Cómo me volví al Señor después de un abuso sexual

abuso sexual

Soy una víctima de abuso sexual. La primera vez que ocurrió tenía 13 años, la segunda vez tenía 16 años y la tercera vez tenía 18 años. Sufro de pesadillas con los recuerdos de lo vivido, ataques de pánico, ansiedad y depresión. Algunos días son realmente difíciles y no quiero dejar mi cama, pero lo hago. Tengo que tener algo que parezca normal en mi vida. Trabajo duro todos los días sólo para sentir que soy fuerte, algunos días lo hago mejor que otros. No quise escribir esto al principio porque eso haría que todo lo que sucedió fuera real. Yo quería seguir pretendiendo no lo era.

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Mi Historia

Cuando tenía 13 años, estaba en una piscina con mi hermana y una amiga. Mi amiga invitó a su novio. Durante el transcurso de los eventos de ese día, estuve a solas con él durante unos minutos y fue entonces cuando ocurrió.

No comprendí del todo lo que había sucedido, todo pasó tan rápido. Sabía que me lastimaba y me tocaba en lugares que no debería, pero tenía demasiado miedo de decírselo a mis padres cuando vinieron a buscarme. No quería preocuparlos y tenía miedo de que mis padres no me creyeran y pensaran que lo inventé. Otra parte de mí estaba asustada, porque el decirle a mis padres haría que todo eso fuera real.

Casi al mismo tiempo, desarrollé un trastorno alimenticio. Más tarde supe que esto era una forma de lidiar con el trauma de ser agredida.

bullying

También estaba siendo acosada en la escuela. Incluso pensé que las personas que me molestaban eran mis amigos, pero puedo asegurar que no actuaron como tal. Los chicos del grupo me empujaban contra la pared de la escuela y me quitaban mis cosas. Por lo general, mi chaqueta o el celular mientras estaba en la escuela. Me llamaban por nombres y se burlaban de mí. Esto sucedió durante toda la escuela secundaria. A veces sentía que todo mi mundo se derrumbaba sobre mí.

Cuando tenía 16 años estaba en la casa de una amiga y el chico con el que estaba saliendo estaba con ella. Este era un chico diferente al del primer ataque sexual. Mi amiga se fue de la sala para subir las escaleras y hablar con su madre, y luego sucedió. Este fue mucho peor y más terrible. Estaba adolorida y sucedió cerca de mi casa. En ese momento estaba demasiado asustada y era muy inocente para entender lo que estaba sucediendo, me quedé inmóvil y mi cuerpo no pudo responder a mis pensamientos. Cuando tenía 18 años, un chico diferente me tocó de nuevo.

El Dilema de Decirle a Mis Padres

No quería contarle a mis padres nada de lo que me había pasado porque tenía miedo de cuáles serían las consecuencias para mí. Las personas que creía que eran mis amigas me causaban temor y no quería que se molestaran conmigo y me lastimaran más, si es que mis padres hacían algo contra el acoso o el abuso sexual. Otra parte de mí se preguntaba si lo que me decían era verdad, si estaba dañada, si era indigna, si simplemente no valía la pena y no merecía ser ayudada.

depresión

Hace aproximadamente un año, durante el verano, los ataques de pánico y las pesadillas se intensificaron. Venían cada noche y día. Podía sentir que me hundía en un lugar donde no me importaba nada, y sólo quería esconderme para que nunca más nadie pudiera lastimarme. Necesitaba apoyo, pero tenía miedo de contárselo a mis padres. Me dije a mí misma que debí haber podido escapar de eso; no quería decepcionarlos y no quería reconocer que había sido abusada.

Cuando finalmente les dije que había sido abusada sexualmente, se mantuvieron en silencio y me escucharon hablar. Cuando me preguntaron si sabía quién era esa persona, tuve que decir que no. Conocía a los chicos que me asaltaron, pero no recordaba nada de ellos. Mi mente bloqueó cualquier detalle sobre ellos. Todo lo que veo en mis pesadillas es una figura sombría con ojos rojos brillantes, dientes puntiagudos y garras. No puedes denunciar una sombra.

