Lo que las parejas con problemas de infertilidad no te dicen y debes saber

Mi experiencia más dolorosa en esta vida ha sido la de tener hijos. Sentía que me desmoronaba cada vez que veía la terrorífica imagen de mis pruebas negativas de embarazo. 

Recuerdo haberle pedido una bendición del sacerdocio a mi suegro poco después de enterarme que era infértil. Durante la bendición me dijo que debería estar preparada para cuando algunas personas me dijeran cosas insensibles en la Iglesia. 

Pensar que las personas no entenderían ni comprenderían la agonía que estaba pasando me animó a perdonarlos rápidamente.

Aproximadamente 1 de cada 8 parejas sufren de infertilidad, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.

Probablemente, es más común de lo que te imaginas, pero es tan doloroso que la mayoría no es muy abierto a hablar sobre el tema.

Aquí te compartimos 5 típicas conversaciones que suceden en la Iglesia y cómo pueden malinterpretarse, además de algunas formas en que puedes demostrar más amor por aquellas familias que tienen este problemas.

Cuando se trata de alguien nuevo en la Iglesia

Lo que dices: ¿Tienes hijo? ¿Todavía? ¿Cuánto tiempo llevan casados?

Lo que entendemos: Te estoy juzgando. Todavía no tienes hijos o tal vez solo tienes uno, pero ya llevas un buen tiempo de haberte casado? ¿Qué te sucede? ¿No te gustan los niños? Seguramente no te interesan.

Lo que probablemente quieres decir: Estoy tratando de conocerte a ti y a tu familia y saber cómo los puedo ayudar.

Lo que podrías decir: Bienvenidos, cuéntenme un poco sobre ustedes y su familia. A mi familia le encantaría conocerlos.

“Las personas pueden ser muy prestas a juzgar y, a menudo, ser hirientes. Las personas que nos conocían y sabían de nuestra situación eran comprensivas, pero otros con frecuencia nos preguntaban: “¿Cuántos hijos tienen?” Cuando respondía: “Una, y estamos muy agradecidos por ella”, con frecuencia se veían sorprendidos.

Tal vez esto sea algo grosero, pero si la gente comenzaba a husmear, simplemente les decía que no era de su incumbencia. Incluso teniendo una hija, escuchaba comentarios como “¿cuándo vas a formar una familia?” ¡Ya tengo una familia!” — Hermana Ruth Renlund

Cuando te cuentan sus desafíos en las visitas de ministración

Lo que dices: Saldrás embarazada si solo tienes más fe.

Lo que entendemos: Estoy juzgando tu fe. Tengo seis hijos así que tengo más fe que tú. Tu falta de conocimiento espiritual es lo que no te permite embarazarte.

Lo que probablemente quieres decir: Podemos tener fe en Dios, él desea bendecirnos. Solo estoy tratando de ayudar.

Lo que podrías decir: Lo siento tanto y te amo. No sé qué decir o cómo ayudarte, pero estaré orando por ti.

“La idea de que todo sufrimiento es de alguna manera el resultado directo del pecado se ha enseñado desde épocas antiguas. Esta es una doctrina falsa. La teoría fue inclusive aceptada por algunos de los antiguos discípulos, hasta que el Señor les corrigió.

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento.

“Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?

“Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” (Juan 9: 1-3).” — Presidente Boyd K. Packer

Cuando hablas de tus hijos 

Lo que dices: No debería hablar de esto contigo. No tienes hijos y probablemente no lo entiendas.

Lo que entendemos: No puedo ser tu amiga ni acercarme porque yo tengo hijos y tú no.

Lo que probablemente quieres decir: No estoy segura si entenderás esta situación o si estás interesada en escucharlo.

Lo que podrías decir en cambio: No quiero que te sientas mal porque sé que hablar sobre los hijos es un tema sensible para ti. De todas maneras, me encantaría darte algunos consejos sobre mi hijo si así lo deseas. Podrías usarlo como una perspectiva futura.

“Hermanos y hermanas, ¡nos necesitamos unos a otros! Como mujeres y hombres que guardan los convenios, necesitamos elevarnos unos a otros y ayudarnos a ser el pueblo que el Señor desea que lleguemos a ser.

Necesitamos trabajar juntos para elevar a la nueva generación y ayudarla a alcanzar su potencial divino como herederos de la vida eterna”. — Hermana Linda K. Burton

Cuando compartes tu testimonio 

Lo que dices: Estoy tan agradecida con el Padre Celestial de haber confiado en mí lo suficiente como para tener hijos.

Lo que entendemos: El Padre Celestial no confía en ti y es por eso que eres infértil. Él no confía en ti lo suficiente para que seas una madre o padre.

Lo que probablemente quieres decir: Ser padres es un trabajo difícil y una gran responsabilidad. Usualmente, siento que no soy la persona adecuada para serlo, pero siento que el Padre Celestial confía en mí.

Lo que podrías decir: Incluso cuando ser padres es difícil, estoy agradecida por mi maravillosa familia. Sé que el Padre Celestial nos está ayudando en cualquier dificultad que estemos afrontando.

“Creo que la palabra “madre” es una de esas palabras cuidadosamente escogidas, una de esas valiosas palabras con un gran significado. No debemos dejar bajo ningún costo que esa palabra nos divida.

Creo con todo mi corazón que ese es el primer y el más importante estado de nuestra naturaleza; no el simple hecho de tener hijos…algunas mujeres dan a luz y crían a sus hijos, pero nunca son “madres”. Otras, a quienes amo con todo mi corazón, son “madres” durante toda su vida, pero no dieron a luz”.— Hermana Patricia Holland

Durante una clase sobre la familia 

Lo que dices: Tener un hijo es lo más importante que una mujer puede hacer.

Lo que entendemos: Tú no eres una verdadera mujer o madre hasta que des a luz. Incluso si es adoptado, vales menos que la madre de al lado porque tu cuerpo no puede procrear vida.

Lo que probablemente quieres decir: ¡La maternidad es divina!

Lo que podrías decir: Tener un hijo es parte sagrada de la maternidad, sin embargo, no es la única definición de la maternidad.

El presidente Russell M. Nelson enseñó:

“Sería imposible medir la influencia que tienen tales mujeres, no solo en la familia, sino también en la Iglesia del Señor, como esposas, madres y abuelas; como hermanas y tías; como maestras y líderes; y, en especial, como devotas defensoras de la fe”.

Toda mujer en cada circunstancia tiene un valor divino.

Estoy de acuerdo con el élder Holland y sé que “ningún otro amor en la vida mortal llega a aproximarse más al amor puro de Cristo que el amor abnegado que una madre siente por un hijo”.

No tenemos control sobre las bendiciones que vendrán en nuestra vida. 

Algunos sienten que el peso de la infertilidad es demasiado como para cargarlo. Necesitamos a alguien que fortalezca nuestras rodillas débiles y eleven nuestros brazos cuando están caídos.

Necesitamos tu amor y comprensión.

Fuente: LDS Living

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