Parece que La Iglesia de Jesucristo y nuestros líderes se están enfocando cada vez más en simplificar los programas, las reuniones y los informes a fin de centrarse en la parte esencial del Evangelio. Para mí, el mensaje general parece ser que, independientemente de nuestra edad, no seremos mimados o pastoreados por la membresía en La Iglesia de Jesucristo.
En cambio, tenemos la oportunidad de aceptar nuestro discipulado, confiar en nuestro Salvador y recibir Su gracia y buscar la exaltación y la divinidad en nuestro interior, con el apoyo amoroso de La Iglesia de Jesucristo y sus miembros detrás de nosotros para atraparnos cuando caigamos.
Nuestra membresía en La Iglesia de Jesucristo se trata de fortalecer nuestra relación con Dios, nuestro Salvador y el Espíritu Santo a fin de que podamos comenzar a crear el cielo ahora, no en un futuro lejano.
Si bien me encanta la manera en que la última Conferencia General nos desafió y se extendió a cada uno de nosotros, me siento nervioso de que algunos de mis amigos de La Iglesia de Jesucristo y yo podamos estar fallando cuando se trata de los mensajes de los líderes de La Iglesia de Jesucristo.
El profeta y los apóstoles nos dieron muchos desafíos y la responsabilidad de ministrarnos unos a otros, enseñar el Evangelio en nuestros hogares, tener más cuidado con el nombre de La Iglesia de Jesucristo, mejorar nuestro estudio diario de las Escrituras, volver a dedicarnos a asistir regularmente al templo y muchas otras tareas maravillosas que vienen con bendiciones poderosas.
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Sin embargo, inmediatamente después de estos discursos, comencé a darme cuenta de que las personas se aferraban a ciertas citas en conversaciones y en las redes sociales para probar cierto punto, justificar una acción o incluso, convertirlas en un arma en contra de los demás o inclusive, en contra de sí mismas.
Lo que me asustó tanto de esta tendencia fue que la noté en mí – el acto de escuchar de manera selectiva provocó que valorara, anotara, compartiera y recordara ciertas citas de los discursos mientras descartaba las que no quería escuchar.
Eso me hizo preguntarme, ¿Estamos escuchando al profeta y los apóstoles con la intención de probar nuestras propias preferencias? O ¿Estamos escuchando con humildad, dispuestos a aceptar lo que es difícil de escuchar? ¿Estamos compartiendo citas para juzgar o para difundir el amor, incluso hacia nosotros mismos? ¿Estamos convirtiendo las palabras de los líderes de La Iglesia de Jesucristo en un arma para sentirnos mejor con nosotros mismos? O ¿Estamos esforzándonos para escucharlas en serio y hacer un cambio?
Al sacar las citas de contexto, tendemos a compartir un mensaje fragmentado y distorsionado que puede apartarnos de los demás en lugar de unirnos y entrelazar nuestros corazones.
Si bien nuestro profeta y líderes de La Iglesia de Jesucristo plantearon muchos desafíos ese fin de semana, al llamarnos a un nivel más elevado de discipulado, lo que siento que se perdió en el recuento de estos mensajes es la misericordia, la paciencia y el amor que también se compartieron.
Si bien el Presidente Nelson dijo, “Al omitir Su nombre de Su iglesia, estamos quitándolo inadvertidamente a Él como el punto central de nuestra vida,” podemos tender a olvidar que también compartió, “Queremos ser corteses y pacientes en nuestros esfuerzos por corregir estos errores.”
Si bien el Élder Gong nos desafió a encontrar gozo en la creatividad sana, ministrar de maneras más santas, buscar al Señor con todo nuestro corazón, establecer patrones para una vida justa y prepararnos para reunirnos con Dios, podemos tender a olvidar que también nos pidió que “recordemos que la perfección es en Cristo, no en nosotros mismos ni en el perfeccionismo del mundo.”
Si bien el Élder Cook dijo, “Les encomendamos que se reúnan en consejo y que busquen revelación para implementar estos ajustes [sobre la enseñanza centrada en el hogar] mientras no traspasen lo señalado ni intenten reglamentar a las personas o a las familias,” lo que podemos olvidar es que nos prometió que, “Los miembros serán bendecidos de maneras extraordinarias.”
