“No hay duda de que la oración, la lectura de las Escrituras y el asistir a la Iglesia son ingredientes esenciales en la vida de un discípulo de Cristo. Entonces, ¿qué podría estar mal?”
Algunos de los consejos más comunes que escucho en una típica clase de la Escuela Dominical son uno de estos tres: Orar, leer las Escrituras y asistir a la Iglesia.
Esas tres actividades son tan comunes que a menudo se los denomina “respuestas de la primaria” porque la mayoría de los miembros SUD han crecido con las clases de la primaria, donde se les enseñó que estas son las actividades que, en resumen, resolverán todos nuestros problemas.
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Olvidando el Objetivo
He comenzado a reconocer que, en mi prisa por pasar a estas actividades – haciéndolas el fundamento básico de mi devoción espiritual – a menudo olvido completamente la meta que tengo de llegar a ser como Cristo.
No hay duda de que la oración, la lectura de las Escrituras y el asistir a la Iglesia son ingredientes esenciales en la vida de un discípulo de Cristo. Entonces, ¿qué podría estar mal si nos centramos tanto en realizar estas actividades?
Centrarse en las actividades por el bien de las actividades abre la puerta a la sensación destructiva y engañosa de la vergüenza.
Para ilustrar esto mejor, le echaremos un vistazo al ciclo de vergüenza que he experimentado de antemano con respecto a la oración, leer pasajes de las Escrituras y asistir a la capilla.
Ciclo de la vergüenza
Han habido muchas ocasiones en mi vida en las que he luchado por mantener un ritmo constante de hacer mis oraciones y leer de las Escrituras. Y, aunque nunca he estado “inactivo” en mi asistencia a la Iglesia, definitivamente han habido ocasiones en que he estado “inactivo” en la participación e integración de mi barrio.
Durante esos momentos, el siguiente ciclo ha sido muy frecuente:
1 . Conciencia
En cierto punto, reconozco que no estoy orando o leyendo las escrituras todos los días, o yendo o participando en la Iglesia cada semana.
Esta conciencia puede surgir de muchas maneras diferentes. Algunas de las formas, para mí, han sido escuchar una conferencia general, asistir a una clase de la escuela dominical o del sacerdocio, tener una entrevista para tener una recomendación para el templo u otra interacción con líderes de barrio y estaca, y algunas veces es tan sutil tal como cuando recibimos impresiones espirituales.
2 . Culpa
Una vez que me he dado cuenta de que mis acciones recientes (o la falta de ellas) no están a la altura del “estándar de oro”, me siento culpable. La culpa en este sentido es la sensación natural de responsabilidad o remordimiento por un acto equivoco (la culpa es algo bueno).
3 . Vergüenza
Muy a menudo, mi culpa se convierte en vergüenza. Empiezo a tener sentimientos negativos sobre mí y mi identidad. Me deprimo por tener una fuerza de voluntad tan débil. La vergüenza en este sentido es la sensación antinatural de incompetencia e ineptitud sobre uno mismo (la vergüenza es algo malo).
En este punto, hay una bifurcación en el camino, y el ciclo para mí puede ir de dos formas.
Ruta A – Fuerza de Voluntad
4a . Compromiso
Me comprometo a ser más regular y constante en estas actividades. Hago planes y establezco metas para enfocarme en hacer más dichas actividades.
5a . Fuerza de voluntad
Ejerzo una gran fuerza de voluntad durante un período de tiempo para restablecer el hábito de integrar constantemente estas actividades en mi rutina diaria.
Mi enfoque es similar al de un satélite lanzado a la órbita, se necesita una gran fuerza y empuje para salir de la gravedad de la Tierra, pero una vez que está en órbita, requiere poco enfoque y esfuerzo para mantenerse ahí. Me digo a mí mismo que una vez que se ha vuelto algo habitual, estoy en buen camino.
6a . Complacencia
A veces, mi proceso habitual de hacer estas actividades “permanece en órbita” durante períodos prolongados. Otras veces, sólo dura unas pocas semanas.
