El año es 1886. Los reporteros en la ajetreada sala de prensa del periódico The New York Times escriben frenéticamente las historias del día. En medio del sonido de las teclas y las vivaces conversaciones, un tema en particular gana prominencia: “The Mormon Question”, un tema fascinante que ha captado el interés nacional.
A varios estados de distancia, el pacífico pueblo de Utah cuenta una historia diferente. Influenciados por el pánico moral impulsado por la prensa en contra suya y de su fe, las recientemente promulgadas leyes federales comienzan a surtir efecto.
Los bienes pertenecientes a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son confiscados, sus líderes se ven obligados a esconderse mientras que sus hombres son encarcelados.
La cobertura sensacionalista a miles de kilómetros de distancia causó un verdadero daño en los Santos de los Últimos Días.
El estereotipo de que los Santos de los Últimos Días son personas peligrosas y sexualmente desviadas continúa persistiendo. Uno podría esperar que, con el tiempo, este tipo de periodismo sensacionalista disminuyera y que la prensa nacional reconociese a los Santos de los Últimos Días como parte de la diversa esfera de religiones que existe en Estados Unidos, sin embargo, esta parcialidad se evidencia en la cobertura de los medios incluso en la actualidad.
El 14 de mayo de 2023, el programa “60 Minutes” de CBS emitió un reportaje donde se destacan acusaciones de mala conducta financiera dentro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, reviviendo viejas acusaciones sin fundamento, presentadas en un relato sensacionalista que resulta atractivo para sus millones de televidentes.
La historia del sensacionalismo en los medios de comunicación
Desde sus inicios a principios del siglo XIX, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días enfrentó un escrutinio intenso y la burla de los medios de comunicación convencionales.
La revelación sobre el Libro de Mormón del fundador José Smith fue calificada como la argucia de la “Biblia de oro” y sus afirmaciones visionarias fueron recibidas con escepticismo. Esta interpretación hostil en los medios sembró en el público sospechas en contra de la Iglesia, estableciendo el precedente para las futuras representaciones.
A mediados del siglo XIX, el artículo “The mormón Question” generó una cobertura sensacionalista en periódicos como The New York Times y The Salt Lake Tribune.
Los Santos de los Últimos Días fueron representados como personas extrañas, foráneas y potencialmente peligrosas.
Esta tendencia de cobertura sensacionalista persistió en los siglos XX y XXI. Un caso notable es el escándalo de la falsificación de Mark Hofmann en la década de 1980, donde los medios se obsesionaron con la supuesta credulidad de la Iglesia, eclipsando los crímenes cometidos por Hofmann.
Recientemente, se publicó un artículo sobre los rumores sin fundamento sobre las prácticas sexuales en Brigham Young University (BYU) en un importante medio de comunicación nacional, retratando a los Santos de los Últimos Días como desviados sexuales de una manera generalmente reservada para los tabloides.
Asimismo, los medios también han enfatizado desproporcionadamente la afiliación religiosa de los Santos de los Últimos Días involucrados en casos de investigación criminal.
En 2019, cuando Steven Murdock, miembro de un sumo consejo local, fue declarado culpable de voyeurismo, su afiliación religiosa se destacó en casi toda la cobertura, a pesar de que ningún otro artículo escrito sobre un caso de voyeurismo se hizo mención de la religión del perpetrador durante al menos dieciocho meses.
Incluso como víctimas, la fe de los Santos de los Últimos Días se discute libremente, como en el artículo de Associated Press sobre el trágico ataque de un cartel que involucró a los miembros de una secta disidente, que aun así logró mencionar a la Iglesia en su título.
Tal vez aún más mortificante es la próxima “película de comedia” sobre el misionero Santo de los Últimos Días que fue secuestrado y violado repetidamente.
Algunos medios Latinoamericanos no han sido la excepción al momento de cubrir historias sobre La Iglesia de Jesucristo en nuestra región, siempre hay un oculto afán de considerar a la iglesia como un grupo raro, utilizando pronombres despectivos para referirse a la fe de más de 4 millones de hispanos.
Estos casos destacan la persistente fascinación de los medios con la Iglesia y sus supuestas prácticas, lo que lleva al sensacionalismo que continúa manifestándose en la actualidad.
