Tengo un hijo de dos años. Lo amamos, pero quedarse en un solo lugar es lo que menos le gusta. Sentarse en un duro banco de la capilla durante 45 minutos es como pedirle que con un salto llegue a la luna.
Sé que no somos los únicos que pasan por esto. Estoy segura de que a la mayoría de los niños pequeños les cuesta encontrar algo “divertido” en las reuniones sacramentales: ¿Dónde están los colores brillantes, las canciones divertidas o los amigos de dibujos animados?
Con eso en mente, aquí les comparto 4 consejos sencillos que les ayudarán a mantener a su hijo pequeño entretenido durante las reuniones sacramentales.
1. Estar preparados para todo
Antes de salir de la casa, reviso que mi bolsa tenga todo lo que necesitaré. Cuentos, libros para colorear, juguetes pequeños y un pequeño refrigerio, es decir, todo lo necesario para mantener a mi hijo ocupado durante la reunión sacramental.
He visto que otras familias de nuestro barrio llevan calcomanías, bloques, tableros llenos de actividades, cuentos y rompecabezas.
Si están dispuestos a darle su teléfono o tableta, la aplicación Gospel for Kids también tiene páginas de libros digitales para colorear e historias ilustradas de las Escrituras, perfectas para los más pequeños.
Junto a mi esposo hemos descubierto que, a veces, la novedad de tener la oportunidad de jugar o leer algo una vez a la semana mantiene la atención de nuestro hijo por un tiempo más prolongado.
Mi única observación para esto es que deben asegurarse de que las actividades no sean ruidosas, procuren quitarle las baterías a los juguetes si es que utilizarán uno.
2. Hagan énfasis en la importancia de la Santa Cena
No es realista pensar que tu hijo se sentará sin moverse y escuchará atentamente durante toda la reunión sacramental. Creo que María y José pudieron haber tenido el único niño capaz de hacerlo.
La mayoría de los niños pequeños puede aprender a sentarse en silencio durante las dos breves oraciones de la Santa Cena. Podemos enseñarle a nuestros hijos sobre la reverencia, hablarles sobre la Santa Cena. En mi caso, siento a mi hijo en nuestro regazo y le pido (o lo ayudo) a cruzar los brazos para las oraciones.
En la medida de lo posible, mi esposo y yo tratamos de mantenerlo allí mientras le hablamos sobre los jóvenes que están repartiendo el pan y el agua a los miembros de nuestro barrio, le susurramos historias sobre Jesús o le cantamos una canción de la Primaria al oído.
Seré honesta, es probable que después de 30 segundos mi hijo quiera bajarse de mi regazo o empiece a moverse, pero tengo la esperanza de que un día mejorará y aprenderá a reconocer la importancia de participar de la Santa Cena todas las semanas.
A medida que los niños crecen y se vuelven un poco más pacientes, como padres podemos considerar postergar actividades adicionales o tiempo de juego hasta después de repartir la Santa Cena para enfatizar su importancia y naturaleza sagrada.
3. Pidan ayuda
Cuando mi esposo estaba en el obispado y no se sentaba con nosotros los domingos, había un joven muy amable que se colocaba al final del banco para evitar que mi hijo se escapara.
Ahora, afortunadamente, tenemos amigos increíbles y miembros que piensan que nuestro hijo es demasiado adorable y han estado más que dispuestos a compartir algún juguete con él o bloquear sus posibles puntos de “escape”.
Hemos descubierto que no importa cuántos juguetes o libros traigamos de la casa, siempre son más emocionantes cuando un nuevo amigo (que no sea mamá o papá) juega con él.
Dicho esto, obviamente, debemos ser respetuosos con los deseos de los otros miembros del barrio; no debe ser algo que se espera de ellos ni tampoco deseamos interrumpir su momento en la capilla. Asimismo, es muy probable que ellos deseen ayudarles porque han pasado por lo mismo o porque les encantan los niños.
4. No tengan miedo ni vergüenza de salir al pasillo
No hay nada de malo en llevar a su hijo al pasillo. Permítanme decirlo de nuevo: no hay nada de malo en llevar a su hijo al pasillo.
A veces hay que hacerlo. A veces es mejor para la cordura y la felicidad de todos, incluidos su cónyuge, sus pequeños y los miembros del barrio. No debería causarnos vergüenza, y nadie a su alrededor los puede juzgar por ello.
Es maravilloso e importante que los niños pequeños aprendan a sentarse en silencio en una reunión de adultos aparentemente aburrida, pero eso no sucederá de la noche a la mañana.
Lo importante es que sigan intentándolo. Como la mayoría de los desafíos en la vida, será más fácil de llevar con el tiempo. Al traer a su hijo pequeño a la Iglesia, le están enseñando buenos hábitos y prioridades desde una edad temprana.
Tal vez sea un esfuerzo adicional, pero el Padre Celestial les bendecirá por sus esfuerzos y magnificará sus habilidades al ejercer paciencia y enseñar a sus hijos a obedecer los mandamientos.
Fuente: LdsLiving