El milagro de los pescados + otras formas en que Jesús demostró Su enfoque en la familia

En nuestro estudio de las enseñanzas sobre las familias en los evangelios, ahora tomamos dos casos en los que Lucas, el único autor que conserva estos relatos, no repasa toda la historia.

Esta observación no debería sorprendernos porque sabemos por la revelación moderna que no poseemos todo el relato de lo que sucedió en el Monte de la Transfiguración (DyC 63: 21).

La primera historia tiene que ver con Zaqueo, el principal recaudador de impuestos de Jericó. La segunda historia tiene que ver con los detalles de los llamados de Pedro y Andrés, Santiago y Juan.

Al abordar el informe sobre Zaqueo, debemos pasar rápidamente a la llegada de Jesús a Jerusalén durante la última semana de Su vida. Todos los comentaristas están de acuerdo en que, según los evangelios sinópticos, Jesús llegó a Jerusalén el domingo por la tarde después de que Él y Su grupo de seguidores subieron de Jericó.

La pregunta es: Si Jesús y Sus seguidores pasaron el domingo caminando 15 millas hasta la capital, ¿dónde pasaron el sábado, el día de reposo? Cuando consultamos Marcos y Mateo, nos damos cuenta de que Jesús y los discípulos pasaron por Jericó desde un lugar al norte o este del pueblo y llegaron a Jerusalén en un día. Este fue un gran esfuerzo para todos los involucrados, ya que las mujeres y posiblemente los niños formaron parte del grupo viajero (Mateo 20:17, 20, 29; 21: 1; Marcos 10:32, 46; 11: 1; Lucas 23:49, 55).

Por supuesto, el evangelio de Juan recordó el acercamiento de Jesús a Jerusalén de manera diferente y puso a Jesús en Betania, evidentemente antes del sábado por la noche, para una cena en Su honor (Juan 12: 1, 12).

Es Lucas que, dentro de un marco de tiempo provisto por los sinópticos, proporciona una pista sobre el último día de reposo de Jesús en la mortalidad. Ahora, hablaremos de Zaqueo.

Zaqueo y Su familia

zaqueo y jesús

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Si Jesús llegó a Jerusalén a última hora del domingo por la tarde después de ir a la ciudad desde Jericó, como Lucas y los otros sinópticos indican claramente. Entonces, Él debió haber pasado el día de reposo en Jericó o cerca.

Recordemos que, cuando Jesús entró a Jericó, Zaqueo se subió a un árbol para ver a Jesús mientras pasaba con Su gran grupo de seguidores (Lucas 19:4). Cuando Jesús vio a Zaqueo en el árbol, gritó: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me aloje en tu casa” (Lucas 19: 5). En efecto, Jesús se extendió a sí mismo la invitación a la casa de Zaqueo. Jesús no pasó por ahí debido a una visita casual. Se trataba de algo más. En este sentido, ¿cuánto tiempo se quedó?

Si Jesús llegó a Jerusalén el sábado por la tarde después de caminar hacia la ciudad ese día desde Jericó. Entonces, Él pasó el sábado, el día de reposo, en Jericó. Considerando este punto de vista, Jesús fue invitado de Zaqueo desde el viernes por la tarde, la hora probable en que Jesús entró a Jericó, hasta la madrugada del domingo, cuando Él y Sus discípulos salieron del pueblo para dirigirse a la capital.

No hace falta mucha imaginación para concluir que Jesús pasó gran parte, si no fue todo, el día de reposo con Zaqueo y su familia, una bendición memorable para todos. ¿Qué más?  Jesús, Sus discípulos y la familia de Zaqueo pudieron haber asistido al servicio de la sinagoga en el pueblo, “conforme a su costumbre” (Lucas 4: 16).

Por supuesto, Jesús habría pasado tiempo discutiendo los principios del Evangelio con todos y cada uno. Además, aunque a muchos no les agradaba Zaqueo, los familiares y los vecinos habrían visitado la casa de este publicano durante este día de reposo para reunirse con su invitado de honor.

zaqueo y jesús

También podemos imaginar que, al final del día de reposo, como en una ocasión anterior, “al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, aponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba” (Lucas 4: 40).

