Cuando me di cuenta de cuantas historias de la Biblia trataban sobre la infertilidad, supe que había algo importante que debía aprender de sus lecciones de vida.
Es difícil no llorar cuando hablo sobre las luchas contra la infertilidad que mi esposo y yo superamos. Me sentí optimista. Me sentí un fracaso. Sentí gratitud por los médicos que trabajaron arduamente para ayudarnos. Me sentí destruida con cada tratamiento fallido. Sentí que mi familia y amigos me amaban. Me sentí sola y desolada en mi dolor. Fue un tiempo difícil.
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Mientras escudriñaba las escrituras en ese tiempo, me di cuenta de que había muchas parejas que sufrieron de infertilidad: Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Raquel, Elcana y Ana, y Zacarías y Elisabet. Me sorprendí. La Biblia solo cubre una pequeña parte de una gran historia. ¿Por qué Dios inspiraría a los profetas a incluir tantas historias sobre la infertilidad? Parecía el inicio de una respuesta a mis oraciones. Había algo que aprender. Así que decidí estudiar a cada una de las mujeres en estas historias y a medida que las estudiaba, aprendí cuatro lecciones importantes que me ayudaron a crecer y encontrar paz a pesar de mis luchas contra la infertilidad.
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La infertilidad no es el reflejo de nuestra dignidad o capacidad
Cuando enfrenté la infertilidad, me di cuenta de que era difícil no sentir que era mi culpa, que Dios no confiaba en mí por algún motivo. ¿No era lo suficientemente fiel? ¿No sería una madre suficientemente buena? Me quedaba despierta durante la noche después de que mi esposo se dormía, deseando saber qué característica me faltaba. Mi cerebro decía que era inaceptable. Mi corazón me mantenía despierta. Una de las mayores lecciones que aprendí de estudiar a estas mujeres de la Biblia fue que mi infertilidad de ninguna manera se relacionaba con la confianza o falta de confianza de Dios en mí.
La cantidad de información que pude encontrar sobre estas mujeres que no tenían hijos variaba, pero todas tenían ciertas cosas en común. Sus vidas no eran fáciles y el hecho de no tener hijos solo era parte de eso. La mayoría culpó a los demás por no tener hijos. Varias tuvieron que esperar durante un largo tiempo para tener hijos, aunque guardaran los mandamientos y oraran. Después de que Ana finalmente tuvo un hijo, lo llevó a Elí, el sacerdote, y le recordó sus oraciones: “¡Oh, señor mío!… yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba” (1 Samuel 1: 26 – 27; véase también los versículos 10 – 12).
Todas permanecieron firmes y fieles, incluso cuando sus oraciones y súplicas no fueron contestadas inmediatamente de la manera en que esperaban. Además, ese era el punto. Su fe no dependía de la respuesta que recibieran o de si tenían hijos en esta vida. Eligieron confiar en nuestro Padre Celestial. Y, yo podía hacer lo mismo.
Cuando finalmente estas mujeres pudieron tener hijos, criaron a algunos de los hombres más increíbles y fieles que vivieron en esta tierra: Isaac, Jacob, José, Samuel y Juan el Bautista. Mientras meditaba sobre el impacto que cada uno de estos hombres tuvo en el mundo, me conmoví por la confianza que el Padre Celestial había depositado en estas mujeres, por medio de la confianza que Él coloca en todos, Él pide que enseñen a Sus hijos – madres y padres, tías y tíos, maestros de la Escuela Dominical, obispos, líderes de la guardería y más.
Ante los ojos de Dios, estas mujeres no fueron definidas por su infertilidad y yo tampoco. Somos hijas de Dios y Él cree en nosotras.
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Los planes de Dios involucran más de lo que podemos ver ahora
Me encanta la historia de Elisabet, la madre de Juan el Bautista. Sabemos muy poco sobre ella y aun así aprendí tanto de ella. Elisabet y su esposo, Zacarías, oraron para tener hijos, pero sus oraciones no fueron contestadas de la manera en que esperaban. Aparte de eso, los demás la miraban con desprecio por no tener hijos, estoy segura de que eso solo intensificó su dolor. A pesar de todo, ella y su esposo siguieron siendo fieles a los mandamientos y las ordenanzas del Señor. Debieron ser personas increíbles.
Finalmente, fueron bendecidos con un hijo. Me pregunto cómo se habrá sentido Elisabet cuando se enteró de que el tiempo de su embarazo se debió en cierta parte al hecho de que su hijo, Juan, prepararía el camino para el Mesías. Al ser la mujer fiel que era, probablemente lo utilizó como una lección para enseñarle a su hijo a confiar en el tiempo del Señor.
Elisabet me recordó que solo puedo ver una pequeña parte de lo que el Señor ve. Este pensamiento me ayudó a continuar después de cada tratamiento de infertilidad fallido. No podía entender por qué el Señor seguía guiándonos por caminos que parecían fracasos ya que no terminaban dándonos un bebé. Ahora, mirando hacia atrás, puedo darme cuenta de cómo cada uno de estos aparentes fracasos era un peldaño importante en nuestro camino hacia el entendimiento de Su tiempo.