He descubierto que, inevitablemente, comienzo, de manera imperceptible, a perder un día aquí y un día allí. Y antes de darme cuenta me vuelvo a encontrar en la etapa número 1, tomando conciencia de que ya no estoy orando constantemente, leyendo mis Escrituras y/o asistiendo o participando en la iglesia.
A veces al empezar de nuevo, puedes llegar a tener una respuesta negativa después de la etapa número 3: Vergüenza.
Ruta B: Darse por vencido
4b . Darse por vencido.
A veces los mensajes que me repito (que no soy lo suficientemente bueno o lo suficientemente fuerte) me agobian tanto que no puedo reunir la energía o la fuerza de voluntad para comprometerme a hacer estas cosas con regularidad.
Empiezo a sentir que simplemente no tengo lo que se necesita para ser uno de esos tipos de mormones que “leen y orar todos los días.” Me conformo con mi situación actual y trato de enterrar la culpa y la vergüenza y seguir con mi vida. En algún punto, alcanzo la etapa número 1 nuevamente y repito el ciclo.
Para mí, el resultado de este ciclo gira en círculos o en espiral hacia abajo. De cualquier manera, siempre siento que algo falta, lo cual me impide alcanzar mi potencial.
Comprender cómo evitar este ciclo requiere identificar los problemas que me llevan a ello en primer lugar. En pocas palabras, aprendí que entro a este ciclo cuando estoy más centrado en realizar actividades espirituales (como la oración, la lectura, etc.) por el bien de hacerlas en lugar de utilizar todo lo que tengo y todo lo que puedo (incluida la oración, lectura, etc.) como herramientas para ayudarme a ser más como Cristo.
El primero punto se centra exclusivamente en el “qué”, mientras que el segundo se centra en el “por qué”. Me temo que el uso del contraste “qué vs. por qué” se ha convertido en un cliché por lo que merece una inmersión más profunda.
Echémosle un vistazo a un ciclo de progresión menos común con respecto a la oración, la lectura de las Escrituras y asistir a la Iglesia que también he experimentado de primera mano.
El Ciclo de Progreso
1 . Conciencia
Es similar al ciclo de la vergüenza, reconozco que no he estado haciendo mis oraciones o leyendo mis escrituras todos los días o participando de la Iglesia cada semana.
2 . Culpa
También similar al ciclo anterior, me siento culpable por no hacer algo que sé que debería estar haciendo.
3 . Inventario
En este punto, hay un cambio significativo en la perspectiva. En vez de interpretar mi falta de constancia al hacer estas actividades como un signo de débil fuerza de voluntad y sentir vergüenza, lo veo como un indicador de que algo falta en mi bienestar espiritual.
Reconozco que si ya fuera como Cristo, no necesitaría fuerza de voluntad para ser constante en mis actividades de adoración. Orar, leer las Escrituras, asistir y participar en la Iglesia, entre muchas otras cosas, serían una parte natural de lo que soy. No tendría que obligarme a hacer estas cosas, sin embargo las disfrutaría tanto que estaría ansioso por hacerlas.
Como este no es el caso, reconozco que hay una brecha entre mi estado espiritual actual y mi estado deseado de ser como Cristo.
Realizo un inventario personal para encontrar las áreas de mi espiritualidad que faltan o son deficientes. Es absurdo pensar que lo único que me impide ser como Cristo es realizar regularmente las acciones de orar, leer y asistir.
Tal vez tengo un resentimiento no resuelto de que Dios no respondió una oración de la manera que yo quería o esperaba o quizás subestimo mi valor ante Dios y pienso que soy demasiado insignificante como para recibir una respuesta o atención por parte de Él. En otras palabras, busco entender por qué no estoy incorporando naturalmente estas actividades en mi vida diaria para poder identificar dónde enfocar mi atención.
