La Pornografía peligrosa
El siguiente artículo fue escrito por Jeremy Goff, destacado en ldsliving.com y traducido por Mariela Viernes.
Los Santos de los Últimos Días a menudo saben de los peligros de la pornografía. Sin embargo, a veces al hablar de la pornografía podemos confundir el pecado con el pecador. Aquí hay tres maneras en las que a veces los mormones hacen más daño que bien a aquellas personas que luchan contra la pornografía peligrosa.
La pornografía peligrosa no sólo perjudica a la persona que la ve
Yo sabía que la pornografía era mala. Crecí en Utah Valley: el corazón del mormonismo. Pero siempre había pensado que al menos que estés casado, la pornografía sólo perjudica a la persona que la ve. Estaba equivocado, totalmente equivocado.
Todavía recuerdo el día como si fuera ayer. Entré y vi a mi mejor amigo viendo pornografía en la computadora. Él salió rápidamente del buscador de la web con la esperanza de que yo no haya visto lo que él estaba viendo, pero después de hacerle preguntas y de abrir la historia del navegador web, lo encaré. Él rompió en llanto y me pidió que no le dijera nada a nadie. Le dije que no se lo diría a nadie, pero que tenía que buscar ayuda del obispo, lo cual hizo.
Este suceso hizo que me diera cuenta que debido a que la pornografía estaba perjudicando a los que amo, también me estaba lastimando. Esto también marcó la la primera vez que me di cuenta que la pornografía estaba lastimando a mis seres queridos. Desde entonces he tenido un sinnúmero de encuentros con la pornografía y con su inmundicia que ataca a los que amo. El tratar de ayudar a las personas que amo ha causado que la pornografía se convierta en mi lucha personal; causó que me uniera a la guerra contra la pornografía.
Me he dado cuenta de que muchas personas dentro y fuera de la Iglesia se han unido en la lucha contra la pornografía. Pero hay algo que nos está lastimando en la guerra, [y más a todos los que están luchando para superar la adicción]. Me he dado cuenta que nuestra cultura nos está lastimando en la lucha contra la pornografía de tres formas: avergonzando, juzgando, y no teniendo perdón.
La vergüenza lleva a que una persona se esconda. Llévala a la luz.
Se nos ha enseñado tanto sobre los males de la pornografía que para muchas personas se ha convertido en el motivo para romper relaciones. Se ve con tanta vergüenza que en lugar que el joven que está luchando con la pornografía vaya a sus padres o obispo en busca de ayuda, tiene miedo de lo que sucederá. ¿Cómo reaccionarán sus padres? ¿Cómo reaccionará su obispo? ¿Y sus amigos? ¿La gente en su capilla?
Todos sabemos que la pornografía es mala, pero te sorprenderías cuántos hombres jóvenes, y misioneros retornados que sabían que luchaban con la pornografía se esconden por miedo a la vergüenza. El miedo de no ser capaz de ir a la misión, al templo, salir a citas o el miedo a no encontrar a una esposa.
Este miedo a la vergüenza les ha llevado a perder la batalla, porque no pueden encontrar ayuda, tienen miedo que las personas que deberían estar ahí para ellos, los juzguen y se burlen de ellos. En lugar de incitar el miedo en los que nos necesitan, extendamos la mano y hagamos que sepan que nos unimos en su cruzada personal y la lucha contra la pornografía. Palabras sabias de Marion D. Hanks en la Conferencia, abril de 1979.
“Los holocaustos no solo son causados por la explosión atómica. Un holocausto se produce cuando se avergüenza a una persona”.
~ Abraham Joshua Heschel
Juzgar. ¿Odiamos al pecado o al pecador?
La cultura enseña a las mujeres jóvenes que se merecen un hombre joven que nunca ha incurrido en la pornografía. Se enseña que si un joven lo ha hecho una vez, él se inclina de forma permanente a la pornografía. Se habla tanto de evitar que no abordamos el hecho de que muchos jóvenes han metido la pata y ven porno. ¿Y que? ¿Queremos que se arrepientan o que lo oculten?
Todos los que se ha recuperado de una adicción a la pornografía estarán de acuerdo, el primer paso para superar la pornografía es admitir que hay un problema. Creemos un ambiente en nuestras familias, barrios y estacas, y con nuestros amigos, un ambiente en el que sepan que no vamos a juzgarlos. La lucha es real… pero Jesucristo también lo es.
Perdonar a otros. ¿Creemos en la expiación o no?
Con demasiada frecuencia, estamos reviviendo la historia de los deudores, en busca de piedad por nuestros propios errores que a menudo vemos como menos graves que los pecados de los demás, a quienes no perdonamos. Nos olvidamos de esta importante verdad sobre el verdadero arrepentimiento, nuestro perdón depende si perdonamos a los demás. Si no perdonamos a los demás, no nos hemos arrepentido.
“Y también os perdonaréis vuestras ofensas los unos a los otros; porque en verdad os digo, que el que no perdona las ofensas de su prójimo, cuando este dice que se arrepiente, tal ha traído sobre sí la condenación”. Mosíah 26:31.
La semana pasada estaba hablando con un amigo acerca de este tema y él compartió esta historia.
“Un amigo mío estaba en una seria relación con una chica, habían empezado a hablar de matrimonio. Mi amigo decidió que merecía saber que antes de su misión tuvo problemas con la pornografía. Él había hablado con su Obispo, se había arrepentido, fue a una misión, y era un digno poseedor del Sacerdocio y digno de entrar al templo. Ya no tenía problemas con la pornografía, pero sintió que debía ser completamente honesto con la chica que estaba a punto de comprometerse. Así que le contó su pasado y ella lo dejó al día siguiente”.
Esta historia no es única, esta historia ilustra un problema dentro de la cultura, entendemos mal la Expiación. ¿Creemos que su gracia es suficiente para nosotros, pero no para otros que hemos pecado? Exigimos obras, exigimos que paguen por los pecados que Cristo ya ha pagado.
Hablamos mucho acerca de cómo la pornografía mata el amor. Es cierto, la pornografía destruye a la gente y es una advertencia necesaria. Pero más importante que comprender que la pornografía mata el amor es la comprensión de que el amor de Cristo mata a la pornografía. La Expiación es real, usala y permite que otros la usen, Jesucristo murió para sanar el alma y reparar los daños que cualquier pecado puede causar.
En verdad el amor de Cristo mata la pornografía y nos sana. Me hago eco de las declaraciones de Boyd K. Packer. “No existe el hábito, la adicción, la rebelión, la transgresión, la apostasía, ni el crimen en los cuales no pueda cumplirse la promesa de un perdón completo. Esa es la promesa de la expiación de Cristo”.