Vivimos en un mundo de drama y suspenso, entretenimiento veloz y música a todo volumen. Como resultado, muchas personas esperan recibir impresiones del Espíritu de una manera espectacular: una voz audible, una visión o algún testimonio estruendoso de los cielos.
Sin embargo, por lo general, el Señor obra de formas mucho más sutiles y serenas.
El Salvador recién nacido fue acostado en un pesebre. Su expiación comenzó en un jardín silencioso. La restauración de Su iglesia comenzó en una arboleda alejada.
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Además, con frecuencia, Sus verdades se revelan en la intimidad de un corazón que lo busca.
Hay algo sagrado y divino en las obras silenciosas y aparentemente anónimas de Dios.
No obstante, uno podría preguntarse: “¿Cómo puedo distinguir entre mis sentimientos y la voz apacible y delicada del Espíritu?”
Afortunadamente, hay ciertos sentimientos del corazón e impresiones de la mente que vienen únicamente del cielo. Incluso Satanás, el gran falsificador, no puede duplicarlos. Algunos de esos sentimientos e impresiones son los siguientes:
Paz
Cuando Oliver Cowdery se encontraba en la casa del padre de José Smith, oró saber si el Libro de Mormón era verdadero. Oliver sintió una paz innegable que le confirmó la veracidad del libro.
Pasó el tiempo y su naturaleza humana le hizo dudar otra vez. Tal vez, Oliver se preguntó si esa experiencia realmente fue una impresión del cielo o una idea suya.
A fin de resolver su ansiedad, se acercó a José Smith y le pidió una revelación que actuara como un testimonio para él sobre la veracidad del Libro de Mormón.
José Smith, sin saber de la experiencia anterior de Oliver, dijo:
“[Oliver] de cierto, de cierto te digo: Si deseas más testimonio, piensa en la noche en que me imploraste en tu corazón, a fin de saber tocante a la verdad de estas cosas.
¿No hablé paz a tu mente en cuanto al asunto? ¿Qué mayor testimonio puedes tener que de Dios?” (DyC 6: 22 – 23)
El Señor reafirmó la experiencia previa de Oliver y confirmó que la paz es un testimonio divino de Él. Oliver ató cabos: la paz y la inspiración del Espíritu.
Intención de hacer el bien
Siempre que deseemos ser mejores personas, sabremos que esa es una inspiración divina del Espíritu. El profeta Mormón enseñó:
“De manera que todo aquello que invita e induce a hacer lo bueno, y a amar a Dios y a servirle, es inspirado por Dios”. (Moroni 7: 13)
Entendimiento
Otro testimonio divino viene en forma de mayor entendimiento. El Señor dijo:
“Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo”. (DyC 11:13)
Este entendimiento eleva nuestras mentes a un plano más elevado para que tengamos un coeficiente intelectual y espiritual más alto, por así decirlo. Tal vez, una capacidad más infinita para pensar y razonar como Dios.
Por ejemplo, estas impresiones pueden resultar en nuevos conocimientos bíblicos o en una visión más amplia de cómo podríamos ser instrumentos en las manos de Dios.
Más amor
La palabra de Dios y el Espíritu tienen la capacidad de “ensanchar” nuestra alma (véase Alma 32:28), lo que significa, entre otras cosas, darnos una mayor capacidad para amar.
Scrooge, al igual que Grinch, tenía un corazón “dos tallas más pequeño”. Luego, a través de una serie de visiones, su corazón se “ensanchó” y se llenó de compasión y amor.
Cuando eso sucede, es un testimonio de que el Espíritu está obrando sobre nosotros.
Otros tipos divinos de impresiones
A veces, un testimonio divino llega a nosotros como un ardor en el pecho (véase Lucas 24:32).
En otras ocasiones, la doctrina que escuchamos es “deliciosa” para nosotros, lo que significa que sabe bien espiritualmente (véase Alma 32:28). En otras palabras, no necesitamos evidencia externa para verificar estas verdades o lógica para comprobarlas, simplemente “lo sabemos”.
Pablo definió otros frutos del Espíritu como “gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe” (Gálatas 5:22).
Cuando alguna de estas virtudes o impresiones envuelve nuestro corazón o mente, es un testimonio de Dios que lo que estamos escuchando, lo que estamos sintiendo, proviene de Él.
Conclusión
A medida que enseñamos y damos testimonio de las obras del Espíritu, ampliamos la capacidad de nuestra posteridad de saber por sí mismos por el poder del Espíritu Santo que este evangelio es verdadero.
De ese modo, honraremos el mandamiento divino: “todos tus hijos serán enseñados por Jehová” (Isaías 54:13).
Fuente: Church News