¿Cuál es el punto de partida?
¿Qué debe esperar La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en términos de escrutinio y respeto de parte de los medios de comunicación?
Rendir cuentas por una mala conducta o prácticas perjudiciales es algo que se espera de cualquier organización religiosa o sin fines de lucro, sin embargo, con frecuencia estos estándares se pasan por alto en la cobertura sensacionalista que recibe la Iglesia.
Tomemos, por ejemplo, las representaciones mediáticas de las enseñanzas de los Santos de los Últimos Días sobre la sexualidad. Los artículos a menudo retratan a los Santos de los Últimos Días como mojigatos, reprimidos o desviados.
Por el contrario, las enseñanzas sobre la sexualidad en otros grupos religiosos, como el celibato del catolicismo o las leyes de modestia del islam, suelen presentarse con más matices y menos sensacionalismo.
Existe una gran discrepancia en la forma en que los medios abordan las controversias dentro de varios grupos religiosos. Consideremos los escándalos de abuso sexual dentro de la Convención Bautista del Sur, problemas sistémicos que reciben una atención de los medios comparable a los incidentes aislados que involucran a Santos de los Últimos Días fuera del supero de liderazgo.
Esta disparidad amplifica los incidentes menores y, a menudo, idealiza las prácticas únicas de otros grupos religiosos, como el rechazo de la tecnología moderna por parte de los amish o el ascetismo del jainismo.
La cobertura de los medios con frecuencia respeta más las doctrinas y rituales de otras religiones que las de los Santos de los Últimos Días.
Por ejemplo, los rituales islámicos durante el Aíd al Fitr, la fiesta del fin del ayuno, o el Kumbhamela del hinduismo, la festividad de la Jarra Sagrada, suelen ser retratados con reverencia, evitando cualquier representación de estas prácticas como extrañas o extravagantes, una cortesía que los Santos de los Últimos Días desearían recibir en lo que respecta a sus investiduras del templo.
El papel de los medios de comunicación en el escrutinio de organizaciones poderosas es esencial, sin embargo, no se puede asumir que su enfoque incisivo siempre esté justificado.
Los sesgos existentes que amplifican la otredad de un grupo pueden ser una motivación importante en cuanto a la cantidad de cobertura que existe y la manera en que se aborda dicha cobertura.
Donde se equivoca 60 minutos
En un mundo donde el dinero a menudo se asemeja a la sexualidad como un tema tabú, no es sorprendente que las finanzas de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días se hayan convertido en el nuevo objeto de escrutinio de los medios de comunicación.
Un reciente reportaje de “60 Minutes” exploró las afirmaciones hechas por David A. Nielsen, un ex gerente de inversiones de la Iglesia. Las acusaciones de Nielsen, conocidas desde hace tres años, estaban impregnadas de referencias esotéricas y anti-mormonas en su mayoría ignoradas por los medios de comunicación.
Después de que sus afirmaciones se estancaran por años, la entrevista de Nielson con “60 minutes” no aportó nada nuevo, expresando principalmente su desacuerdo con el enfoque de la Iglesia en lo que respecta a su gestión financiera.
Su única afirmación sustancial, de que la Iglesia debería perder su condición de organización sin fines de lucro por la forma en que administra sus finanzas ha sido refutada de manera exhaustiva y en repetidas ocasiones.
Algunos han tomado en serio el reportaje de “60 Minutes” y han respondido en consecuencia, pero, siendo sinceros, el periodismo poco profesional no garantiza una respuesta veraz.
La producción de “60 Minutes” no le preguntó a Nielsen su opinión sobre la cantidad de años que la Iglesia debería tener para ahorrar. No le preguntaron a Nielsen la razón por la que creía que ciertas inversiones eran problemáticas. No le preguntaron de qué manera él podría aumentar responsablemente la ayuda humanitaria a largo plazo para evitar prácticas perjudiciales.
Ni siquiera cuestionaron sus inconsistencias, le dieron una plataforma para decir que podría haber hecho un mejor trabajo que sus antiguos jefes, sin siquiera pedirle que expliqué cómo sería esto posible.
