Este artículo es una adaptación del libro “Rock Solid Relationships“, escrito por la Hermana Wendy Watson Nelson
En el libro de Génesis, el objetivo de Lot era alejarse de la iniquidad en la ciudad de Sodoma y de la inminente destrucción de ese pueblo para poder seguir adelante con su vida.
El mandato del Señor para asegurar el éxito de Lot fue “no mires atrás” (Génesis 19:17).
Si nuestra es meta es seguir adelante, entonces podemos seguir el ejemplo de Lot y su familia y no caer en la tentación de mirar hacia atrás, a lo que hacíamos en el pasado.
Estas tentaciones pueden ser aquellas que hemos enfrentado personalmente o que pueden venir de las tentaciones de los amigos y familiares.
Si nos tomamos en serio avanzar en nuestras vidas y crear relaciones más sanas, entonces haríamos bien el “no mirar atrás”.
En lugar de voltear y mirar lo que dejamos en el pasado, es tiempo de mantener la mirada en el presente y con un fulgor lleno de esperanza para el futuro.
“Espera, ¿acaso no es bueno mirar atrás?”
¡Claro que sí! Cuando hablamos de quedarse atrapado en el pasado, se tratan de los momentos que no nos han hecho crecer, de los malos recuerdos. Hay momentos en nuestra vida que pueden darnos el valor y la fuerza para seguir adelante.
Una nueva perspectiva
Mirar hacia atrás puede ser provechoso sí y solo sí nos brinda una nueva perspectiva.
El ángel que le llamó la atención a Alma hijo hizo justamente eso con su invitación:
“Ve, y recuerda la cautividad de tus padres en la tierra de Helam y en la tierra de Nefi; y recuerda cuán grandes cosas él ha hecho por ellos” (Mosíah 27:16)
En este caso, mirar hacía atrás le dio a Alma una visión del poder de Dios, aunque de manera inconsciente que pronto se le mostraría.
A veces hay algo escondido en el pasado incluso en un pasado “abominable”.
Mientras que el Señor le dijo a Lot que no mirará hacia atrás en Sodoma, Dios le dijo a Lehi y su familia que regresaran a Jerusalén, una ciudad que también estaba esperando la destrucción debido a la maldad e incredulidad de las personas.
Suena como un escenario similar ¿no es así? Entonces, ¿por qué el Señor da órdenes diferentes?
Las diferencia de estas dos situaciones puede explicarse como lo que existía en estas dos ciudades.
Por un lado en Sodoma, solo había más y más corrupción, por otro lado, en Jerusalén, a pesar de la corrupción, estaban las planchas de bronce que contenían la historia familiar de Lehi y las revelaciones del Señor.
Dejar atras el pasado
Es lo mismo que sucede en nuestras vidas y relaciones personales, habrá momentos en que mirar atrás a un pasado “abominable” nos permita reconocer las cualidades y capacidades preciadas o desconocidas en nosotros mismos o nuestros seres queridos.
Cuando el Señor nos dice que no va a recordar más nuestro pasado, es porque de hecho lo borrará para que no haya nada que recordar.
Así como el Señor destruyó toda maldad en Sodoma, con Su poder expiatorio puede borrar todo el pecado y la iniquidad de nuestras vidas y de nuestros seres queridos.
Si la ciudad de Sodoma ha desaparecido, entonces nuestros pecados, errores e insuficiencias pueden desaparecer.
Fuente: LDS Living
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