¿Es la ira un pecado? Escuché muchas respuestas diferentes cuando le hice esta pregunta a la gente. Algunos dicen que es un pecado porque aleja al Espíritu. Algunos dicen que no es pecado si es que la ira se controla adecuadamente. Sin embargo, los líderes de la Iglesia recomiendan fervientemente a los miembros evitar la ira, especialmente cuando causa estrés en nuestras familias.
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Esto es lo que las autoridades de la Iglesia han dicho sobre la ira y cómo podemos enfrentarla en nuestras vidas.
La ira como “un pensamiento de pecado”
El fuego si no se controla adecuadamente puede causar un gran desastre y sucede lo mismo con enojo. Si no tenemos cuidado, la ira puede hacerse cargo y dañar a las personas que nos rodean.
El presidente Spencer W. Kimball dijo que “la ira es un pecado mental”, también dijo que si un hombre no controla sus pensamientos, muy fácilmente puede se llevado a una acción de pecado. Él explicó que cuando Cristo predicó el Sermón del Monte, dio una Ley superior:
“Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje con su hermano será culpable de juicio.” (Mateo 5:21-22).
El hermano Burton C. Kelly expuso este concepto en un artículo de la Liahona de 1980, diciendo:
“La ira en contra de los demás es el resultado del pecado o el pensamiento injusto. El enojo es [lo que algunos usan] para controlar a otros. Algunas personas han aprendido a emplearlo como si fuera un arte. Obtienen lo que quieren mostrándose violentos y enojados… El enojo tiene el indigno propósito de tratar de limitar la libertad de otras personas.”
Aunque algunos pueden argumentar que hay una forma saludable de liberar su enojo, el hermano Burton sugirió que “nuestro objetivo no es sólo la liberación constructiva del enojo, sino la eliminación de la ira.”
La ira de Dios
Hay varias referencias sobre la ira de Dios en las Escrituras. El hermano Burton explicó cómo la ira de Dios difiere de la ira y el enojo de los hombres:
“La ira es un sentimiento de hostilidad, resentimiento, ira o enojo. Ninguno de estos sentimientos estuvo presente y, pienso, nunca estuvo presente en Dios. Creo que las acciones de Dios a veces se interpretan como resultado del enojo porque Él atribuye consecuencias, incluido el castigo, por la violación de Sus leyes. Sin embargo, cuando miramos el castigo de Dios, nos damos cuenta que es justo; no hay ningún elemento que indique hostilidad o venganza… Muchas escrituras afirman que el castigo del Señor y el sufrimiento que proviene de ello son para el beneficio de Sus hijos y surgen de la compasión.”
Un ejemplo de este tipo de ira se puede encontrar en la Biblia, cuando Jesús expulsa a los cambistas del templo. En este caso, Jesús dice:
“Y dijo a los que vendían las palomas: ¡Quitad esto de aquí y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado!” (Juan 2:16).
La “ira” de Jesús, como lo describe la Biblia, se usa en esta circunstancia para servir a Dios, honrarlo y bendecir a Sus hijos.
Se puede encontrar otro ejemplo cuando José Smith reprendió a los guardias en la cárcel de Richmond. Parley P. Pratt registró sobre lo que pasó la noche en que él y el profeta José escucharon a los guardias de la prisión presumiendo de asesinar y violar a los santos en Misuri:
“Había escuchado hasta sentirme disgustado, atónito, horrorizado y lleno del espíritu de indignación y justicia que apenas pude evitar levantarme y reprender a los guardias, pero no le había dicho nada a José ni a nadie más, y aunque yo estaba recostado junto a él yo sabía que él estaba despierto.
De repente, él se puso de pie y habló con una voz de trueno, o como un león rugiente, pronunciando lo más cerca que puedo recordar, las siguientes palabras: “‘¡SILENCIO, demonios del abismo infernal. En el nombre de Jesucristo los reprendo, y les mando callar; no viviré ni un minuto más escuchando semejante lenguaje. ¡Cesen de hablar de esa manera, o ustedes o yo moriremos EN ESTE MISMO INSTANTE!’” (Parley P. Pratt: Autobiography of Parley P. Pratt, capítulo 26).
Los guardias permanecieron en silencio hasta el final de su turno. La ira de José Smith en este caso fue un reflejo del amor que sentía por los Santos. A partir de estos relatos, podemos ver que la ira de Dios se centra en servir a nuestro Padre Celestial, compartir el amor y el deseo de que los demás mejoren y progresen. Este enojo o emoción no está motivada por el egoísmo sino que refleja el deseo de seguir la voluntad de Dios.
Cómo lidiar con la ira y el enojo en nuestras vidas
Una de las grandes asignaciones de nuestra vida es gobernar nuestros pensamientos y emociones. El presidente Hinckley dijo que la ira es “una indicación de la incapacidad de uno para controlar sus pensamientos, palabras y emociones.”
En la Guía para la Familia se nos dice:
“Por lo tanto, estar enojado es una elección que hacemos; no es ‘causado’ por nada ni por nadie fuera de nosotros mismos. Si podemos enseñar a nuestros hijos, en palabras y acciones, que la elección de no responder con ira y enojo está bajo nuestro control, les enseñaremos una de las lecciones más valiosas de la vida.”
Para superar la debilidad humana, simplemente no podemos hacerlo por nosotros mismos, necesitamos la gracia de Dios.
La psicóloga SUD, Wendy Ulrich, dijo en un artículo de la Liahona de 2015 que para vencer la debilidad humana necesitamos tener humildad, fe en Cristo y un gran esfuerza para superar aquello que no nos deja avanzar. Aún cuando la ira surge, podemos elegir no actuar en ella, a cambio podemos dejar que nuestras emociones nos inviten a tener a un mayor deseo de servir a Dios y a Sus hijos.
El Manual para Familias continúa diciendo:
“Cuando estamos motivados por el amor, más que por el egoísmo, no permitiremos que la ira influya en nuestras relaciones con los demás.”
Siempre que sientas enojo, pregúntate por qué te sientes de esta manera y ora a Dios para que te ayude a manejar el problema de una manera constructiva y eliminando los sentimientos negativos.
“Si nuestros sentimientos son buenos, es mucho más probable que tengamos los deseos adecuados, tomemos las acciones correctas y actuemos por las razones correctas.” Elder Oaks (“Pure in Heart”)
El hermano Burton también ofreció un consejo sobre el manejo de la ira:
“Hasta que logramos nuestro objetivo de no enojarnos, debemos recordar que el Evangelio contiene guías para la liberación constructiva de la ira. Uno de ellos viene de Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. En otras palabras, enfréntate a la expresión de la ira en lugar de permitir que se alimente.”
No te desanimes cuando trates de enfrentar tus sentimientos de enojo. Recuerda que la perfección no se puede lograr en esta vida, así mismo, con la ayuda de Dios podemos continuar mejorando y desarrollando relaciones más fuertes con los que están a nuestro alrededor.
Este artículo fue escrito originalmente por Yvonne Liu y fue publicado por ldsliving.com bajo el título de “Is Anger a Sin? Insights from Church Leaders and the Scriptures”