El Presidente Russell M. Nelson una vez instó a las “hermanas que no tienen hijos” a “recordar que el concepto del tiempo en el plan del Señor es mucho más amplio que las horas solitarias de la preparación o la totalidad de esta vida mortal. Esta es apenas segundos en comparación con la eternidad.” Sé que Él puede ver y saber mucho más de nuestro futuro, y si lo escuchamos, Él siempre nos dirigirá por caminos que finalmente nos llevaran a la gran felicidad.
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Encontrar gozo en el presente y valorar el conocimiento que estás obteniendo
Otra mujer de la Biblia de cuya experiencia aprendí fue Eva. Siempre amé y admiré a Eva. Era fiel, valiente, compasiva y sabia. Al considerar su historia a través de los lentes de mi lucha contra la infertilidad solo se profundizó mi admiración por esta increíble mujer. No sé si Eva tenía el total conocimiento de su incapacidad de tener hijos sin salir del Jardín del Edén, pero el Élder Jeffrey R. Holland del Quórum de los Doce Apóstoles explica que Eva “comprendió que ella y Adán tuvieron que caer para que los hombres [y mujeres] existieran [2 Nefi 2: 25] y tuvieran gozo” (véase 2 Nefi 2: 22 – 25).
Sabemos cómo Eva llegó a considerar su decisión de comer del fruto en retrospectiva. Después de que Adán y Eva fueron expulsados del jardín, un ángel llegó y les enseñó sobre Jesucristo y Su Expiación (véase Moisés 5: 6 – 9). Luego, el Espíritu Santo descendió sobre Adán, provocando que testificara. Eva dijo con alegría: “De no haber sido por nuestra transgresión, nunca habríamos tenido posteridad, ni hubiéramos conocido jamás el bien y el mal, ni el gozo de nuestra redención, ni la vida eterna que Dios concede a todos los que son obedientes” (Moisés 5: 11).
Eva encontró gozo en su decisión. No puedo imaginar cuan doloroso pudo haber sido para Eva ser expulsada, dejar la presencia del Dios que amaba. Y, aun así, cuando recordó esa decisión, se regocijó del conocimiento que había obtenido, al saber que, por medio de la Expiación de Jesucristo, finalmente podría regresar a la presencia de nuestro Padre Celestial. Eva me enseñó a encontrar felicidad en el presente. Ella pudo haber pasado su vida deseando todavía estar en el Jardín del Edén, anhelando la vida que dejó. En su lugar, encontró gozo en su situación actual: en sus hijos, en el conocimiento que obtuvo y en el poder de la Expiación del Salvador.
La lección de Eva fue muy poderosa para mí. Durante mi lucha contra la infertilidad, a menudo me sentí tentada a solo concentrarme en lo que me faltaba, pero al centrarme en el presente también encontré gozo.
Entre otras cosas, pude utilizar este tiempo para ofrecer servicio como obrera en el templo. Antes, iba al templo porque era lo que se suponía que hiciera. Sin embargo, ahora me encanta incluso más. Siento un mayor aprecio por las ordenanzas que recibimos en el templo. ¡Las bendiciones prometidas a aquellos que guardan los convenios son increíbles! Y, son concedidas a todos. Jóvenes y adultos. Aquellos en buena condición física y los discapacitados. Casados y solteros. Aquellos que tienen hijos y no. Me siento una persona diferente porque serví en el templo. Valoro más a las familias eternas. Tengo un mayor entendimiento de la Expiación del Salvador. Oro de manera más consciente. Y, sé que el mayor conocimiento y fe que gané por servir en el templo me convertirán en una mejor madre.
- Todas somos madres
Eva también me enseñó que el hecho de ser madre no tiene que vincularse con dar a luz: Dios el Padre y Adán llamaron a Eva “la madre de todos los vivientes” (Génesis 3: 20; Moisés 4: 26) incluso antes de que diera a luz. Como Ardeth Greene Kapp, que sirvió como Presidenta General de las Mujeres Jóvenes y que nunca pudo tener hijos, preguntó: “¿La maternidad se encuentra reservada solo para aquellas que pueden dar a luz? ¿No fue la misión sagrada de la maternidad preordenada por Dios para todas las mujeres antes de que existiera el mundo?” Además observó: “He llegado a saber que todas podemos… regocijarnos en el sagrado llamamiento de la maternidad. Dar a luz solo es una parte de este llamamiento sagrado.” Esta comprensión fue un bálsamo reconfortante para mi corazón roto. Era madre – no en el sentido tradicional, ciertamente, pero tenía un papel que desempeñar, una responsabilidad que asumir.
Sheri Dew, la antigua Segunda Consejera de la Sociedad de Socorro, dijo:
La maternidad es más que dar a luz. Se trata de la esencia de quiénes somos como mujeres. Define nuestra identidad, nuestra estatura y naturaleza divinas, así como los rasgos exclusivos que nos ha dado nuestro Padre…
Como hijas de Eva, todas somos madres y siempre lo hemos sido.