Incluso si insistimos en armonizar el relato de Juan sobre Jesús y su estadía en Betania antes de dirigirse Jerusalén el domingo, lo que significa que Él llegó a Betania al menos el viernes por la tarde. Todavía nos quedamos con Jesús pasando una noche con Zaqueo y su familia en cierto punto, una bendición extraordinaria para ellos mientras Él se dirigía a la capital.

¿Conclusión? Para Jesús pasar tanto tiempo con este hombre y su familia claramente señala el gran valor que Jesús le dio al matrimonio, los cónyuges, los hijos y el hogar; un punto que Él enfatizó varias veces al llamar a Zaqueo “hijo de Abraham” (Lucas 19: 9).

En lugar de pasar por el árbol en el que se encontraba Zaqueo sin mirar, Jesús enfocó intencionalmente su atención en este hombre, un acto que revela un plan para interactuar de manera significativa con este principal de los publicanos y su familia. ¿Sus palabras? “es necesario que me aloje en tu casa” (Lucas 19: 5).

El milagro de los peces

El segundo ejemplo de Lucas y los otros escritores del Evangelio no repiten la historia completa, conforme reconstruyo los eventos, tiene que ver con los llamados de Pedro, Andrés y sus compañeros de pesca.

Lucas presenta su historia única al principio del capítulo cinco. Todos conocemos la historia.

Jesús tomó la barca de Pedro, mientras Pedro escuchaba y trabajaba en sus redes, Jesús se sentó en la barca y le habló a la multitud en la orilla de Capernaúm. Al final de este sermón, la multitud se marchó y Jesús le dijo a Pedro que remara al otro lado del lago y “echara sus redes para pescar”. Pedro respondió, “Maestro, hemos trabajado toda la noche y nada hemos pescado; pero por tu palabra echaré la red” (Lucas 5: 5).

Todos podemos volver a contar la historia a partir de este punto. Pedro dejó caer la red y se llenó de peces, tantos que su red comenzó a romperse. Casi podemos ver que algunos de los cordeles torcidos comienzan a descoserse mientras escuchamos que otros hilos se quiebran y rompen.

Pedro y su hermano Andrés, que estaba en el bote, un hecho asegurado por los pronombres plurales que se utilizan en este pasaje, llamaron a sus compañeros, Santiago y Juan, para que los ayudaran con la pesca. Cuando finalmente llenaron ambas barcas, éstas “comenzaron a hundirse” (Lucas 5: 7). ¿Qué hacer?

En este momento, sumergiéndose en la masa de pescados, Pedro “cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador” (Lucas 5: 8).

Después de que Pedro vio que Jesús echó a un demonio del cuerpo de un hombre en la sinagoga uno o dos días antes; después de haber sido testigo de que Jesús sanó a su suegra al cabo del servicio en la sinagoga; después de escuchar el sermón que Jesús dio en su bote; y, ahora que con la ayuda de Jesús tuvo una gran pesca, Pedro sintió que estaba en presencia de lo divino.

Sus compañeros pensaron lo mismo. Lucas registra brevemente que “cuando las barcas llegaron a tierra, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5: 11).

Pero, espera. ¿Qué pasó con todos esos pescados? ¿Creemos que Jesús realizó este milagro principalmente para impresionar a estos hombres? ¿Es esta la forma que Él escogió para que ellos se volvieran a Él? Al preguntarlo de otra forma, ¿Jesús realizó el milagro y, luego, dejó que todos estos pescados se desperdiciaran? ¿Los pescadores de toda la vida permitirían que se desperdiciaran todos esos pescados, hombres que sabían de su valor como alimento e ingreso?

Sin duda, el pescado alimentaría a las familias de los hombres que partían y les darían un pequeño ingreso si vendían parte del pescado en el mercado. Pero, esa ayuda duraría un máximo de 48 horas. Después de eso, el pescado se echaría a perder.

Cuando estaba estudiando este pasaje de Lucas, estas preguntas y observaciones me pusieron en un dilema. ¿Acaso Jesús usó el poder divino en un milagro que causó un gran desperdicio, especialmente considerando Su advertencia a la iglesia moderna: “¡Y ay de aquel que… desperdicia carne, no teniendo necesidad!” (D y C 49: 21)? Luego, encontré una posible respuesta a mi perplejidad.

