¿Le gustaría ser rico? Mucha gente sueña en convertirse de algún modo en gente adinerada, tener la riqueza en su vida diaria y ser capaz de tener todo lo que quieren. Desafortunadamente, algunas de las personas que han tenido ese sueño hecho realidad ven que el sueño se convierte en pesadilla. Ser pobre es una prueba, pero ser rico puede ser una prueba de diferente manera. A la gente en el Libro de Mormón con frecuencia se le recordaba de esto cuando su sociedad experimentaba lo que los mormones llaman “el ciclo del orgullo”.
El Libro de Mormón es un libro de escrituras que acompaña a la Biblia. Al igual que la Biblia, tiene lugar en tiempos antiguos, empezando alrededor del año 600 a.C. Testifica de la divinidad de Jesucristo y nos ayuda a comprender los principios cristianos esenciales. Hay dos sociedades presentadas en el Libro de Mormón (aunque existieron otras también). Los nefitas por lo general eran fieles seguidores de Dios y los lamanitas eran malvados. Sin embargo, estos papeles se invertían en ocasiones.
El ciclo del orgullo señala un patrón básico de la civilización que más a menudo se muestra como un círculo. Pueden ver una representación de este círculo en el Manual de Institutos del Libro de Mormón:
Ilustración del Ciclo del Orgullo
Aunque el ciclo del orgullo en el Libro de Mormón normalmente se refiere a naciones, también podemos notar este patrón en las vidas individuales. Cualquiera de nosotros podría encontrarse en el ciclo del orgullo. Puede que no sea la riqueza lo que la produce, pero el orgullo siempre está en el centro del problema.
Ciclo del Orgullo: Rectitud
Para comprender cómo funciona, imaginen que todos en su ciudad deciden empezar a intentar guardar todos los mandamientos y comportarse como cristianos. Ese es el primer paso en el ciclo del orgullo. Debido a que todos están guardando los mandamientos, Dios les da grandes bendiciones. Estas bendiciones a veces incluyen el éxito financiero, aunque éste no es un resultado garantizado de la obediencia a Dios. Sin embargo, cuando toda una nación es justa, el país por lo general prospera simplemente porque todos se ayudan entre sí a ser exitosos, cuidan de los pobres, practican la integridad y trabajan duro. El trabajo de todos en unión a menudo llevará a la prosperidad, porque los valores cristianos están diseñados para ayudarnos a ser exitosos de diferentes maneras.
Ciclo del Orgullo: Iniquidad y orgullo
Desafortunadamente, después de un tiempo, la gente en el país de uno se vuelve un poco orgullosa de sus logros. Este no es el tipo de orgullo que dice: “¡Oigan, miren lo que Dios y yo hemos logrado juntos!” En lugar de ello, empiezan a creer que lo hicieron todo por cuenta propia y sin la ayuda de Dios (o cualquier otra persona, para tal caso). Esto lleva a una conducta orgullosa.
Un profeta del Libro de Mormón llamado Alma observó la iniquidad que venía a los miembros de la Iglesia cuando eran bendecidos con riqueza. Notó que empezaban a discutir entre ellos, lo que provocaba que muchos conversos potenciales rechazaran la Iglesia. También notó malicia, persecución, orgullo y envidia entre los miembros de la Iglesia.
Vio que en lugar de cuidarse unos a otros, como lo habían hecho en el pasado, dejaban que el enfermo, el hambriento y el necesitado sufrieran, prefiriendo guardar sus grandes riquezas para su propio beneficio. El problema aún no se había expandido, pero los que continuaban en sus obras caritativas luchaban por mantenerse y estaban frustrados por la falta de compasión entre sus conciudadanos.
Alma también estaba muy preocupado de haber dado su rol de liderazgo a otra persona, conservando sólo el título de Sumo Sacerdote. Él salió para tratar de solucionar el problema, y eso nos lleva al siguiente paso en el ciclo del orgullo.
Ciclo del Orgullo: Dios advierte a la gente
Cuando sucede esta caída, Dios se enoja. Él nos ama y a nuestro país y quiere que conservemos todas a esas grandes bendiciones que nos ha dado. Sin embargo, todos los padres saben que cuando los hijos se comportan de manera equivocada, debe haber consecuencias. Dado que Dios nos ama, primero nos da una advertencia. Esto lo hace por medio de Sus profetas, quienes nos hacen saber que vamos por mal camino. Los profetas nos advierten que necesitamos empezar a guardar los mandamientos y a recordar la fuente de nuestras bendiciones.
Ahora, probablemente sepan cómo se siente la mayoría de la gente acerca de que se les diga qué hacer. Ezra Taft Benson, un ex profeta mormón, explicó:
El profeta viviente nos dice lo que necesitamos saber ahora, y el mundo prefiere que los profetas estén muertos o que los dejen en paz…. Cómo respondemos nosotros a las palabras de un profeta viviente cuando nos dice lo que necesitamos saber, pero que tal vez no queremos oír, es una prueba de nuestra fidelidad.—Ezra Taft Benson, Catorce Razones para seguir al Profeta (página en inglés).
Mucha gente fracasa en esta prueba. Cuando toda una sociedad lo hace, el mundo empieza a desmoronarse. Las bendiciones que vienen como resultado de tomar decisiones cristianas desaparecen. Un profeta antiguo del Libro de Mormón llamado Helamán, advirtió a su pueblo que se habían enfocado en obtener riquezas y fama, en lugar de en obedecer a Dios y esto significaba que sus corazones estaban en las cosas del mundo, no en las prioridades eternas. Mucha gente piensa que es una mejor forma de vivir, pero es de muy poca visión.
