El sacrificio no se trata de pagar un precio para obtener la salvación, sino que implica vivir según los mandamientos del Señor y estar más cerca de Él.
Cada sacrificio que realizamos debe ser considerado como un acto de amor y devoción a nuestro Padre Celestial y nuestro prójimo.
Como Santos de los Últimos Días atravesamos sacrificios que pueden implicar alejarnos de lo que más queremos.
Como fue el caso de un oficial naval de Asia, un joven brillante que fue a los Estados Unidos para recibir entrenamiento.
Durante su tiempo de preparación, conoció a grandes personas, cuyo comportamiento le llamó la atención. Estas personas compartieron con él sus creencias religiosas.
A pesar de que no era cristiano, él demostró interés por el Salvador y todo lo que hizo por la humanidad.
Tiempo después, le enseñaron acerca de la aparición de Dios y Su hijo Jesucristo al joven José Smith.
Estas grandes enseñanzas hicieron que el Espíritu tocara su corazón y tomo la decisión de bautizarse.
Semanas antes de que regresara a su tierra natal, él conoció al presidente Gordon B. Hinckley y pudieron hablar sobre cómo él se convirtió al evangelio. El presidente preguntó lo siguiente:
“Tu nación no es cristiana. Vienes de un lugar donde los cristianos han pasado momentos difíciles. ¿Qué sucederá cuando regreses a casa siendo cristiano y, específicamente, como un cristiano Santo de los Últimos Días?”
Con pena, respondió:
“Mi familia se llevará una gran desilusión. Supongo que me rechazarán; me darán por muerto. En cuanto a mi futuro y mi carrera, asumo que todas las oportunidades se desvanecerán para mí”.
El presidente agregó: “¿Estás dispuesto a pagar un precio tan alto por el evangelio?”
Entre lágrimas el joven respondió: “Es verdadero, ¿no es así?”
Avergonzado de haberle hecho la pregunta, el presidente dijo: “Sí, es verdadero”.
A lo que él respondió: “Entonces, ¿qué más importa?”
Si es verdad, ¿qué más importa?
A este joven no le importaron las consecuencias que vendrían al aceptar el evangelio. Solo aceptó el amor de nuestro Padre Celestial.
Este joven comprendió todo lo que hizo Jesucristo por él y por toda la humanidad. Por medio de Su sacrificio, él encontró paz, amor y devoción a Dios y los demás.
“Todos tenemos cosas, grandes y pequeñas, que debemos sacrificar a fin de seguir a Jesucristo más plenamente. Nuestros sacrificios demuestran lo que valoramos realmente. Los sacrificios son sagrados y el Señor los honra” –Dieter F. Uchtdorf