Debí haber dicho algo. No debí haber dicho nada. ¿Por qué hice eso? ¿Por qué no hice eso? Debí haber tomado otra decisión.
Si alguno de estos pensamientos dolorosos te suena familiar, bueno… bienvenido al mundo real.
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A veces, estos lamentos se centran en las cosas malas que hemos hecho. Y otras veces, simplemente están vinculados a oportunidades que perdimos que pudieron agregar algo significativo en nuestras vidas.
El Elder Dieter F. Uchtdorf contó una vez la historia de una enfermera que cuidaba a los pacientes con enfermedades terminales. Al preguntarles qué hubieran querido cambiar en sus vidas, muchos pacientes dieron respuestas similares. Estas respuestas se pueden condensar en tres grandes lamentos de los cuales todos nosotros definitivamente podemos aprender:
1. “Ojalá hubiera pasado más tiempo con las personas que amo”
Nuestro mundo parece moverse a un ritmo cada vez más rápido. Por extraño que parezca, conozco a muchas personas, incluido yo mismo, que a veces ven “lo ocupado que están como un símbolo de honor”, como lo expresa el Elder Uchtdorf. En el ajetreo y el bullicio de la vida moderna, nos hemos convencido mutuamente de que así es como siempre se ve el éxito.
Pero, ¿qué y a quién estamos perdiendo en esa constante actividad?
No me malinterpretes as actividades productivas a lo largo de tu día no son malas, y preocuparse mucho por tu carrera profesional no es malo. Y, por supuesto, algunas personas no tienen más opción que trabajar muchas horas para ayudar a quienes están a su cuidado. Pero el estar ocupados por el bien de estar ocupados puede distraernos fácilmente de aquellos que nos aman y, a menudo, nos necesitan.
Me gusta el pensamiento que el Elder Uchtdorf tuvo sobre cómo fueron los días de la corta vida del Salvador aquí en la tierra. En lugar de correr de una reunión a otra, lo imaginó “viviendo cada día con un propósito” y dando a otros “el precioso regalo de Su tiempo”.
Así que bajemos un poco la velocidad y hagamos tiempo para las personas que más nos importan.
2. “Ojalá hubiera estado a la altura de mi potencial”
La hermana Sheri L. Dew una vez compartió con Deseret News uno de sus “mayores lamentos” en la vida. Cuando era joven, logró volverse muy buena jugando baloncesto por lo que decidió que quería jugar en la universidad.
Pero cuando se presentó en la puerta del gimnasio de BYU para las pruebas de selección del equipo, el miedo la congeló en el acto.
Ella nunca pisó el gimnasio para hacer las pruebas, por el contrario, se pasó tres horas dando vueltas afuera del gimnasio. Después de aproximadamente treinta años, la hermana Dew fue invitada a discursar para las atletas femeninas de BYU, por lo que contó esta historia. Después de la charla, el entrenador del equipo del año 1971, el equipo al cual la Hermana Dew casi se presentó, se acercó a ella y le dijo que ese año le era fácil de recordar porque a su equipo le había faltado una jugadora.
Eso duele.
Estoy dispuesto a apostar que todos hemos tenido experiencias similares en las que el miedo y la duda nos han impedido tener una gran oportunidad. Por suerte, el Elder Uchtdorf nos ha ofrecido este gran consejo:
“Decidamos seguir al Salvador y trabajar con diligencia a fin de llegar a ser la persona que fuimos creados para ser. Escuchemos y obedezcamos las indicaciones del Santo Espíritu; al hacerlo, el Padre Celestial nos revelará cosas que no sabíamos sobre nosotros mismos. Él iluminará el camino por delante y nos abrirá los ojos para que veamos nuestros desconocidos y quizá nunca imaginados talentos.”
3. “Ojalá me hubiera permitido ser más feliz”
“Seré feliz cuando… tenga más dinero, termine mi carrera, llegue el fin de semana, encuentre un nuevo trabajo, supere este desafío…”
¿Suena familiar? Caigo en esta trampa de pensamientos más de lo que me gustaría admitir.
Esperar un mejor mañana sólo apaga las razones para ser felices hoy, y, antes de que nos demos cuenta, demasiados “hoy” han pasado antes de que ese “mañana” finalmente llegue. Pero, aún entonces, a veces ese “mañana” no es tan dulce o satisfactorio como ansiosamente esperábamos que sería.
Hoy es siempre es el momento de mirar a tu alrededor y tomar nota de las razones por las cuales puedes tener alegría. Incluso en los días difíciles, habrá al menos una cosa que podemos apreciar y en la que podemos encontrar la felicidad.
Necesitamos recordar que “este es el día que hizo Jehová” y “nos regocijaremos y nos alegraremos en él” (Salmos 118: 24).
¿Cuál es nuestra mayor defensa contra estos lamentos?
El Elder Uchtdorf testifica que “los lamentos más profundos del mañana pueden evitarse siguiendo al Salvador hoy”.
Tenemos el ejemplo más grande de lo que significa vivir una vida con propósito. El Salvador amó y pasó tiempo con aquellos que lo necesitaban. Nos mostró que podemos hacer cosas difíciles con el fin de alcanzar nuestro potencial divino. Él enseñó que siempre hay una razón para estar feliz y agradecido. Esforzarse por vivir como lo hizo nos lleva a donde queremos estar y si es que nos equivocamos, el maravilloso regalo de la Expiación está allí para ofrecernos un nuevo comienzo.
¿Recuerdas lo que el Señor le dijo a José Smith cuando él y Martin Harris perdieron las 116 páginas del Libro de Mormón?
“Mas recuerda que Dios es misericordioso; arrepiéntete, pues, de lo que has hecho contrario al mandamiento que te di, y todavía eres escogido, y eres llamado de nuevo a la obra.” (DyC 3:10)
No importa cuántos lamentos haya en tu pasado, cada día es una nueva oportunidad para tener más determinación para con nuestras acciones. Cada uno de nosotros es “nuevamente llamado” a vivir en la mejor manera que podamos.
Y al avanzar, estoy seguro, encontraremos más personas que necesitan ser amadas, oportunidades que tomar y momentos que disfrutar.
Este artículo fue escrito originalmente por Morgan Wykstra y fue publicado originalmente por thirdhour.org bajo el título “The 3 Most Common Life Regrets Show Us What’s Really Important”