Si eso es lo que comprende una noticia, me acercaría a la cadena de supermercados en la que trabajé cuando tenía 17 años para tener este tipo de conversaciones.
La Iglesia mantiene la privacidad financiera, siguiendo las mejores prácticas, como el uso de empresas fantasma para el desarrollo inmobiliario. Estas prácticas de privacidad están en línea con el ejemplo de Jesucristo, la Iglesia invierte sabiamente de acuerdo con las enseñanzas de Jesús.
Y sí, la Iglesia posee USD 45 mil millones (menos que Harvard) a pesar de que la Iglesia administra cinco escuelas de educación superior y universidades, sin mencionar una Iglesia de 17 millones de miembros.
“60 Minutos” tampoco se molestó en mencionar que, incluso si la Iglesia de Jesucristo cumpliera con los requisitos de gasto de las organizaciones sin fines de lucro no religiosas, seguirían gastando lo suficiente como para cumplir con los requisitos federales.
La realidad es bastante ordinaria, sin embargo, dicha realidad simplemente no generaba la atención que “60 Minutes” esperaba.
Así como The New York Times trató con sorna a los forasteros por sus extrañas prácticas de castidad, actualmente CBS trata de la misma manera a los forasteros por sus extrañas prácticas financieras.
En un mundo consumista, con una mentalidad de “los gastos primero”, las únicas organizaciones que obtienen un “pase libre” son las organizaciones que deslumbran a muchos, como Harvard o la Fundación Gates.
Pero, ¿los Santos de los Últimos Días tienen dinero, los polígamos de Utah? Son raros, no confiamos en ellos. Así que miran aturdidos y desarrollan vanos pretextos para justificar sus acciones.
En el caso de “60 Minutes”, ni siquiera se molestaron en elaborar un pretexto, simplemente repitieron afirmaciones pasadas y refutadas solo porque, supongo, será bueno para el rating.
Los líderes de la Iglesia ciertamente cometen errores, incluso en el ámbito financiero. El ejemplo reciente más destacado fue la multa menor de la SEC a causa de un error en sus informes, algo que la Iglesia reconoció y rectificó.
Los periodistas deben informar la historia en el contexto apropiado, pero evidentemente la verdadera noticia no es suficiente.
Si bien la rendición de cuentas en el ámbito de las finanzas es crucial para todas las organizaciones, incluidas las instituciones religiosas, una cobertura justificada requiere nuevos descubrimientos o acusaciones fundamentadas de la conducta irregular. En ausencia de estas, al igual que con “The Mormon Question”, “60 Minutes” prosiguió con su reportaje.
La cobertura sensacionalista
Varios factores surgen al analizar el sensacionalismo mediático que rodea a La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que incluyen conceptos erróneos sociales, el sentimiento histórico en contra de los Santos de los Últimos Días y la naturaleza lucrativa del sensacionalismo en la industria de los medios de comunicación.
Es importante reconocer que la Iglesia no es la única que recibe esta atención mediática sensacionalista. Ciertos temas atraen naturalmente a los lectores y el término “mormón” en un titular, similar a “Kim Kardashian” o “Nick Cannon”, genera más visitas en las páginas web.
El objetivo aquí no es simplemente castigar a los medios de comunicación por sus estrategias sensacionalistas, sino identificar los factores discriminatorios que han puesto a los Santos de los Últimos Días en esta situación mediática.
El persistente sentimiento en contra de los Santos de los Últimos Días probablemente también contribuye a este problema. Desde sus inicios, la Iglesia ha enfrentado un intenso escrutinio y oposición.
Estos prejuicios históricos, que surgen de la falta de familiaridad y los conceptos erróneos sobre la Iglesia, desempeñan un papel significativo en este sensacionalismo.
Las doctrinas distintivas de la Iglesia, su origen relativamente reciente en comparación con otras religiones importantes y su posición como una religión fundada en Estados Unidos pueden dar a los periodistas la libertad implícita de socavar la fe de los Santos de los Últimos Días de una manera que nunca considerarían para otras religiones globales.
Asimismo, las estrictas normas morales de la Iglesia con frecuencia entran en conflicto con las normas sociales más amplias, lo que potencialmente les da a los periodistas la justificación para tomar atajos si es que eso los ayuda a socavar una iglesia que consideran problemática.
