Mis experiencias más dolorosas hasta ahora en la vida mortal se centran en mi desafío por agrandar mi familia.
Los sentimientos me embargan cuando pienso en ello, imágenes de las horribles pruebas con resultados negativos, la batalla por encajar en mis reuniones familiares y de la Iglesia, tener que dejar atrás el sueño de sentir a un bebé crecer dentro de mí y la pesadilla del proceso de adopción que al final no funcionó.
Recuerdo que le pedí a mi suegro una bendición del sacerdocio, sólo a unas semanas después de enterarnos que no podíamos tener hijos. Escuché con el corazón abierto las palabras que compartió.
Entre otras cosas muy sagradas, me dijo que necesitaba estar preparada para cuando entrara a las reuniones de la Iglesia, ya que habría gente que diría cosas insensibles.
Eso me alentó a perdonarlos lo más rápido posible porque ellos simplemente no entienden y no pueden comprender la agonía en la que nos encontrábamos. Me recordó que tenía una opción, podía elegir ofenderme o no.
Eso fue hace diez años y no he olvidado ese poderoso mensaje. Por más que me cuesta admitirlo, todavía me preparo antes de ir a la Iglesia. Ha sido un proceso largo, pero se han ido los días en los que quiero salir corriendo de una reunión para irme a llorar en el baño.
No me malinterpretes, todavía hay palabras que me hieren, pero ahora me encuentro en un lugar más tranquilo. Gracias a la Expiación y a mucho esfuerzo, ya no me encuentro en la niebla oscura del dolor, llorando constantemente mi infertilidad.
¿Sabía qué, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, 1 de cada 8 parejas se enfrenta a la infertilidad?
Probablemente es más común en tu barrio de lo que crees. Pero, es tan personal y tan doloroso que la mayoría de la gente no es muy abierta al respecto. Los problemas de infertilidad no siempre son obvios.
Espero que al compartir un poco de información y un poco de contexto, entiendas un poco más esta parte dolorosa de nuestro recorrido en la vida.
A veces, lo que alguien pueda decir, con la intención de ayudar, realmente puede causar dolor.
Aquí hay cinco conversaciones comunes que ocurren dentro de la Iglesia y cómo a veces se pueden malinterpretar, junto con algunas formas en las que podemos mostrar más amor a las familias que atraviesan problemas de infertilidad.
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Cuando éramos nuevos en el barrio y alguien inició una conversación con nosotros en la Iglesia:
Lo que se dijo: ¿Ya tienen hijos? ¿No? ¿Cuánto tiempo han estado casados?
Lo que escuchamos: Los estoy evaluando. No tienen hijos/Tienen sólo un hijo y ¿han estado casados por cuánto tiempo? ¿Qué les pasa? ¿Acaso no les gustan los niños? Los niños no son importantes para ustedes.
Lo que realmente puede significar: Estoy tratando de conocerlos y ver de qué manera puedo servirte.
Lo que se puede decir en su lugar: ¡Bienvenidos! Háblenme de ustedes. A mi familia le encantaría conocerles.
“La gente puede ser muy presta a juzgar y, a menudo, ser hiriente. Las personas que nos conocían y sabían de nuestra situación eran comprensivas, pero otros a menudo nos preguntaban: “¿Cuántos hijos tienen?” Cuando respondía: “Uno, y estamos muy agradecidos por ella”, con frecuencia se veían sorprendidos.
Tal vez esto sea algo grosero, pero si la gente comenzaba a husmear, simplemente les decía que no era de su incumbencia. Incluso teniendo una hija, escuchaba comentarios como “¿Cuándo vas a formar una familia?” ¡Ya tengo una familia!”- Hermana Ruth Renlund, “Just Call Me Ruth”
Cuando me abrí a alguien durante una visita de maestras ministrantes sobre nuestro lucha por quedar embarazada:
Lo que se dijo: Quedarías embarazada si tuvieras más fe.
Lo que escuchamos: Estoy juzgando tu fe. Tengo seis hijos, así que tengo más fe que tú. Tu falta de conocimiento espiritual es la razón por la que aún no estás embarazada.
Lo que realmente puede significar: Podemos tener fe en Dios. Él quiere bendecirnos. Sólo estoy tratando de ayudar.
Lo que se puede decir en su lugar: Lo siento mucho, la quiero hermana. No sé qué decir ni cómo ayudar, pero oraré por usted.
“La idea de que todo sufrimiento es de alguna manera el resultado directo del pecado se ha enseñado desde épocas antiguas. Esta es una doctrina falsa. La teoría fue inclusive aceptada por algunos de los antiguos discípulos, hasta que el Señor les corrigió.
“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.
“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quien pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego
“Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9: 1-3)
…Muchos seres inocentes padecen aflicciones.”– Presidente Boyd K. Packer, “El movimiento del agua”
Cuando hablamos sobre los hijos de una persona antes de comenzar la clase:
Lo que se dijo: No debería hablarte sobre esto. No tienes hijos y probablemente no lo entenderías.
Lo que escuchamos: No puedo ser tu amiga o al menos lo más cercano a una amiga porque yo tengo hijos y tú no.
Lo que realmente puede significar: No estoy seguro de cómo abordar esta situación, o si te interesará este tema.