Mis padres fueron muy comprensivos, esta fue una experiencia reveladora para mí. Me di cuenta de que todos los temores que había pensado sobre lo que sucedió – decepcionar a mis padres o que yo no valían la pena – estaban equivocados. Fue un sentimiento liberador el finalmente decirles lo que me había sucedido.

Hablar con un Terapeuta y Más Ataques de Pánico

Fue realmente difícil tomar la decisión de decirle a mi terapeuta. Ya había estado en terapia debido a mi trastorno alimenticio y no había mencionado nada sobre el abuso sexual. Me tomó un tiempo reunir el valor para contar lo que me sucedió y ella entendió por qué no se lo dije antes. Me dijeron que los trastornos alimenticios son comunes en las personas que han sido abusadas. Es una forma de controlar lo que sucede con sus cuerpos.

Regresar a la universidad después de ese verano fue difícil porque estaba rodeada de hombres en algunas de mis clases. Cuando el profesor apaga las luces para una película, siento que viene un ataque de pánico. Un ataque de pánico es la peor sensación posible. Absorbe el aliento de tu cuerpo hasta que no puedes respirar, tu pecho se siente restringido, la persona que te lastima está justo frente a ti, te sobreviene una ola de mareo y tienes que respirar más rápido porque no estás recibiendo suficiente aire. Estás atrapado en un ataque de pánico hasta que tú, o alguien más, puedan sacarte de él.

joven a oscuras

Es horrible tener un ataque de pánico en un aula llena de gente y tener que explicarles lo que sucede. Después de que una joven que estaba sentada a mi lado me sacara de un ataque, dejé la clase para darle una breve explicación al profesor. Fui a mi departamento, me acurruqué en mi cama y simplemente me puse a llorar. Esa fue la primera vez que lloré por el abuso sexual y lo que me había pasado.

Manejar ataques de pánico, recuerdos frecuentes, pesadillas, ansiedad y más cada día estaba acabando con mi alma. Me alejé de Dios porque estaba enojada con Él. Estas fueron las preguntas que pasaban por mi cabeza todos los días¿Por qué dejaría que eso me pasara a mí?, ¿por qué tenía que sucederme a mí en primer lugar?, ¿cómo puedo recuperarme de algo así?, ¿alguna vez podré sentirme fuerte de nuevo? Las pesadillas eran similares a los recuerdos frecuentes, pero siempre cambiaban algo sobre el abuso real. Como el dónde sucedió, qué sucedió y otras cosas similares.

Después de hablar más profundamente con la terapeuta sobre mi experiencia, comencé a sentirme menos enojada con Dios y más enojada conmigo misma por no haber podido escapar en el momento del abuso. Comencé a orar para que Dios me ayudara a sanar de todo esto y quitarme las pesadillas, en vez de orar y decirle a Dios que estaba enojada con Él. Las pesadillas no desaparecieron por completo, pero orar a Dios ayudó a que no se quedaran en mi mente durante todo el día. A pesar de este progreso, todavía tenía ataques de pánico.

joven a oscuras

Hablé con mi terapeuta sobre las formas de salir de un ataque de pánico. El método que ella compartió que me gustó más fue concentrarme en la manga de mis blusas y contar cada hilo de manera individual, concentraba mi mente en otra cosa. Ahora que conozco este método soy capaz de salir de un ataque de pánico más rápido. Otro método que me gustaba era el de sentarme en un lugar donde mis pies estuvieran de manera firme en el suelo y evaluar cada parte de mi cuerpo y ver si se sentía positivo, neutral o negativo.

