En un nuevo video de la Iglesia, una joven llamada Rebeca comparte su conmovedora historia sobre cómo su vida cambió al aferrarse a la fe.
Después de una infancia llena de dolor debido al abandono de su padre, enterarse de que quienes la criaron en realidad no eran sus padres biológicos, no saber quién era, de dónde venía, cuándo era su cumpleaños ni estar segura de su nombre, Rebeca sintió que su mundo se venía abajo.
Sin embargo, sus desafíos no terminaron con esa crisis de identidad. Su vida tomó un giro aún peor después de que fue agredida sexualmente por alguien en quien confiaba profundamente.
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En ese momento, Rebeca sintió que Dios y el mundo estaban en su contra.
“Tenía un amigo muy cercano. Realmente, confiábamos el uno en el otro, así que fue terrible cuando él me agredió sexualmente. Todo lo que pasó por mi mente fue: ‘No valgo nada y soy repugnante’. Solo lloraba y me preguntaba, ‘¿Por qué me sucedió esto?'”
Rebeca se preguntaba por qué Dios permitiría que sufriera tanto e incluso se preguntó si en realidad Dios existía.
En su desesperación, pensó en terminar con su vida y escribió una carta de despedida. Sin embargo, todo cambió cuando sintió el amor de Dios en el momento en el que más lo necesitaba.
Sintió la fuerte impresión de comunicarse con alguien y preguntarle, “¿Qué es la fe?”
Su amigo le envió un párrafo largo como respuesta, el cual Rebeca describió como un “llamado para despertar”.
“En ese momento, me sentí amada. No precisamente por mi amigo, solo sentí amor. Sentí mucha calidez y consuelo en la habitación. Había alguien ahí, o algo que decía: ‘Estás bien, eres amada, pero necesito que regreses al camino correcto’”.
Rebeca comenzó a ir a terapia. No obstante, había momentos en los que se sentía muy triste y enojada. Su terapeuta le dijo algo que nunca podrá olvidar:
“Eso no te define. Aunque haya sucedido, eso no hace que tengas menos valor. No te hace indigna. No te da ese título”.
Aun esta joven tiene desafíos, momentos en los que se siente muy bien y en los que no.
“Pero, en general, me va muy bien. Ahora, siento un equilibrio físico, emocional y espiritual.
“Creo que la fe es entender que el Padre Celestial está ahí para ti y te ama. Para mí, ese es el fundamento y todo lo demás se edifica sobre él.
“Dios es amor. Con amor y Dios, siempre hay esperanza en algo mejor.
“Incluso si tienes los peores años de tu vida, todo puede empeorar. Sin embargo, habrá algo mejor.
“Creo que mi relación con Dios me ha dado identidad. Independientemente de lo que suceda en mi vida, soy una hija de Dios.
“Él me ama”, dijo Rebeca.
La relación de Rebeca con Dios cambió, pudo sentir Su gracia. Ahora, reconoce su identidad como hija de Dios. Independientemente de lo que suceda, incluso si se cambia de nombre, su relación con Dios será la misma.
Ella expresó que su vida está en equilibrio a pesar de sus altibajos. “La fe es sentir que el Padre Celestial está ahí para ti. Con Dios, siempre hay esperanza en algo mejor”.
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Fuente: LDS Living