En medio del caos del mundo, donde la ansiedad, el miedo y la comparación son moneda corriente, a veces olvidamos lo más esencial: quiénes somos realmente.
El presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, compartió recientemente un mensaje que nos invita a recordar nuestra identidad divina y a no ocultar la luz que llevamos dentro:
“En la actualidad, cualquier discípulo de Jesucristo afronta problemas enormemente difíciles.
Puede que a veces queramos huir de donde estamos, pero ciertamente nunca debemos huir de lo que somos: hijos del Dios viviente que nos ama, que siempre está dispuesto a perdonarnos y que jamás nos abandonará.
Ustedes son Su posesión más preciada. Ustedes son Sus hijos, a quienes ha dado profetas y promesas, dones espirituales y revelaciones, milagros y mensajes, y ángeles en ambos lados del velo.
En un mundo que necesita tan desesperadamente toda la luz que pueda conseguir, por favor, no minimices la luz eterna que Dios puso en tu alma antes de que este mundo fuese”.
¿Y si empezaras a verte como Dios te ve?
Es fácil sentirse abrumado. Tal vez sientas que no haces lo suficiente, que no encajas, o que simplemente no tienes mucho que ofrecer. Pero el cielo entero no está de acuerdo con eso. El presidente Holland te recuerda: eres la posesión más preciada de Dios.
No por lo que haces, ni por lo que tienes. Sino por quién eres: un hijo o hija de Dios con un propósito eterno y una luz que puede marcar la diferencia.
No huyas de tu identidad celestial
A veces queremos escapar de los lugares en los que estamos. Pero el presidente Holland nos recuerda que hay algo que nunca debemos dejar atrás:
“Ciertamente nunca debemos huir de lo que somos: hijos del Dios viviente que nos ama, que siempre está dispuesto a perdonarnos y que jamás nos abandonará”.
Si alguna vez has sentido que ya no puedes más, este mensaje es para ti. Dios no te abandona. Nunca lo ha hecho. Nunca lo hará.
Enciende tu luz. El mundo la necesita
En una época donde todo parece estar envuelto en sombras —incertidumbre, tristeza, odio, división— tu luz puede ser una respuesta divina.
“En un mundo que necesita tan desesperadamente toda la luz que pueda conseguir, por favor, no minimices la luz eterna que Dios puso en tu alma antes de que este mundo fuese”.
No se trata de hacer grandes cosas ante multitudes. Se trata de amar, servir, compartir, perdonar, edificar, incluso si nadie más lo ve. Esa es la luz que cambia el mundo.
Nunca lo olvides: eres amado, guiado y necesario
Tal vez hoy necesites volver a leer esas palabras. Tal vez mañana las necesite alguien más. Así que guárdalas en tu corazón, compártelas con quienes amas y vívelas con fe.
Porque Dios no se equivoca. Y si Él dice que eres Su posesión más preciada… es porque lo eres.

¿Este mensaje tocó tu corazón? Compártelo con alguien que necesite recordar su valor infinito.