En esta última Conferencia General, ciertas formas de la palabra “juzgar” aparecieron en solo dos discursos que dieron nuestro profeta y apóstoles, y en ambos casos citaron las siguientes escrituras: “…Guardéis mis juicios y los pongáis por obra” (Ezequiel 36: 26 – 28) y “a fin de habilitarse para que fuesen juzgados en la carne según los hombres, pero vivieran en espíritu según Dios” (DyC 138: 33 – 34).
En contraste, algunas formas de la palabra “amor” aparecieron exactamente 190 veces. ¿Ese enfoque brilla en nuestras conversaciones y experiencias desde la conferencia? Con cada desafío que dieron nuestros líderes de La Iglesia de Jesucristo, también brindaron ánimo y comprensión.
Creo que este aspecto de la Conferencia General se ilustra mejor con la tierna historia que compartió el Presidente Eyring:
Como he mencionado antes, uno de nuestros obispos me dijo cierta vez: “Estoy asombrado. Cada vez que me entero de alguna persona del barrio que tiene problemas, me apresuro a ayudar; pero, para cuando llego, siempre parece que su esposa ya ha pasado por allí.” Así ha sido en todos los lugares en que hemos vivido durante 56 años.
Ahora apenas puede hablar algunas palabras al día. La visitan personas que ella ha amado en nombre del Señor. Cada noche y cada mañana, canto himnos y oro con ella; y yo tengo que ser el portavoz en las oraciones y en las canciones. A veces, la veo gesticular la letra de los himnos. Prefiere las canciones para los niños. El mensaje que más parece gustarle lo resume la canción “Yo trato de ser como Cristo.”
El otro día, después de cantar la parte que dice “Yo trato de ser como Cristo”, ella dijo en voz baja, pero con claridad: “Trato, trato, trato”. Creo que descubrirá, cuando lo vea, que nuestro Salvador ha puesto Su nombre en el corazón de ella, y que ha llegado a ser más semejante a Él. Ahora Él la lleva en brazos durante sus dificultades, tal como los llevará a ustedes durante las suyas.
Todos somos imperfectos. Todos estamos tratando. Y, nuestros líderes de La Iglesia de Jesucristo, que tienen más derecho que nadie en La Iglesia de Jesucristo para frustrarse con nosotros, en cambio, nos ofrecen comprensión, paciencia y amor. Pero, su misericordia es solo una pequeña medida de lo que nuestro Salvador nos brinda.
Así como el Élder Uchtdorf señaló:
Hallarán que esta Iglesia rebosa de algunas de las mejores personas que hay en este mundo. Son acogedoras, amorosas, bondadosas y sinceras. Son trabajadoras, sacrificadas, e incluso heroicas en ocasiones.
Y también son dolorosamente imperfectas.
Cometen errores.
De vez en cuando dicen cosas que no deberían decir. Hacen cosas que desearían no haber hecho.
No obstante, tienen esto en común: quieren mejorar y acercarse más al Señor, nuestro Salvador Jesucristo.
Están tratando de hacer lo correcto.
A medida que tratamos juntos, recordemos las palabras de amor de nuestros líderes de La Iglesia de Jesucristo a fin de que podamos elevarnos e iluminarnos unos a otros.
Élder Ronald A. Rasband:
“No hay lugar para el temor en estos lugares santos de Dios o en el corazón de Sus hijos. ¿Por qué? Por el amor. Dios nos ama, siempre, y nosotros lo amamos a Él.”
Élder Ulisses Soares:
“De manera similar que los ríos Solimões y Negro fluyen juntos para formar el gran río Amazonas, los hijos de Dios se unen en La Iglesia de Jesucristo restaurada de Jesucristo provenientes de diversos orígenes sociales, tradiciones y culturas, formando esta maravillosa comunidad de santos en Cristo. Finalmente, al alentarnos, apoyarnos y amarnos unos a otros, nos unimos para formar una potente fuerza para bien en el mundo.”
Élder Jeffrey R. Holland:
“Hermanos y hermanas, Jesús ha pedido que “vivamos juntos en amor” sin “disputas entre vosotros”… Mis queridos amigos, en el ministerio de la reconciliación que compartimos, pido a todos nosotros que seamos pacificadores; que amemos la paz, que busquemos la paz.”
Artículos originalmente escrito por Danielle B. Wagner y publicado en ldsliving.com con el título “One Thing We Often Miss When Sharing the Words of Our Prophet and Apostles.”