En un evento de las Naciones Unidas el 6 de marzo de 2013, la primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro y directora de “Latter-day Saint Charities”, Sharon Eubank, se dirigió un pequeño grupo de personas para hablar sobre la importancia del servicio que realiza cada miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
Para enfatizar su punto compartió la obra realizada hace más de 150 años por las mujeres de la Iglesia.
Para 1870, muchos de los Santos que residían en Salt Lake se vieron afectados por todo tipo de enfermedades, entre las cuales fueron la influenza, la viruela, el sarampión, la diarrea y la neumonía. Otra carencia de la época fue la falta de parteras, lo que contribuyó a la alta tasa de mortalidad infantil.
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La presidenta general de la Sociedad de Socorro de ese tiempo, la presidenta Eliza R. Snow, con la aprobación del presidente Brigham Young, pudo enviar a 6 hermanas al este de los Estados Unidos para que pudieran adquirir conocimientos en la medicina y luego poder impartir lo que aprendieron.
Una de aquellas jóvenes fue Ellis Shipp. Cuando obtuvo su grado académico en medicina se convirtió en una de las importantes parteras entre los Santos, con su labor logró traer cinco mil bebés al mundo.
La hermana Eubank prosiguió a mostrar una foto sencilla de Ellis Shipp.
“No se ve [como una persona] extraordinaria”, dijo la hermana Eubank. “Parece una mujer común y corriente del año 1879, pero hizo cosas extraordinarias durante ese tiempo”.
La lección que la hermana Eubank quería compartir fue que todos nosotros, aun en donde nos encontramos, podemos hacer cosas importantes, para Dios somos personas ordinarias haciendo cosas extraordinarias.
Otro ejemplo de sencillez fue la hermana Emmeline B. Wells, la quinta presidenta general de la Sociedad de Socorro de la Iglesia. Ella fue una mujer muy influyente, fue una activista de los derechos de la mujer, trabajó para que sea posible el sufragio de las mujeres en Estados Unidos, entre muchos otros logros.
La segunda presidenta general de la Sociedad de Socorro de 1880 a 1887, fue la hermana Eliza R. Snow. Ella fue una poderosa oradora y poetiza.
A pedido de Brigham Young, viajó por todo el estado de Utah para ayudar a los obispos a organizar la Sociedad de Socorro en cada ciudad. Fue ella quien testificó que la nueva organización de la Iglesia “perfeccionaría y elevaría” a las mujeres Santos de los Últimos Días.
Durante el evento sobre la “Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer”, la hermana Eubank compartió con una escritora de opinión, Sarah Jane Weaver, la razón por la que la Iglesia es incluida en eventos junto con otras organizaciones humanitarias y caritativas, y el porqué se nos impulsa a servir a nuestro prójimo.
“Cada miembro de la Iglesia hace un convenio en el bautismo de que servirán a los necesitados, que llorarán con los que lloran. Hay personas en todo el mundo que buscan las mejores formas de guardar ese convenio, sean cuales sean sus circunstancias”.
La primera consejera de la presidencia general de la Sociedad de Socorro dijo que todos tenemos algo que ofrecer y que compartir sin importar nuestras circunstancias.
El trabajo humanitario, o el servicio significativo hacia los demás, es “una forma de alcanzar ese objetivo”, de lograr establecer relaciones interpersonales, de entender que somos lo suficientemente buenos como para participar de la obra, que podemos ser las manos de Dios sobre la tierra.
“Si trabajamos juntos, podremos cambiar las cosas, podremos hacer algo para mejorar nuestra comunidad”, expresó la hermana Eubank.
Así fue como la presidenta Eliza R. Snow trabajó con los obispos para organizar la Sociedad de Socorro, cómo Ellis Shipp capacitó a las hermanas para dar a traer al mundo a miles de bebés de manera segura y cómo Emmeline B. Wells se convirtió en un personaje primordial en el sufragio para las mujeres.
Y así es como la Iglesia de hoy, formada por personas comunes y corrientes, que algunos llamarían ordinarias, está logrando cosas extraordinarias.
Fuente: ChurchNews