Yeah Samaké, es un Santo de los Últimos Días y candidato a la presidencia de Malí. Se desempeñó como alcalde de Ouélessébougou, Malí.
Para muchos, Malí, ubicado al noroeste de África, es un país lleno de potencial pero plagado de corrupción. Tiene muchos recursos naturales, pero con demasiada frecuencia se encuentra bajo un gobierno inestable y una persistente influencia colonial que obstruye su progreso.
Armados con tecnología y perspectivas globales, las generaciones más jóvenes están demostrando que desean cambios para su nación. Ellos, junto al resto de ciudadanos, tendrán la oportunidad de elegir a su nuevo presidente durante las elecciones presidenciales programadas a principios de 2024.
Samaké, padre de tres hijos, graduado de BYU y converso de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, desea ser parte del cambio que muchos ansían.
Samaké anunció su candidatura el mes pasado, sin embargo, es el único cristiano postulante en un país predominantemente musulmán. De ganar las elecciones, sería el primer presidente cristiano de Malí.
Él también sería el primer jefe de estado Santo de los Últimos Días practicante, no solo en Malí, sino en todo el mundo. Samaké compartió para Deseret News que su experiencia como alcalde y embajador, y sus dos campañas presidenciales, en 2013 y 2018, lo han preparado para este momento.
Un golpe de Estado interrumpió su primera campaña mientras que ataques militantes a los locales de votación interrumpieron la segunda. No obstante, las elecciones de 2024 ofrecen un nuevo comienzo tanto para Samaké como para el país que espera liderar.
“Las personas están buscando un líder que pueda ayudar a brindar estabilidad en el país, que pueda traer prosperidad a la gente. Están analizando nuestro historial y eso es lo que yo les presento”.
Conociendo a Yeah Samaké
Cuando nació Yeah Samaké, 4 de cada 10 niños malienses fallecían antes de cumplir los 5 años. Esa estadística fue algo que Samaké aprendió de primera mano puesto que cinco de sus hermanos fallecieron a temprana edad.
Aun así, Yeah Samaké sobrevivió, al igual que 17 de sus hermanos y hermanas. Su padre nunca recibió una educación, pero se esforzó para que sus hijos sí pudieran.
Samaké se mudó a la capital donde obtuvo su título en inglés. Se involucró en trabajo sin fines de lucro, y cuando una amiga voluntaria del Cuerpo de Paz se preparaba para irse de Malí, ella le regaló una pila de libros que había recolectado durante sus viajes. Dentro de esa pila había un Libro de Mormón.
Samaké leyó el libro y quedó impresionado por su mensaje, pero en ese momento no había misioneros ni miembros de la Iglesia en Malí. Su primer contacto se produjo cuando turistas Santos de los Últimos Días llegaron a Malí y contrataron a Samaké como intérprete.
Una pareja de Colorado quedó tan impresionada con él que lo ayudaron para que viajara a los Estados Unidos; allí se reunió con misioneros en Colorado, en Utah y en Nueva York.
Él asistió a un partido de fútbol de BYU en Provo, que marcó como su primera experiencia espiritual, sintió una paz sin igual durante la oración de apertura.
Después de estudiar cuidadosamente las normas de la Iglesia con respecto a los ciudadanos de naciones de mayoría musulmana, preocupado por su seguridad, Samaké tomó la decisión de bautizarse.
En Provo, decidió estudiar en la Universidad Brigham Young donde también conoció a su esposa Marissa Coutinho. A pesar de las grandes oportunidades que tuvo en ese país, sabía que su nación lo necesitaba.
“Estados Unidos es un gran lugar, con muchas libertades, un gran lugar para criar una familia; pero Estados Unidos no me necesita”.
Desde ese entonces, Samaké se ha estado preparando para hacer el tipo de líder que su país necesita, ha llevado su fe y conversión como parte de la perspectiva de liderazgo que desea tener a futuro.
“Sé que el desafío es grande, entiendo la complejidad de la situación”. Y luego, con la voz un poco más baja, dijo: “Tenemos que buscar la inspiración, tenemos que buscar la guía de un poder superior”.
Fuente: Deseret News