El Espíritu Santo me enseñó que esta prueba fue una experiencia única en mi vida, pero que no una que vino al azar. Dios tenía un plan más grande en mente.
Las palabras de Nefi resuenan en mis oídos:
“Y, conociendo muchas aflicciones durante el curso de mi vida… habiendo logrado un conocimiento grande de la bondad y los misterios de Dios”. -1 Nefi 1: 1
¡No es muy seguido que lo que vives sea vea reflejado en las palabras que un hombre escribió hace miles de años!
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Mis “aflicciones” comenzaron cuando tenía 20 años y servía como misionero en la Misión Ghana, Accra. Me diagnosticaron con leucemia. Fue una experiencia difícil, una que espero no volver a vivir nunca.
Pero también es un desafío por el que estoy eternamente agradecido.
Me transformó en un ser humano más compasivo. Me ayudó a relaciionarme aún más con mis padres y hermanos. ¡Mi hermano, que fue mi donante de médula ósea, y ahora somos gemelos idénticos en lo que respecta a nuestra médula ósea y sangre!
Ablandó mi alma y aumentó mis sentidos espirituales. Pero lo que realmente quiero contarles es la experiencia de mi querida amiga, mi amada, mi esposa, Elise, y cómo ella y el Señor me han enseñado a encontrar la paz incluso en los momentos más oscuros y difíciles.
Aproximadamente un año después de mi diagnóstico, y cuando acababa de empezar a sentirme un poco normal, pasé por la casa de mi querida amiga, Elise, para desearle un feliz cumpleaños. Mientras hablábamos, la conversación se centró en el tema de la fe.
Elise mencionó que cuando era niña había deseado poder conocer el futuro.
“¿Acaso no sería genial que pudiéramos saber con quién nos vamos a casar o cómo será nuestro futuro?”.
Luego hizo una pausa.
“Pero cuanto más lo pienso, más agradecida estoy de que todos podamos andar por la fe. Por ejemplo, mañana le va a pasar algo malo a alguien en el mundo, pero debido a que caminamos por la fe, ¡esa persona puede disfrutar el presente! No tienen que preocuparse ni inquietarse por lo que sucederá mañana”.
El Espíritu pareció irradiar de ella cuando dijo esto. Todavía puedo sentir sus palabras. Pero éstas demostraron ser proféticas. Al día siguiente, Elise tuvo un terrible accidente.
Sufrió heridas traumáticas en la espalda y la cabeza. Una de mis mejores amigas, la chica con la que esperaba casarme algún día, estaba al borde de la muerte.
Los sentimientos que tuve durante las próximas dos semanas mientras su vida pendía de un hilo no se pueden plasmar adecuadamente en palabras. Sin embargo, las palabras “angustia” y “humildad” y “mansedumbre” son las más cercanas.
Por mi propia experiencia al batallar contra el cáncer en el pasado, había llegado a saber que Dios es nuestro Padre, un Padre amoroso y misericordioso. Había llegado a conocer a nuestro Salvador, un hermano amoroso y misericordioso.
En los días posteriores al accidente de Elise, sentí Su amor, pero también sentí fuertes olas intermitentes de angustia.
“¿Y si Elise muere?”
“¿Cómo podré seguir adelante sin esta hermosa persona en mi vida?”
Recuerdo tres momentos distintos que prepararon mi corazón para lo que vendría.
El primero vino al llamar a un amigo en común. Lloramos juntos por teléfono. Lamentamos juntos el accidente de Elise. Me sentí fortalecido por medio del Espíritu Santo mientras hablábamos.
El segundo llegó por la noche mientras caminaba por el campus de BYU – Idaho, reflexionando sobre lo que estaba sucediendo y hablando con el Señor en mi mente. Mientras hablaba con Él, finalmente sentí el poder de decir, con verdadera intención: “Hágase tu voluntad”.
Le dije que aceptaría que tuviera que llevarse a Elise. No sabía qué haría sin ella, pero le dije que confiaba en Él y que lo amaba. La sensación de amor que sentí de Él en ese momento me embargó del todo.
No fue solo un producto de mi imaginación. Era real. Es una experiencia que ha sido un ancla para mi testimonio de la realidad y el amor de Dios.
A los pocos días de esta experiencia empecé a sentirme más en paz, sin embargo Dios consideró oportuno seguir enseñándome. Su enseñanza llegó en el templo de Idaho Falls.
En la pared hay un hermoso mural. Estaba sentado junto a él, pero todo lo que podía ver era lo que parecían ser pinceladas aleatorias y bastante feas en la pared.
Mientras miraba estas pinceladas, el Espíritu Santo volvió a hablar a mi mente. Me enseñó que esta prueba era solo una pincelada en mi vida, pero no una al azar, Dios tenía un plan más grande en mente, Él estaba a la cabeza y estas experiencias obrarían juntas para mi propio bien y para el bien de los demás.
Seis semanas después, Elise dejó el hospital y comenzó una lenta y dolorosa recuperación. Quince meses después de su accidente, nos comprometimos. Tres meses después nos casamos.
Han llegado muchas más pruebas a nuestras vidas. Elise ha tenido complicaciones a causa del accidente, incluido un derrame cerebral. Ha habido algunas veces más en las que he tenido que enfrentar la posibilidad de perder a mi amada esposa.
Pero puedo testificar que a través de estas muchas aflicciones hemos podido experimentar la bondad de Dios. Durante las estancias en el hospital y los días posteriores en casa, pudimos sentir una luz en nuestros corazones. Hemos encontrado razones para reír, sonreír y alabarlo.
Hay más pruebas por delante, seguro, pero por estas experiencias pasadas sabemos que Dios es nuestro Padre.
Jesús es nuestro hermano. Y, junto con el Espíritu Santo, nos están conduciendo a la tierra prometida como lo hicieron con Nefi y su familia.
“Todo saldrá bien, pon tu confianza en Dios y sigue adelante con fe”. -Gordon B. Hinckley
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te fortalezco; siempre te ayudaré; siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”- Isaías 41: 10
Fuente: churchofjesuschrist.org