El 4 de abril de 1984 se convirtió en una fecha clave dentro de la historia de la Iglesia de Jesucristo, marcada por una revelación milagrosa que inició con una llamada sorpresa en la madrugada.

En aquel entonces, el presidente Kimball servía como presidente de la Iglesia de Jesucristo y el presidente Gordon B. Hinckley era su primer consejero. En esa época, dos miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles habían fallecido, así que se esperaba el llamado de dos nuevos apóstoles. Sin embargo, el presidente Kimball estaba incapacitado para cumplir ese deber.

En medio de la incertidumbre, de pronto una llamada el 4 de abril a las 2:30 de la mañana sorprendió al presidente Hinckley. Era el presidente Kimball quien, en un momento de conciencia milagroso, tenía una breve petición:

“Llamen a Nelson y a Oaks al Cuórum de los Doce, en ese orden”.

Aquella revelación milagrosa puso al presidente Oaks en el camino que, a través de décadas, lo moldeó para convertirse en el actual presidente de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Encomiendo mi vida al Señor

Cuando el presidente Oaks fue llamado, servía como juez de la Corte Suprema de Utah. Imagen: La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Cuando se propuso al presidente Oaks como apóstol, él estaba en un punto clave de su vida. Era juez de la Corte Suprema de Utah y presidente de la junta directiva de PBS. Sin embargo, el Señor lo llamó para algo mayor.

Su llamado no fue fácil. Después de muchos intentos, el presidente Hinckley finalmente logró contactar al presidente Oaks, quien se enteró de su llamado apostólico mientras cenaba en un restaurante en Tucson, Arizona. Aunque su mente estaba absorta en la magnitud de la noticia, su respuesta fue firme:

“Mi vida está en las manos del Señor y mi carrera está en las manos de sus siervos”

En ese momento el presidente Oaks pudo haber dudado de su llamamiento debido a sus muchos cargos y responsabilidades. Sin embargo, su actitud reflejó un verdadero espíritu de fe. Así como el profeta Nefi declaró:

“Iré y haré lo que el Señor ha mandado”.

Llamado en el tiempo exacto

El presidente Hinckley y el presidente Oaks con sus esposas en 1980 durante la gira de los Jóvenes Embajadores de BYU. Imagen: Mark A. Philbrick, BYU

Esta experiencia del presidente Oaks refuerza nuestra fe en que el Señor está en los detalles. ¿Qué hubiera pasado si el presidente Kimball no hubiera entrado en conciencia aquel día? ¿Y si el presidente Hinckley no hubiera respondido esa llamada? Sin duda todo sería distinto.

Pero los planes de Dios jamás se frustran y Él sabe en qué momento preciso ponerlos en marcha. El Salvador enseñó:

“Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros un porvenir y una esperanza”.

Él sabía el tiempo exacto en el que debía llamar a Su siervo, el presidente Oaks. Y desde entonces, él ha servido fielmente por más de cuatro décadas como miembro del Cuórum de los Doce, primer consejero de la Primera Presidencia, y hoy como sucesor del presidente Nelson en la dirección de la Iglesia de Jesucristo.

La bendición en lo inesperado

Presidente Oaks y su esposa juntos luego de una entrevista con la nueva Primera Presidencia. Imagen: Cody Bell, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días

Así como el presidente Oaks, puede que a veces recibamos bendiciones o responsabilidades inesperadas, pero en realidad, cada una de ellas es preparada por el Señor para un sabio propósito.

Años después de aquella llamada inesperada en la madrugada, el presidente Hinckley reflexionó:

“Jesucristo esta a la cabeza de esta Iglesia que lleva Su santo nombre; El vela por ella; El la guía; a la diestra de Su Padre, El dirige esta obra”.

Hoy, al ver al presidente Oaks asumiendo el llamado sagrado de profeta, podemos inspirarnos en su historia para recordar que el Señor nunca se olvida de Sus siervos ni de Sus planes.

Otra verdad espiritual es que aunque parezca que la voz del Señor demore, Él siempre actúa en el momento exacto. Así que mientras esperas Su tiempo, prepárate y verás las grandezas que Dios tiene reservadas para ti.

Fuente: Deseret News

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