“La Generación Z está ansiosa por tener un compromiso espiritual, pero la forma en que lo manifiesta podría cambiar la adoración convencional”.
Con los servicios religiosos que se llevan a cabo de manera online, este podría parecer un momento para que los jóvenes de la era digital, como la Generación Z, se adentren en la corriente de la fe. Pero los nuevos datos sugieren que está sucediendo lo contrario.
Pew Research Center informa que las personas menores de 30 años son los menos propensos a conectarse a un servicio de adoración virtual.
De manera similar, los nuevos datos muestran que antes de la pandemia, los jóvenes de 13 a 17 años asistían a servicios religiosos en persona a un ritmo similar al de sus padres, pero era mucho menos probable que oraran.
Los investigadores, sin embargo, sostienen que las encuestas sobre creencias religiosas a menudo hacen las preguntas incorrectas para medir la fe de los jóvenes y adultos jóvenes.
Dicen que la Generación Z, un grupo de personas nacidas a partir del año 1997 en adelante, está ansiosa por el compromiso espiritual, pero la forma en que se manifiesta podría confundir las ideas convencionales sobre la adoración.
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Los jóvenes no se están “volviendo más o menos religiosos”, dijo Elizabeth Drescher, profesora de religión en la Universidad de Santa Clara y autora de “Choosing Our Religion: The Spiritual Lives of America’s Nones”. “Se están volviendo religiosamente diferentes”.
Algunos también dicen que la falta de afiliación de la Generación Z y las bajas tasas de participación en línea pueden entenderse no como una crisis, sino como una oportunidad para que los líderes religiosos reconsideren la forma en que una persona participa de la Iglesia, no solo para los jóvenes sino para todos.
Asistencia sin oración
Si bien la asistencia a la iglesia es similar entre los adultos y sus hijos adolescentes, sus sentimientos en cuanto a la religión organizada difieren. Alrededor del 43% de los padres dijeron que la religión es “muy importante” en sus vidas, mientras que solo el 24% de los adolescentes respondió lo mismo.
Cuando se les preguntó sobre la oración diaria, el 27% de los adolescentes informó que la hacían en comparación con el 48% de los padres.
Entonces, si bien los adolescentes pueden asistir con sus padres a la iglesia, su bajo índice de oración, y los relativamente pocos que califican la religión como “muy importante”, sugieren que tal vez no estén aceptando la adoración formal.
También señalaron que una caída en la observancia religiosa es típica cuando los hijos abandonan el nido y, por lo tanto, el grupo de edad encuestado, de 13 a 17 años, puede cambiar sus prácticas cuando dejan sus hogares.
Espiritualidad y protesta
Aquellos que trabajan de cerca con adolescentes y adultos jóvenes dicen que la generación Z tiene la misma inclinación espiritual que las generaciones mayores.
La última investigación de Pew apunta en esa dirección con 8 de cada 10 adolescentes que informan que creen “en Dios o en un espíritu universal” y el 77% dice que sienten un “fuerte sentido de gratitud” más de una vez al mes.
Al considerar la religiosidad de la Generación Z, las personas tienen que cambiar su comprensión de lo que constituye una práctica espiritual, expresó Drescher, incluidas las muestras de expresión que a menudo se pasan por alto en las “indicadores basados en la afiliación” de las encuestas comunes.
Aunque la mayoría de los estudiantes de la profesora Drescher “se identifican como no religiosos, todavía buscan estructuras sociales para expresar la cohesión comunitaria y los valores e historias compartidos que crean un significado compartido”.
Muchos de los estudiantes de Drescher han descubierto en el movimiento “Black Lives Matter” sentimientos de espiritualidad al igual que en otras causas de justicia social. “[Ellos forman] parte de algo que trasciende, que es más grande que uno mismo”, compartió.
Drescher dice que la participación de los jóvenes en el movimiento “Black Lives Matter” proviene de un “hambre moral y ética” y son las redes sociales que también alimentan y amplifican esa hambre.
Pero si el movimiento BLM fracasa, ¿a dónde llevará la Generación Z esa hambre de comunidad y valores compartidos y sustento espiritual?
Drescher no cree que la búsqueda de la justicia social, racial y económica termine pronto. Los “abusos morales” de nuestra cultura, que se hacen visibles en las redes sociales, continuarán sacando a los jóvenes a las calles.
Cambiando a la comunidad
La forma en que los jóvenes se involucran, o no, en este tiempo de comunicación virtual nos lleva a problemas más importantes, problemas que las iglesias deberían estar afrontando en este momento, según la Dra. Heidi Campbell, profesora de medios y religión en la Universidad de Texas A&M.
A medida que las instituciones religiosas se apresuraban a conectarse cuando comenzó la pandemia, muchos líderes religiosos asumieron que todo estaría bien con una versión virtual de su servicio de adoración.
Como resultado, las personas se sintieron “desconectadas”, expresó Campbell. “El hecho de que se usen las redes sociales no significa que aumente la interacción social en el espacio”.
Los líderes religiosos tienen que “entablar una comunidad que integre la tecnología”, continúó. “Tener reuniones en línea, o sin esta, no significa que tengan una comunidad”.
Y eso parece ser lo que falta para traer a la Generación Z al redil: comunidad, participación, conexión.
Este tiempo presenta una oportunidad para repensar todo ello. Las instituciones religiosas deberían, según Campbell, “probar nuevas formas de congregarse y probar nuevas formas de reunirse… [incluidos] grupos pequeños para conversar sobre los servicios ya sea por internet o por teléfono”.
En ese modelo, el enfoque no se centra en un pastor o un evento. Más bien, el sermón “se convierte en un punto de conversación” para edificar y fortalecer a la comunidad.
La meta de cada organización religiosa, no debería solo cubrir una necesidad superficial, sino una necesidad espiritual. Estar aislados socialmente, pero conectados espiritualmente.
Fuente: deseret.com