También estaba buscando la forma en que los autores antiguos describen el Mar de Galilea porque Lucas lo llamó “lago” (Lucas 5: 1 – 2) y otros lo llamaron “mar” (Mateo 4:18; Marcos 1:16; Juan 6: 1; etc.).

En este esfuerzo, observé las obras de Strabo, un antiguo geógrafo, que también llamó a este cuerpo de agua, lago. Pero, al discutirlo, Strabo señaló la existencia de una industria de pescado seco a lo largo de la costa a unas cinco millas al suroeste de Capernaúm en un lugar llamado Taricheae, cuyo nombre proviene del término griego tarichos, que significaba “pescado seco o ahumado”.

De hecho, esta ciudad más tarde llevó el nombre de Magdala y en la época rabínica se llamó Torre de los Pescados.

Con el esfuerzo de navegar o remar los dos barcos hacia este pueblo, Pedro y sus compañeros conservarían su pesca durante meses, si no más. Por supuesto, como pescadores, conocían la ciudad y el servicio que podían encontrar ahí. Demos crédito a su buen juicio para preservar esta pesca inusualmente grande.

Asimismo, debemos darle crédito a Jesús por saber que estaba a punto de alejar a los proveedores de sus esposas e hijos y satisfizo gentilmente  las necesidades de estos miembros de la familia, tanto para su sustento como para su ingreso.

En mi opinión, el milagro de los pescados no fue simplemente para demostrar algo, sino que tenía un propósito noble e importante, la alimentación y el sustento de las familias. Esta preocupación por la alimentación de las familias de los Doce también involucra palabras de las escrituras modernas: “Yo, el Señor, les prometo [a los Doce] abastecer a sus familias” (DyC 118:3).

Así, de una manera inesperada, Jesús llevó a las familias a estar en el centro de este acto milagroso, llenando tal acto con gracia y significado tangible.

La ofrenda de la viuda

Jesús

Terminamos este segmento con algunas observaciones sobre la viuda pobre a quien Jesús notó cuando arrojó sus dos monedas a uno de los cofres del templo.

Había trece cofres, en forma de trompetas, con etiquetas que indicaban el tipo de ofrenda que debía ir en cada uno. La viuda pobre probablemente puso su ofrenda en el cofre con la etiqueta de “ofrendas voluntarias”.

Lo que no se vio fue que su ofrenda disminuyó su capacidad para proveer para sí misma y sus hijos, si estaban aún en casa, incluso en las formas más básicas: “Mas ella, de su pobreza, echó todo el sustento que tenía” (Lucas 21: 4). Fue una verdadera discípula, dio todo.

Además, la atención de Jesús a la viuda revela todo Su interés en las familias, especialmente las familias que experimentan enormes desafíos en ausencia del padre. ¿Cómo es eso? Porque el Antiguo Testamento, la escritura guía de la sociedad de Jesús, vincula el bienestar de las viudas con el de los huérfanos  (véase Deut. 14:29; Isa. 1:17; Jer. 7: 6; 22: 7; Ezequiel 22: 7; Zac. 7:10; etc.).

Más que esto, las escrituras insisten en que el maltrato a las viudas y huérfanos llevará al pecador a “caer en manos del Dios vivo” (Heb. 10:31; ver. Deut. 10:18; Sal. 146: 9).

Para resumir, un breve estudio de los evangelios del Nuevo Testamento muestra el interés de Jesús en las familias. Solo debemos pensar en el tiempo que pasó en el hogar del principal de los publicanos, Zaqueo, bendiciendo con su presencia a él y su familia; su esfuerzo noble por abastecer a las familias de Sus discípulos escogidos y su preocupación por las viudas y otros, desposeídos y vulnerables de la sociedad.

Esta es la traducción del artículo que fue escrito originalmente por S. Kent Brown y fue publicado en ldsliving.com con el título “The Miracle of the Fishes + Other Ways Jesus Demonstrated His Focus on the Family”.

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