La ley de castidad, al igual que todos los mandamientos, tiene como propósito brindarnos las máximas bendiciones y la felicidad plena gracias al cuidado del cuerpo que tenemos.
Este hermoso don, nuestro templo y cuerpo, considerado como uno de los más preciados, puede ser fácilmente dañado.
En este artículo verás 5 bendiciones que nacen como fruto de la vivencia y el amor a la ley de castidad que los líderes de la Iglesia han compartido.
Élder D. Todd Christofferson
El élder D. Todd Christofferson, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde 2008, compartió durante la conferencia general de octubre de 2013:
“En calidad de abuelas, madres y modelos a seguir, las mujeres han sido las protectoras de la fuente de vida al enseñar a cada generación la importancia de la pureza sexual, la castidad antes del matrimonio y la fidelidad dentro de él. De ese modo, han sido una influencia de refinamiento en la sociedad, han sacado a relucir las mejores cualidades de los hombres y han perpetuado ambientes sanos en los cuales criar a hijos saludables y protegidos.
Mientras que antes las normas más elevadas de la mujer exigían compromiso y responsabilidad por parte de los hombres, ahora se tienen relaciones sexuales sin remordimiento, familias sin padre y pobreza en aumento. La igualdad en cuanto a la promiscuidad simplemente despoja a las mujeres de su influencia moral y degrada a toda la sociedad”. (La fuerza moral de la mujer)
Susan W. Tanner
Susan W. Tanner, quien fue presidente general de las Mujeres Jóvenes de 2002 a 2008, enseñó durante la conferencia general de octubre de 2005:
“¿Qué ocurriría si en verdad tratásemos el cuerpo como a un templo? Los resultados serían un impresionante aumento en la castidad, en el recato, en el guardar la Palabra de Sabiduría, y una disminución similar en los problemas referentes a la pornografía y el maltrato, porque consideraríamos el cuerpo como un templo, como un santuario sagrado del espíritu. De la misma forma, como ninguna cosa impura puede entrar en el templo, estaríamos alertas para evitar que cualquier impureza entrase en el templo de nuestro cuerpo.
De la misma forma, mantendríamos el exterior de nuestro templo corporal limpio y hermoso para reflejar la naturaleza sagrada y santa de lo que hay dentro, así como la Iglesia lo hace con sus templos. Debemos vestirnos y actuar de manera que refleje el sagrado espíritu que mora dentro de nosotros”. (La santidad del cuerpo)
Élder David A. Bednar
El élder David A. Bednar, miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles desde 2004, compartió un conmovedor discurso en la conferencia general de abril de 2013:
“El plan del Padre permite que Sus hijos e hijas procreados en espíritu obtengan cuerpos físicos, adquieran experiencia terrenal y progresen hacia la exaltación.
Por tanto, el matrimonio entre un hombre y una mujer es el medio autorizado por el cual los espíritus premortales entran en la mortalidad. La abstinencia sexual absoluta antes del matrimonio y la total fidelidad dentro de él protegen la santidad de este medio sagrado.
Además se nos promete que, al seguir el camino de la virtud, “el Espíritu Santo será [nuestro] compañero constante”. Así, el vivir la ley de castidad da lugar a algunas de las bendiciones más grandes que los hombres puedan recibir en la vida terrenal: la confianza espiritual apropiada en la presencia de familiares, amigos, miembros de la Iglesia y, finalmente, del Salvador.
Nuestro anhelo innato de pertenencia se satisface mediante la rectitud, al caminar en la luz con esperanza. Les prometo que la obediencia a la ley de castidad aumentará nuestra felicidad en la vida terrenal y hará posible nuestro progreso en la eternidad. La castidad y la virtud son, siempre han sido y siempre serán “más [caras] y [preciosas] que todas las cosas”. (Creemos en ser castos)
Elaine S. Dalton
Elaine S. Dalton, presidenta general de la Mujeres Jóvenes de 2008 a 2013, compartió un hermoso discurso durante la conferencia general de abril de 2013:
“Una vez más, repito mi pedido de que regresemos a la virtud. La virtud es la fortaleza y el poder de las hijas de Dios. ¿Cómo sería el mundo si la virtud —un modelo de pensamientos y de conducta basado en elevadas normas morales— fuera reinstaurada en nuestra sociedad como el valor más preciado?
Si la inmoralidad, la pornografía y el maltrato disminuyeran, ¿habría menos matrimonios destrozados, vidas estropeadas y corazones heridos? ¿Ennoblecerían y elevarían los medios de comunicación a las valiosas hijas de Dios en vez de tratarlas como un objeto y degradarlas?
Si toda la humanidad realmente comprendiera la importancia de las palabras “Somos hijas de un Padre Celestial”, ¿cómo tratarían y considerarían a las mujeres?” (Somos hijas de un Padre Celestial)
Élder Jeffrey R. Holland
El élder Jeffrey R. Holland, quién fue ordenado como miembro del Cuórum de los Doce Apóstoles en 1994, discursó y compartió el siguiente mensaje durante la conferencia general de octubre de 1998:
“Desde el Jardín de Edén en adelante, se tuvo el propósito de que el matrimonio significara la completa unión de un hombre y una mujer: sus corazones, esperanzas, vidas, amor, familia, futuro, todo. Adán dijo que Eva era hueso de sus huesos y carne de su carne, y que serían “una sola carne” durante su vida juntos. Esa unión es tan completa que nosotros utilizamos la palabra “sellar” para expresar su promesa eterna. El profeta José Smith dijo una vez que quizás podríamos interpretar ese versículo sagrado como el eslabón “conexivo” del uno con el otro.
Sin embargo, esa unión total, ese compromiso inquebrantable entre un hombre y una mujer, sólo se obtiene por medio de la proximidad y la permanencia que proporciona el convenio matrimonial, con promesas solemnes y la consagración de todo lo que poseen: el corazón y la mente mismos, todos sus días y todos sus sueños”. (La Pureza Personal)