La libertad es un principio importante del evangelio de Jesucristo. Si bien la libertad tiene muchos niveles de significado, podemos ver el amor de Dios por la libertad en Su respeto por nuestro albedrío. Somos libres de actuar por nosotros mismos.
Sin embargo, Satanás es el gran enemigo de la libertad. Amenaza nuestra libertad de muchas maneras. Puede distorsionar nuestra mente para que pensemos que deberíamos poder actuar sin ninguna consecuencia. Puede llenarnos de orgullo al pensar que estamos por encima de la ley de Dios. Nos esclaviza cuando no nos arrepentimos de nuestros pecados.
Entonces, ¿cómo podemos garantizar que sigamos siendo verdaderamente libres? Echar un vistazo más de cerca al evangelio de Jesucristo, puede ayudarnos a comprender mejor qué es la libertad y cómo vivir en libertad. ¡Veamos!
Juan 8: 32 – 36
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En el evangelio de Juan, aprendemos sobre el papel de la verdad en la libertad. ¿Cuál es la verdad más importante que podemos aprender? Que Jesús es el Cristo y por medio de Él toda la humanidad puede salvarse. Estos versículos nos recuerdan que es solo a través de Jesús que nuestros pecados pueden ser limpiados.
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Y le respondieron: Linaje de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que comete pecado, esclavo es del pecado.
Y el esclavo no se queda en la casa para siempre, mas el hijo sí se queda para siempre.
Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres.
Romanos 6: 18, 22 – 23
A veces, sentimos que la obediencia a las leyes de Dios restringe nuestra libertad. ¿Cómo podemos ser libres si Dios nos dice qué hacer? Pablo nos recuerda en su epístola a los romanos que seguir a Dios conduce a la libertad porque heredamos la vida eterna.
Libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia. Mas ahora que habéis sido librados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la apaga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.
2 Nefi 2: 26 – 27
Uno de los mayores sermones sobre la libertad proviene del Libro de Mormón. El profeta Jacob nos enseña que cuando elegimos actuar según los mandamientos de Dios, encontramos poder. A medida que elegimos continuamente a Dios y Sus leyes, encontramos más libertad, no menos.
Y el Mesías vendrá en la plenitud de los tiempos, a fin de redimir a los hijos de los hombres de la caída. Y porque son redimidos de la caída, han llegado a quedar libres para siempre, discerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y no para que se actúe sobre ellos, a menos que sea por el castigo de la ley en el grande y último día, según los mandamientos que Dios ha dado.
Así pues, los hombres son libres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para escoger la libertad y la vida eterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él.
Con Dios hay libertad a través de Cristo y, en última instancia, vida eterna. Satanás da lo inmediato, por lo que tendemos a aceptar esa gratificación inmediata y personal porque es fácil y relajante.
Dios es amor. Sí, realmente puede permitirnos usar nuestro albedrío y hacer un camino a través de la expiación para que siempre nos arrepintamos y actuemos mejor.
Él ha demostrado el amor más grande. Ninguno de nosotros es perfecto y fallamos cada día. Sin embargo, Dios ve nuestros corazones y si elegimos esforzarnos, Su gracia será suficiente después de todo lo que podamos hacer.
Como una persona que ha cometido errores, elijo a Dios a través de Cristo como lo he aceptado a través de las aguas del bautismo. Aunque lucho a veces en mi espiritualidad, nunca he olvidado lo mucho que me ama mi Padre celestial, elijo siempre arrepentirme y seguir intentándolo.
Aferrarse a Dios es más satisfactorio y pacífico porque puedes tomar mejores decisiones. Me siento muy agradecida de experimentar el amor de Dios.
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Fuente: LDS Daily