4 . Objetivo
Habiendo entendido, o al menos haber identificado algunos posibles razones de por qué no estoy realizando las “respuestas de la primaria”, hago un plan para llenar ese vacío.
Si no leo todos los días porque no siento que saco mucho provecho de esto, me concentro en cómo puedo sacarle más provecho. Podría estudiar escrituras específicas o charlas de la conferencia general sobre cómo estudiar las Escrituras de manera eficaz y “aplicarlas” a mí. Hago esa pregunta en la capilla (sin preocuparme por lo que piensen los demás) para pedir ayuda y consejo.
Comienzo a preguntarle a Dios específicamente por lo que puedo estar haciendo mal y cómo puedo mejorar. Hay un millón de otras cosas que pueden ayudar. Pero aquí radica la ironía.
La oración enfocada, el estudio de las Escrituras y los materiales de la iglesia, y la participación en la Iglesia están inevitablemente entre las mejores maneras de llenar cualquier deficiencia espiritual. La diferencia es la motivación y el significado que alimentan estas actividades.
En lugar de ser “el objetivo final” para llegar a ser más como Cristo, se convierten en vehículos para llegar a un destino específico. De repente, mi tiempo de oración, leer las Escrituras y asistir a la Iglesia, es mucho más significativo y fructífero, porque tiene un propósito claro y un enfoque específico.
5 . Fe
Luego ejerzo una combinación de fe y fuerza de voluntad que, al ejecutar el plan, resultará en una mejora y progreso espiritual.
Aquí hay otra diferencia clave.
Al igual que antes, la fuerza de voluntad se desvanecerá. Nunca fue una fuerza de acción sostenible. Pero debido a que mis esfuerzos se han centrado en mejorar mi estado espiritual, cuando la fuerza de voluntad se desvanece, mi deficiencia espiritual se habrá llenado (al menos hasta cierto punto) y me habrá acercado mucho más a ser como Cristo.
Tomar las decisiones de orar, leer las Escrituras y asistir a la Iglesia se habrán vuelto mucho más agradables y naturales para mí.
El ciclo continuará, pero esta vez dará como resultado un espiral ascendente de mejora espiritual.
El Presidente Packer enseñó hace años:
“El estudio de la doctrina del Evangelio mejorará el comportamiento de las personas más fácilmente.” (El Poder de la Palabra)
En otras palabras, decirle a alguien que “siga orando más” probablemente no resulte en un cambio de comportamiento que le impulse a orar más. Es probable que los envíe al primer ciclo, lo que resulta en un aumento de vergüenza y negatividad.
Pero trabajar con ellos y ayudarlos a identificar por qué no están orando de forma más natural, y luego ayudarlos a hacer un plan para mejorar en el área que los frena es muy probable que resulte en que se vuelvan espiritualmente más como Cristo. Un resultado de volverse más parecido a Cristo, es el deseo creciente de orar naturalmente y de manera más regular.
Johann Wolfgang von Goethe enseñó:
“Si tomamos a los hombres tal y como son, los hacemos peores de lo que son. En cambio, si los tratamos como si fuesen lo que debieran ser, los llevamos a donde tienen que ser llevados.”
Mensaje a Los Líderes y Maestros de la Iglesia
Así que, por favor deja de decirme: “sigue orando, leyendo tus Escrituras y asistiendo más a la Iglesia”. Por el contrario, pregúntense a sí mismos: ¿es mi objetivo final lograr que ore, lea o asista a la Iglesia aún más? o ¿es mi objetivo ayudarme a ser más como Cristo?
Enséñame que en vez de sentir vergüenza por no hacer ciertas acciones, debería reconocer esto como un indicador de que tengo espacio para crecer espiritualmente en mi camino para llegar a ser más como Cristo. Entonces, confía en que a medida que me enfoco en crecer espiritualmente, las conductas similares a las de Cristo seguirán naturalmente.
”Este artículo fue escrito originalmente por Jacob Burdis fue publicado por ldsliving.com el título: “Stop telling me to “Just pray more”