En esencia, el sensacionalismo es lucrativo; atrae clics, aumenta el rating y mejora los ingresos publicitarios. No obstante, la razón por la que la Iglesia de Jesucristo se ve atrapada en la mira sensacionalista de una manera que pocas otras religiones experimentan proviene de prejuicios persistentes.
El impacto del sensacionalismo
En su intento por llamar la atención, la cobertura mediática sensacionalista a menudo reduce realidades complejas a narrativas simples y fáciles de digerir. Sin embargo, estas narrativas pueden distorsionar la verdad, perpetuando estereotipos y conceptos erróneos sobre la Iglesia y sus seguidores.
Pueden retratar a la Iglesia como algo secreto, sus prácticas como extrañas o a sus miembros como seguidores ciegos.
Lo que debería ser, desde cualquier punto de vista objetivo, la historia en gran parte positiva de una iglesia antigua que ha ahorrado de manera responsable de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo y que ahora puede donar más de mil millones de dólares al año en ayuda humanitaria, de alguna manera se tergiversa hasta convertirse en una historia negativa.
El sensacionalismo en los medios de comunicación, aunque beneficioso comercialmente, puede causar un daño significativo a quienes son blanco de dicha cobertura.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y sus seguidores se encuentran entre aquellos afectados negativamente, enfrentando prejuicios, malentendidos y posible discriminación.
Específicamente, estas representaciones pueden tener consecuencias reales para los Santos de los Últimos Días. Estudios recientes indican que la opinión pública sobre la Iglesia es más baja que para cualquier otra fe en Estados Unidos. Numerosos miembros de la Iglesia han informado haber sido tratados con desconfianza, sesgo o abierta hostilidad debido a estas narrativas generalizadas.
Los efectos perjudiciales del sensacionalismo van más allá de las experiencias individuales, contribuyendo a un ambiente más amplio de malentendidos y prejuicios.
Esto puede afectar los proyectos comunitarios, los esfuerzos humanitarios y las iniciativas interreligiosas de la Iglesia, creando barreras para el diálogo y el entendimiento.
El delirio de persecución
La frase “delirio de persecución” con frecuencia se lanza con ligereza a los Santos de los Últimos Días que expresan su preocupación por el sesgo mediático, la tergiversación o la falta de respeto total hacia su fe.
Esta etiqueta despectiva, utilizada con frecuencia por personas de grupos marginados que desean mantener su posición social dentro de grupos de alto nivel, insinúa que cualquier disconformidad por este maltrato es simplemente una reacción exagerada o un intento de victimizarse.
Esta dinámica, en la cual se ofrece aceptación o privilegio de manera condicional a ciertas personas con la expectativa de que se desvinculen de su grupo, respalden los valores del mundo e incluso critiquen a su propio grupo, ocurre con frecuencia y parece desarrollarse en este caso.
La acusación de “delirio de persecución” permite que estas personas demuestren su lealtad hacia quienes tienen el poder, salvaguardando así su posición privilegiada.
Esta acusación pasa por alto la evidencia sustancial de sesgo en contra de la Iglesia y sus seguidores. Numerosos estudios académicos revelan que los Santos de los Últimos Días enfrentan un prejuicio tangible en tratos personales y representaciones mediáticas.
Por ejemplo, un estudio del Pew Research Center en 2012 informó que los Santos de los Últimos Días enfrentan más discriminación que muchos otros grupos religiosos en Estados Unidos.
Es evidente que la narrativa sobre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días está frecuentemente más influenciada por el sensacionalismo mediático que por las acciones o enseñanzas propias de la Iglesia, como lo demuestra claramente el reciente reportaje de “60 Minutes”.
En última instancia, la tarea de contrarrestar estas distorsiones recae en todos nosotros. Como consumidores de noticias, debemos cultivar un escepticismo informado, buscar múltiples fuentes y cuestionar las narrativas que parecen diseñadas para impactar o encandilar.
Nuestra capacidad colectiva para enfrentar este desafío dirá mucho sobre nosotros y quizás no tanto sobre los protagonistas de la próxima noticia sensacionalista.