Estos métodos no ayudaron a que las pesadillas y los ataques de pánico desaparecieran por completo. En la actualidad todavía las tengo una vez a la semana. Algunos días son mejores que otros. Ahora sé que hay días buenos después de los días malos, incluso si los malos días duran dos semanas y a veces quiero rendirme en esos días, de alguna manera, cada mañana encuentro suficiente fuerza para pasar el día.

Sentirme Fuerte Una Vez Más

Por extraño que parezca, fue en una clase de levantamiento de pesas que tomé que me ayudó a ser capaz de sentir que era fuerte de nuevo. Era sólo una clase normal, pero pude levantar pesas que nunca pensé que podría hacer. Hice que mi cuerpo se fortaleciera más en esta clase, me sentí más fuerte y sentí que podía estar bien.

Hablar con Mi Obispo

entrevista con obispo

Decidí hablar con mi obispo en la escuela. En ese punto, estaba teniendo pesadillas sobre los recuerdos todas las noches. Sólo tenía una hora de sueño aproximadamente antes de poder despertarme. Le conté sobre lo que me había sucedido y le conté sobre como me sentía culpable de no haber podido escapar o haber dicho “detente”.

Mi obispo me miró a los ojos y me dijo que no era responsable de lo que había pasado y que estaba limpia. Me dijo que podía sentir el amor de Dios por mí en la habitación y que, si pudiera, él “volvería locos” a las personas que me lastimaron. Después él me dio una bendición. Pidió que ángeles me protegieran, que las pesadillas no tendrían poder sobre mí y que encontraría fortaleza en mí misma para superar lo que había sucedido.

No Estoy Sola

Cuando salió la historia de Larry Nassar, vi la cobertura de las noticias. Las chicas tenían miedo de hablar al principio porque le habían dicho a un adulto que no escuchaba. De alguna manera, lo que las chicas decían me tocó. Me dio el coraje que necesitaba para poder escribir esto. Este es un gran paso para mí porque hasta ahora no había podido escribir sobre lo que me sucedió, estaba demasiado asustada como para intentarlo.

Todo comenzó con una chica que habló sobre lo que les hizo Larry. Las jóvenes que hablaron en contra de Nassar me dieron la fuerza para hablar sobre lo que me sucedió y que la gente escuchara.

consejo

Benjamin M. Ogles, profesor de la Universidad Brigham Young, dijo lo siguiente en una devocional el 30 de enero de 2018:

“Para aquellos que han tenido experiencias traumáticas, por favor sepan que hay personas, muchas personas, preocupadas por su bienestar al igual que hay muchas personas que han experimentado a nivel personal lo que les ha sucedido. No están solos. Sabemos que fuiste herido injustamente y que puedes continuar teniendo pensamientos y sentimientos negativos. … Algunos de ustedes ya están en camino hacia la recuperación y comienzan a entender que ustedes no eran responsables cuando alguien violaba su albedrío; no están dañados o ni valen menos debido al incidente, ustedes son hijos de Dios y Él está listo para ayudarles. … Su sanación puede ocurrir con o sin ayuda profesional según sus circunstancias. Sin embargo, sabemos que el camino que ahora recorren, a menudo, está lleno de sufrimiento y duda, por eso estamos listos para ayudarles” (Albedrío, Responsabilidad y La Expiación de Jesucristo: Aplicación al Abuso Sexual, Benjamin M. Ogles).

Sé que mientras escribo este artículo, no seré la última persona que sea tocada por el abuso sexual. La única razón por la que llegué tan lejos es porque sé que no estoy sola y que Dios y mi familia me han dado fuerzas adicionales para superar los días extremadamente difíciles. No he sanado por completo todavía. Aún estoy trabajando en perdonar a todos los involucrados… y eso está bien. Esto es un viaje.

Este artículo fue escrito originalmente por Elizabeth Merrill y fue publicado por mormonhub.com el título: “How I Turned to the Lord after Sexual Assault

 

Comentarios
Un mensaje muy profundo, es importante tratar temas tan delicados como este, hay muchas heridas por sanar y curar. GRACIAS
Viviana Rivarola

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