“Me es imposible sentarme en el asiento de al lado y no recordar mi propia experiencia con las lecciones que mi padre me enseñó.”
Mi hijo mayor obtuvo su permiso de aprendizaje la semana pasada.
Espera, ¿qué?
Sólo fue ayer cuando jugaba con un auto de juguete amarillo con rojo por el patio, aterrorizando a las plantas, macetas y los aspersores.
Hoy está sentado al volante de un Volkswagen Jetta conduciendo por las calles del vecindario, evitando otros autos, bicicletas y corredores.
Desearía no haber parpadeado.
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Me es imposible sentarme en el asiento de al lado y no recordar mi propia experiencia a la misma edad con mi padre al aprender a conducir.
Mi padre agarraba la manija de la puerta agrietada por el sol de nuestro Dodge Hornet como si hubiera estado atado al exterior de un cohete que se dirigía a la luna.
Probablemente un buen presentimiento de su parte, no era el conductor más cuidadoso a esa edad.
Mirando en el espejo retrovisor de la vida, mi papá era lo que podrías llamar un instructor incansable.
“Lo estás haciendo bien.”
“Nada mal.”
“Quédate en tu carril.”
“Chequea tu velocidad.”
“Te estás acercando un poco hacia la zanja de la derecha.”
“Hijo, vas a caer en la zanja.”
“¡Rayos, Jason! ¡Sal de la zanja!”
Que buenos tiempos.
Hubieron, por supuesto, innumerables lecciones entretejidas en esos kilómetros recorridos.
Años después, estas lecciones vienen a mí como carteles luminosos al costado de la carretera de la vida.
Sé amable con los otros conductores: No tenemos idea de lo que sucede dentro de su auto o los desafíos que han tenido que atravesar. Y siempre busca ayudar a los que tienen problemas con su auto. Después de todo, ¿acaso no tratamos de ayudarnos mutuamente a llegar a casa a salvo?
Presta atención a las señales: A veces están al lado del camino; a veces vienen del cielo. Es peligroso ignorar cualquiera de estas.
El exceso de velocidad mata: Hay momentos para avanzar rápido y momentos para conducir lento. Aprende cuál es cuál. Nunca olvides que si vas demasiado rápido por mucho tiempo, podrías terminar sin gasolina varado al lado de la carretera.
Conoce tu carril: Aprende en qué carril se supone que debes de estar, pero no tengas miedo de cambiar de carril cuando se presente la oportunidad adecuada. Y cuando lo hagas, se cortés con las personas que te rodean y que no necesariamente quieren cambiar de carril al mismo tiempo que tú. Respeta su albedrío.
Tuve muchas lecciones.
A medida que mi mente y mis recuerdos me trasladan de ese viejo Dodge al Volkswagen de ahora, es que finalmente reconozco que esas lecciones fueron tanto para la vida fuera del auto como dentro de él.
En aquel entonces, al final de las lecciones, era yo quien le entregaba las llaves a mi papá, mi instructor, el hombre que nos llevaría a casa.
Ahora es mi turno de recibir las llaves de mi estudiante.
En aquel entonces deseaba más que nada poder ser you quien nos llevase de regreso a casa.
¿Pero ahora? Oh, cómo deseo que mi papá hubiera podido conducir por todo el camino.
Espero que mi hijo esté escuchando cuando le diga que debe prestar atención, que gane confianza, que aprenda las lecciones y que confíe en su instructor.
Porque por mucho que quiera, sé que no puedo llevarlo todo el camino de regreso a casa.
Este artículo fue escrito originalmente por Tad Walch y fue publicado originalmente por deseret.com bajo el título “‘Pray for me,’ Colombia President Iván Duque says to President Nelson in meeting in Bogotá”