Por medio de la experiencia de Eva, me di cuenta de que la maternidad es un llamamiento para amar, educar y guiar a las generaciones más jóvenes y tengo ese llamamiento independientemente de si di a luz o no. Durante los días en que descubrí que tenía problemas de infertilidad, me llamaron como líder de las Mujeres Jóvenes en mi barrio. Sé que esta fue una bendición misericordiosa del amoroso Padre Celestial. Cuando derramé mi corazón en ese llamamiento, cada jovencita se convirtió en una hija para mí. Sentí un amor por ellas que solo podría haber venido de su Padre Celestial. Pude experimentar lo que significa ser una madre sin dar a luz, y fue hermoso.
Me siento agradecida por las historias de esas mujeres maravillosas y justas de la Biblia. Nunca esperé relacionarme tan profundamente con mujeres que vivieron en un tiempo diferente al mío, pero su fe y valentía al enfrentar la infertilidad significaron mucho para mí. Aprendí a tener más confianza en que soy una hija de Dios y que Él me ama, cree en mí y tiene un plan para mí. Aprendí a amar el templo y a encontrar oportunidades de aprender incluso en medio del dolor. He obtenido un mayor entendimiento de lo que significa ser madre. Principalmente, aprendí que incluso los detalles más pequeños en las escrituras pueden ser utilizados por nuestro amoroso Padre Celestial para darnos conocimiento y consuelo.
Vive con perfecta esperanza
Si tenemos fe en Jesucristo, los tiempos más difíciles de la vida, así como los más fáciles, pueden ser una bendición. En todas las situaciones, podemos elegir lo justo con la guía del Espíritu. Tenemos el evangelio de Jesucristo para dar forma y guía a nuestra vida si así lo decidimos. Y con los profetas que nos revelan nuestro lugar en el plan de salvación podemos vivir con perfecta esperanza y con un sentimiento de paz. Presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, “Montañas que Ascender,” Liahona de abril 2012.
Recursos para aquellos que luchan contra la infertilidad
La infertilidad es una lucha física, mental y emocional. Los tratamientos médicos también pueden ser una gran carga financiera para las parejas. Afortunadamente, podría haber recursos locales disponibles para ayudar a aligerar estas cargas. Muchos países tienen una asociación nacional contra la infertilidad que puede brindar información sobre los diferentes tipos de tratamientos, clínicas locales que tratan la infertilidad, grupos de apoyo y ayuda financiera. A continuación, mencionaré algunos recursos. (Estos recursos no son auspiciados por La Iglesia).
Apoyo financiero
- Una variedad de organizaciones ofrecen tratamientos para la infertilidad “becas.” Algunas becas están disponibles para todos; otras se restringen por área geográfica, necesidad financiera u otras circunstancias.
- Las clínicas en donde se trata la infertilidad a veces ofrecen consultas gratuitas. Llama a tus clínicas locales para verificar si ofrecen este servicio.
- Algunas clínicas podrían trabajar con organizaciones independientes para ofrecer tratamientos para la infertilidad “paquetes,” que brindan diferentes tratamientos para una persona soltera, que reducen las tarifas.
- Algunas empresas de medicamentos y clínicas que tratan la infertilidad ofrecen descuentos a los pacientes que tienen pocos ingresos y pagan solos los medicamentos. Pregunta a tu clínica local si tienen o conocen de algunos programas de descuento.
- El costo de los medicamentos para la fertilidad puede variar entre farmacias. Compara con cuidado para asegurarte de que estés comprando los medicamentos que no solo estén al mejor precio, sino también que sean seguros y de alta calidad médicamente.
Apoyo emocional
- Algunas áreas cuentan con grupos de apoyo profesional y en pareja. Los grupos de apoyo en pareja son organizaciones no formales que permiten a los hombres y las mujeres que experimentan la infertilidad hablar sobre su situación con otras personas que pasan por experiencias similares. Los grupos profesionales de apoyo son más estructurados y son dirigidos por terapeutas licenciados y capacitados. Puedes encontrar información sobre los grupos locales de apoyo a través de una clínica o un hospital local donde se trate la infertilidad, por Internet en el sitio web de una asociación que trate la infertilidad, o investigando en línea.
- También, existe una gran variedad de recursos de apoyo en las plataformas de las redes sociales, desde grupos de apoyo de Facebook hasta cuentas en Twitter e Instagram centradas en casos de infertilidad y canales de Youtube sobre la infertilidad.
- A pesar de que existen muchos recursos de apoyo organizados formalmente, muchas personas continúan sintiéndose solas mientras experimentan el dolor de la infertilidad. Si sufres debido a la infertilidad y te sientes dispuesto a compartirlo con los demás, considera organizar un grupo de apoyo en tu barrio o estaca. O, si sientes que es demasiado, deja que de manera selectiva algunos familiares, amigos o miembros de tu barrio sepan de tu lucha contra la infertilidad. Esto puede llevar a descubrir a otras personas que han experimentado la infertilidad (ahora o en el pasado) mientras siguen tu ejemplo y se sienten dispuestas a compartir sus propias experiencias.
Artículo originalmente escrito por Rachel Sheffield y publicado en lds.org con el título “Finding Peace from Stories of Infertility in the Bible.”