Lo que se puede decir en su lugar: No quiero hacer que haga que te sientas mal porque sé que los niños son un tema delicado/doloroso para ti. Sin embargo, me encantaría recibir algunos consejos para mi hijo, si así lo deseas. Me vendría bien tu perspectiva.
“Hermanos y hermanas, ¡nos necesitamos unos a otros! Como mujeres y hombres que guardan los convenios, necesitamos elevarnos unos a otros y ayudarnos a ser el pueblo que el Señor desea que lleguemos a ser.
Necesitamos trabajar juntos para elevar a la nueva generación y ayudarla a alcanzar su potencial divino como herederos de la vida eterna.” – Hermana Linda K. Burton, “Ascenderemos juntos”
Cuando alguien compartió su testimonio el mes pasado:
Lo que se dijo: Me alegra mucho que mi Padre Celestial confíe en mí lo suficiente como para tener hijos.
Lo que escuchamos: El Padre Celestial no confía en que tú tengas hijos, por eso eres estéril. Él no confía en ti lo suficiente como para que seas madre o padre.
Lo que realmente puede significar: Ser padre es un trabajo duro y una gran responsabilidad. A menudo me siento inadecuada, pero puedo sentir la confianza del Padre Celestial en mí.
Lo que se podría decir en su lugar: Incluso cuando la crianza de los hijos se vuelve muy difícil, estoy agradecido por mi maravillosa familia. Sé que nuestro Padre Celestial nos está ayudando en cualquier dificultad que enfrentemos.
“Creo que madre es una de esas palabras elegidas con sumo cuidado, una de esas palabras fuertes, con significado tras significado. No debemos, a toda costa, dejar que esa palabra nos divida.
Creo con todo mi corazón que es, ante todo, una declaración sobre nuestra naturaleza, no un recuento del número total de nuestros hijos… Algunas mujeres dan a luz y crían hijos, pero nunca fueron “madres”. Otras, a quienes amo con todo mi corazón, han sido “madres” toda su vida, pero nunca han dado a luz.” – Hermana Patricia Holland, “One Thing Needful””
Durante una lección sobre la familia en la Sociedad de Socorro:
Lo que se dijo: Tener hijos es lo más importante que hace una mujer.
Lo que escuchamos: No eres una verdadera mujer o una verdadera madre a menos que hayas dado a luz. Incluso si has adoptado, vales menos que la madre que se sienta a tu lado porque tu cuerpo no puede crear vida.
Lo que realmente puedes decir: ¡Ser mujer es algo divino!
Lo que se puede decir: Dar a luz al igual que criarlos durante toda una vida es una parte sagrada de la condición de ser mujer, aunque no es lo único que define a una mujer.
El Presidente Russell M. Nelson enseñó:
“Sería imposible medir la influencia que tienen tales mujeres, no solo en la familia, sino también en la Iglesia del Señor, como esposas, madres y abuelas; como hermanas y tías; como maestras y líderes; y, en especial, como devotas defensoras de la fe.”
Cada mujer, en cualquiera que sea sus circunstancias, tiene un valor divino.
“Es que no solo nos sostienen en el embarazo, sino que continúan sosteniéndonos. No solo antes de nacer, sino a lo largo de toda la vida, lo que hace de la maternidad una inmensa proeza.” – Elder Jeffrey R. Holland, “He ahí a tu madre”
La razón por la que estas situaciones pueden ser tan dolorosas y por las que me han enseñado cómo perdonar a otros es porque existe el mismo anhelo por ser padres que arde dentro de aquellos de nosotros que tenemos problemas de infertilidad, de aquellos que sí pueden tener hijos.
No poder hacer realidad esos sueños debido a nuestros cuerpos mortales puede ser devastador.
Estamos de acuerdo con el Elder Holland y sabemos que “Ningún otro amor en la vida mortal llega a aproximarse más al amor puro de Cristo que el amor abnegado que una madre siente por un hijo.
No tenemos control sobre cuándo y si es que esas bendiciones vendrán en nuestro camino en esta vida. Algunos incluso sienten que la carga de la infertilidad es demasiado pesada. Necesitamos de hermanos que nos ayuden a fortalecer nuestras rodillas débiles y que levanten nuestros brazos caídos. Necesitamos tu amor y tu comprensión.
“En la Iglesia no solamente aprendemos doctrina divina, sino que experimentamos la aplicación de ella. Como el cuerpo de Cristo, los miembros de la Iglesia nos ministramos unos a otros en la realidad de la vida cotidiana.
Todos somos imperfectos, ofendemos y se nos ofende. A veces, nos probamos unos a otros con nuestras propias idiosincrasias. En el cuerpo de Cristo, debemos ir más allá de los conceptos y las palabras elevadas y tener una experiencia real y “práctica” al aprender a “[vivir] juntos en amor.
En esta religión no nos preocupamos solo de nosotros mismos, sino que también se nos llama a servir.” – Elder D. Todd Christofferson, “El porqué de la Iglesia”
Este artículo fue escrito originalmente por Lindsey Redfern y fue publicado originalmente por ldsliving.com bajo el título “5 Things Couples Dealing With Infertility in Your Ward Wish You Knew”