“Pero aquellos que de entre vosotros hagan más o menos que esto, no están edificados sobre mi roca, sino sobre un cimiento arenoso; y cuando caiga la lluvia, y vengan los torrentes, y soplen los vientos, y den contra ellos, caerán, y las puertas del infierno están ya abiertas para recibirlos.” – 3 Nefi 18: 13
Cuando me topé con esta escritura el año pasado, me intrigó una palabra: más.
No estoy seguro de si se trata de la cultura consumista o la cultura de la Iglesia, o un poco de ambas, pero me criaron para pensar que más siempre es mejor. Necesito hacer más, tener más y ser más.
Por supuesto, en mi cabeza me digo que no he aceptado esa mentira. Sé que lo que más importa es amar a Dios y a mi familia. Sé que lo que trae felicidad eterna es mi conexión con lo divino y los demás. Sin embargo, cada vez que me piden que comparta un mensaje, prepare una lección, sostenga un llamamiento o reparta una comida a alguien en el barrio, lo que me frustra y obsesiona es la idea de que, de alguna manera, tengo que hacer, traer y ser más.
O, cuando estoy sentado en el Templo o estudiando las Escrituras, siento como si necesitara recibir alguna revelación profunda o alguna respuesta de significado cósmico para demostrar que pertenezco a esta Iglesia o que estoy haciendo lo correcto.
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Sin embargo, nuestro Salvador nos advirtió que esta fijación con hacer más de lo que Él indica causará que nos derrumbemos, caigamos y estrellemos cuando las tormentas y el caos de la vida nos golpeen. No podemos mantener ese tipo de ritmo o presión porque no estamos siendo sostenidos por la fe, la gracia o Cristo.
Pero, ¿a qué se refiere Jesús cuando les dice a los nefitas, “Pero aquellos que de entre vosotros hagan más o menos que esto, no están edificados sobre mi roca”? Para dar un poco de contexto a esta escritura, esta enseñanza se aproxima al final de la primera aparición de Jesucristo entre los nefitas después de Su muerte y resurrección. Esta no es una idea que “podrías considerar”. Este es uno de los primeros mensajes que Él reservó para Su pueblo.
¿Qué significa realmente “hacer más o menos que esto”? Aquí, un poco más de contexto. Después de enseñarles a los discípulos cómo administrar la Santa Cena, Jesús declaró:
“Y siempre haréis esto por todos los que se arrepientan y se bauticen en mi nombre; y lo haréis en memoria de mi sangre, que he vertido por vosotros, para que testifiquéis al Padre que siempre os acordáis de mí. Y si os acordáis siempre de mí, tendréis mi Espíritu para que esté con vosotros.”
“Y os doy el mandamiento de que hagáis estas cosas. Y si hacéis siempre estas cosas, benditos sois, porque estáis edificados sobre mi roca.” (3 Nefi 18: 11 – 12)
¿Eso es todo? ¿Podría ser tan simple como recordar a Jesucristo? ¿Podría ser tan sencillo como tener en mente las promesas que se nos recuerdan cada semana al participar de la Santa Cena? Si profundizamos en 3 Nefi, veremos que antes de que Él enseñe a Su pueblo cómo participar de la Santa Cena, nuestro Salvador les recuerda a los nefitas que estudien las Escrituras, les enseña cómo orar con intención, los ministra y los sana.
En pocas palabras, se trata de las respuestas principales: la iglesia, las escrituras, la oración, el bautismo, el arrepentimiento, la Santa Cena, el amor, el servicio. Se trata de todo lo que encontramos en las oraciones sacramentales que escuchamos cada semana. Todo se enfoca en acceder al perdón, la misericordia y la gracia de la Expiación de nuestro Salvador Jesucristo.
En resumen, no se trata de nada de lo que hagamos, se trata de todo lo que Él hizo por nosotros.
Nuestros Padres Celestiales no han diseñado una prueba de coeficiente intelectual espiritual, no hay ningún mensaje secreto que tengamos que descifrar ni ninguna prueba de fuego para que regresemos con ellos. Su deseo más profundo es que regresemos y, debido a su amor, ellos han dejado el camino concienzudo y repetitivamente claro. Como el Élder Dieter F. Uchtdorf explicó elocuentemente:
“A veces, la verdad puede parecer demasiado clara, demasiado trivial y demasiado sencilla para apreciar su valor por completo. Así que, hacemos a un lado lo que hemos experimentado y que sabemos que es verdad, en busca de información más misteriosa o complicada.”
Entonces, ¿por qué a veces nos aburrimos de estas respuestas importantes? ¿Por qué tendemos a complicar en exceso nuestro discipulado y papel en la Iglesia?
El Élder Quentin L. Cook abordó este tema en su mensaje, “Traspasar lo señalado”:
“Hoy en día existe la tendencia en algunos de nosotros de “traspasar lo señalado” en vez de mantener un testimonio de los principios básicos del Evangelio. Hacemos esto cuando sustituimos las verdades del Evangelio con las filosofías de los hombres, cuando nos volvemos fanáticos en lo que respecta a algún punto en particular del Evangelio, cuando buscamos hazañas puramente simbólicas a expensas de la consagración diaria, o ponemos las reglas por encima de la doctrina. El evitar esos comportamientos nos ayudará a evitar la ceguera y los tropiezos teológicos que describe Jacob…”
“Traspasamos lo señalado cuando nos negamos a aceptar las verdades sencillas del Evangelio tal y como son… Si convertimos una ley de salud o cualquier otro principio en una forma de fanatismo religioso, estamos traspasando lo señalado… En algunos casos, el intentar realizar un acto heroico puede ser una forma de traspasar lo señalado… Traspasamos lo señalado si nuestra consagración es condicional o no implica una devoción diaria.”
“…Las personas que se comprometen a seguir las reglas sin tener en cuenta la doctrina y el principio son particularmente susceptibles a traspasar lo señalado…”
“Al traspasar lo señalado, vemos más allá de Cristo, el único nombre dado bajo el cielo mediante el cual podemos ser salvos.”
El problema de esperar más de nuestra membresía en la Iglesia es que con frecuencia esperamos más de nosotros mismos, nuestros líderes, nuestra historia, nuestras reuniones, nuestro entendimiento, etc. Casi nunca recurrimos a Dios y nuestro Salvador, que son la fuente de todo y más.
Si te estás inclinando hacia la mentalidad más, acepta este consejo del Élder Uchtdorf:
“Hermanos y hermanas, si alguna vez piensan que el Evangelio no funciona tan bien para ustedes, los invito a que den un paso atrás, observen su vida desde un plano más alto y simplifiquen su enfoque hacia el discipulado.”
“Simplifiquemos un poco nuestra vida. Hagamos los cambios necesarios para volver a centrar nuestra vida en la sublime belleza del camino sencillo y humilde del discipulado cristiano, el camino que siempre conduce a una vida con significado, alegría y paz.”
Y ese camino de sublime belleza que el Élder Uchtdorf señala es nuestro Salvador Jesucristo, Su Expiación, y el amor que la hizo posible. Esa es la respuesta a cada pregunta y cuando la mantengamos como nuestro centro, nuestro propósito, nuestra meta y nuestro enfoque, las otras bendiciones y misterios de Dios se desplegarán para nosotros con el tiempo y esfuerzo.
Este artículo fue originalmente escrito por Danielle B. Wagner y fue publicado en ldsliving.com con el título “Are We Overcomplicating Church Membership? One Part of Christ’s Teachings We Tend to Forget.”