generaciones anteriores, que dependían de una institución o figura de autoridad para comprender el mundo, ellos realmente confían en las relaciones que tienen con otras personas”.
Las relaciones de los jóvenes pueden ayudar a las instituciones religiosas a superar la desconfianza hacia las instituciones, algo que se ha estado reforzando desde la década de 1970.
Cuando el Instituto de Investigación Springtide le pidió a los jóvenes que calificaran cuánto confiaban en las diferentes instituciones, en una escala del 1 al 10, “ninguna obtuvo una clasificación más alta que 5.2. Las instituciones religiosas están en el medio del grupo”, compartió Packard.
La desconfianza no se extiende necesariamente a las personas de esa institución. Si bien es posible que los jóvenes nunca lleguen a amar las iglesias, eventualmente podrían “poner su fe en las personas que están afiliadas a una de ellas”.
“Las instituciones tienen que adaptarse”
Friedman expresó que ha visto el poder de las relaciones en su propia vida, así como el valor de las oportunidades que brinda el voluntariado basado en la fe.
Una de las formas en que ha fortalecido su vida espiritual fue al relacionarse con Moishe House, que brinda una vida comunitaria para los jóvenes judíos, así como actividades sociales y educativas que no son abiertamente religiosas.
Moishe House “existe prácticamente para adultos jóvenes, jóvenes millennials y miembros de la Generación Z que desean participar pero no acuden en masa a una sinagoga”, dijo Friedman.
Señalando el hecho de que hay rabinos en el personal de Moishe Houses, agrega que incluso la posición de los líderes religiosos debe reconsiderarse si es que las instituciones religiosas desean conectarse con más jóvenes.
La investigación sugiere que los líderes religiosos deberían, de hecho, pensar en hacer algo que vaya mucho más allá de los muros de sus instituciones, dijo Packard, y señaló que, en medio de la pandemia, muchos miembros de la Generación Z encontraron alegría y esperanza en el aire libre.
Para mejorar su alcance a los jóvenes, las instituciones religiosas deben brindar oportunidades para que los jóvenes, así como los miembros de las generaciones mayores, puedan “vivir sus valores”, dijo Richard Flory, director de investigación del Centro de la Universidad del Sur de California.
Los grupos religiosos también deben ser conscientes del deseo de la Generación Z de mirar a su interior “para crecer como personas”, expresó Flory.
“Las instituciones tienen que adaptarse a ese hiperindividualismo… La mayoría de los jóvenes no están en búsquedas espirituales. Para aquellos “que todavía están espiritualmente activos y en una búsqueda… [esta] no es una búsqueda espiritual, es una búsqueda personal”.
Si bien Tiziana Friedman actualmente está afiliada a una sinagoga, pero solo porque se casó allí recientemente, dijo entre risas, no asiste regularmente a los servicios de adoración. Su judaísmo se manifiesta de otras formas.
“No vivimos el judaísmo de la misma manera que nuestros padres y abuelos lo viven y creo que eso es algo difícil de entender para las generaciones mayores”.
Si bien Friedman ve la pandemia como una oportunidad de oro para que los líderes religiosos prueben nuevas formas de llegar a los jóvenes, muchos jóvenes “no confían en que los adultos mayores puedan realmente comprender lo que pasan”.
Fuente: Deseret News