Salir en citas y encontrar un compañero con el que deseamos casarnos en el templo no es una decisión que se debe tomar a la ligera.
Es importante que escojamos bien a la persona con la que compartiremos nuestra vida, debemos tener en claro que todo matrimonio requiere esfuerzo, amor y compromiso. No es como ir a una tienda y comprar algo que luego deseamos devolver.
El presidente Thomas S. Monson dijo:
“Ustedes… tienen una responsabilidad importante al elegir no solo con quién saldrán en citas sino también con quién se casarán… Sus posibilidades de tener un matrimonio feliz y duradero serán mucho mayores si salen en citas con personas activas y fieles en la Iglesia”.
Para esto, también debemos saber lo que hace que un matrimonio funcione o fracase. No podemos esperar a que ya estemos casados para darnos cuenta que no era la persona adecuada para nosotros.
El Dr. Greg Baer, especialista en terapia de parejas, expresó que, en cualquier relación, solo tenemos tres opciones: 1. Vivir con la decisión que hemos tomado y amarla; 2. Vivir con ella y odiarla; o 3. Darla por terminada.
Él no incluye una opción que diga que debemos esforzarnos por cambiar a nuestro futuro cónyuge, porque eso muy rara vez funciona a largo plazo. Esas tres opciones son realmente todo lo que tenemos, es por eso que debemos considerar con cuidado el matrimonio.
El amor es una emoción poderosa. A veces nos ciega a los defectos de la otra persona, pero cuando pasa la etapa de la ilusión en una relación, estos defectos pueden a veces sorprendernos. Podemos preguntarnos adónde se fue la persona perfecta de la que originalmente nos enamoramos.
Como seres mortales, no somos perfectos; incluso las personas que amamos no son perfectas. Desarrollar amor por una persona a pesar de sus defectos, eliminará cualquier temor que podamos tener, sin embargo, este amor debe ser sincero, no un amor con el que te debes conformar.
Cuando este tipo de amor sincero está presente, fortalece nuestro matrimonio más allá de lo que pudiéramos imaginar. Cuando nos casamos, solo tenemos un cónyuge. No deberíamos tener nuestra mente en un futuro divorcio o buscar refugio en los brazos de otra persona. Se trata de nuestro único cónyuge, de nuestro único compañero(a) eterno.
Si nos decidimos a trabajar juntos en nuestro matrimonio, no habrá necesidad de pensar en un supuesto “futuro divorcio” por si las cosas van mal.
Es por eso que antes de tomar la decisión de casarte apresuradamente, debes tomarte un tiempo para conocer bien a la persona con la que estás saliendo.
No hay un tiempo límite en el que deberíamos casarnos. No sé nos dará un premio por habernos casado dos meses después de haber conocido a alguien. Debemos escoger bien a quien amar y amar esa elección.
El presidente Russell M. Nelson aconsejó:
“El anhelo más noble del corazón humano es el de un matrimonio que perdure más allá de la muerte. Ser fieles al matrimonio en el templo permite lograrlo, permite que las familias estén juntas para siempre”.
Que sea siempre nuestra meta un matrimonio eterno, que seamos más consientes al salir en citas y, sobre todo, amemos a quien elegimos como nuestro futuro cónyuge.
Me gustaría concluir con esta cita del élder F. Burton Howard:
“Si queremos que algo dure para siempre, debemos tratarlo de forma diferente. Lo cubrimos, lo protegemos, nunca lo maltratamos ni lo dejamos a la intemperie; no lo convertimos en algo común y corriente.
Si alguna vez se le quita el brillo, lo pulimos con amor hasta que brille como nuevo; llega a ser algo especial porque en eso lo hemos convertido y se torna más valioso con el transcurso del tiempo”.
Fuente: Meridian Magazine