Alma, cuya preocupación por el ciclo del orgullo entre su propio pueblo lo llevó a retomar el oficio de gobernador, tomó acción:
“E hizo esto para poder salir él mismo entre los de su pueblo, o sea, entre el pueblo de Nefi, a fin de predicarles la palabra de Dios para despertar en ellos el recuerdo de sus deberes, y para abatir, por medio de la palabra de Dios, todo el orgullo y las artimañas, y todas las contenciones que había entre su pueblo, porque no vio otra manera de rescatarlos sino con la fuerza de un testimonio puro en contra de ellos (Alma 4:19)
Tristemente, muy pocas personas respondieron a los recordatorios de Dios de volver al camino. No lo hicieron en los tiempos de Alma y no lo hacen hoy en día. Esto significa que Dios no tiene otra opción que pasar al siguiente paso, y no es uno agradable.
Ciclo del Orgullo: Destrucción y sufrimiento
Dios no tiene que aparecerse y destruir a una nación que se ha colmado de orgullo, desobediencia y falta de fe. Todo lo que tiene que hacer es dejar de ayudarlos. Cuando enfrentan una prueba, se encuentran a sí mismos por cuenta propia. Muchas veces en el Libro de Mormón, los profetas y líderes militares temieron por sus naciones debido a que sabían que la iniquidad de la mayoría de la gente estaba provocando el retiro de Dios. Cuando iban a la batalla, Dios no tomaba un lado. ¿Cómo podría? Ningún lado estaba a Su lado.
La vida es difícil. Está llena de peligros, decisiones difíciles y gente malvada. Cuando Dios está de nuestro lado, podemos manejarla, pero cuando le volvemos la espalda, tenemos que enfrentar estas pruebas nosotros solos. No es Dios quien tomó la decisión. Somos nosotros. Cuando hacemos lo que se espera que hagamos, Dios tiene que mantener Sus promesas y está feliz de hacerlo. Sin embargo, estas promesas se basan en nuestra voluntad de hacer las cosas correctas. No es una beneficencia.
La gente del Libro de Mormón experimentó las consecuencias de desobedecer a Dios y de decidir que no lo necesitaban. Con el tiempo, se dieron cuenta de que sí lo necesitaban. La siguiente etapa en el ciclo del orgullo nos pone al principio de este círculo vicioso.
Ciclo del Orgullo: Humildad y arrepentimiento
Por lo general, la gente del Libro de Mormón finalmente se daba cuenta de que realmente no podrían estar seguros de sus enemigos, o incluso de sí mismos, sin ayuda divina. Comprendían que sus bendiciones anteriores habían sido resultado de la ayuda de Dios, no de sus propios méritos. Después de todo, no habían sido capaces de sostener esas bendiciones una vez que Dios les dio lo que creían que querían, la capacidad de hacer todo lo que quisieran sin que Dios pusiera normas que no querían seguir.
Se volvían humildes nuevamente y se arrepentían de sus pecados. Cuando lo hacían, Dios volvía gozoso a ayudarlos. Él nos ama y quiere que tomemos buenas decisiones. Ama darnos todas las bendiciones que podamos recibir. Sólo necesita que hagamos nuestra parte. Esto es comprensible para cualquiera que ha sido padre o que trabaja con niños. Necesitamos consecuencias con el fin de madurar y crecer, pero cuando aprendemos las lecciones de estas consecuencias y hacemos cambios, podemos llevar nuestra vida de vuelta al camino eterno.
Ciclo del Orgullo: Empezar nuevamente
La gente del Libro de Mormón, y de la ciudad que ha estado imaginándose durante este tema, ahora son humildes y obedientes. Esto los lleva al principio del círculo y nuevamente empiezan a recibir bendiciones y prosperidad. Lamentablemente, sólo toma unas generaciones antes de que la gente olvide las lecciones aprendidas y pase a los aspectos menos agradables del círculo.
El Círculo del Orgullo en nuestras propias vidas
Aunque las discusiones del Libro de Mormón sobre el ciclo del orgullo a menudo se refiere a las naciones, cada persona puede encontrarse a sí misma en este ciclo también. Se nos enseña que el trabajo duro puede traer éxito, cosa que sí hace. Sin embargo, el trabajo duro y Dios pueden traer mayores éxitos. El éxito puede ser en la forma de riquezas, pero hay muchas otras bendiciones que Dios puede elegir entregarnos. Esto es importante porque aquellos de nosotros que elegimos seguir a Dios y guardar los mandamientos, recibiremos las bendiciones que Dios elige para nosotros. Estas bendiciones no serán de la misma forma para todos.
La parte importante de la lección no es cuáles bendiciones se reciben, sino cómo se las ve. ¿Recuerdan la mano de Dios en su vida? ¿Le agradecen por enviarles esas bendiciones? ¿Olvidan que vienen de Él y las atribuyen a su propio mérito, sabiduría y trabajo duro?
Si olvidan darle el crédito a Dios, se arriesgan a empezar a resbalar de la cumbre del círculo del ciclo del orgullo y empezar el proceso desagradable de trabajar por cuenta propia para atravesar las consecuencias desafiantes del egocentrismo. Depende de nosotros el asegurarnos de no dejar que nuestros dones de Dios nos hagan orgullosos. Queremos permanecer en la cumbre del mundo, o del ciclo, en todo momento, y eso requiere que seamos conscientes.
El ciclo del orgullo también nos recuerda que aunque a menudo soñemos con grandes riquezas, puede ser un gran desafío para quienes se rehúsen a utilizarlas sabiamente. Para muchos, no ser ricos es un regalo de Dios para nosotros. Existen muchas formas de ser bendecidos y la riqueza podría simplemente ser la menos importante de todas ellas.
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