No tener todas las respuestas es una bendición.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una grandiosa e indispensable herramienta en la búsqueda de nuestra fe, pero no lo es porque ofrece todas las respuestas a todas las preguntas posibles.
Aún con el evangelio restaurado, puede que las dudas y preguntas lleguen a nuestras vidas. Proporcionan la oposición que necesitamos para que nuestra fe pueda crecer y fortalecerse.
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De hecho, Cristo mismo reservó deliberadamente algunas cosas para este propósito. Le dijo a Mormón: “Pondré a prueba la fe de mi pueblo” (3 Ne 26:11).
El Señor no nos exige tener fe, pero sí nos alienta a desarrollarla. Nos permite descubrir respuestas personales en las escrituras de los últimos días, sin embargo no siempre nos brindará todas las respuestas o pruebas tangibles que buscamos.
Nos brindó once personas que testificaron haber visto las planchas de oro, sin embargo no nos deja en claro la ubicación geográfica en donde se llevaron a cabo los relatos del Libro de Mormón. Al no invitarnos a creer, Cristo nos ofrece la oportunidad de ser “más bendecidos”.
Le dijo a los nefitas que lo habían visto: “Más bienaventurados son aquellos que crean en vuestras palabras por razón de que testificaréis que me habéis visto y que sabéis que yo soy” (3 Nefi 12:2).
El Señor también le dijo al apóstol Tomás: “Bienaventurados los que no vieron y creyeron”.
Nosotros también consideramos que se nos da la oportunidad de ser “bienaventurados” al practicar creer sin tener todas las respuestas. Es por eso que dejamos el conocimiento seguro que ya teníamos en la preexistencia.
El silencio: Una prueba de que los milagros existen
Korihor afirmó que las experiencias espirituales eran “el efecto de una mente desvariada”. ¿cómo sabremos que las respuestas o los milagros que nos llegan provienen de Dios, y no de nuestra propia decepción, engaño o pensamiento positivo?
Lo que he aprendido es que tenemos poco control sobre el cuándo y cómo los cielos responderán a nuestras oraciones. No podemos recrear la paz increíble que necesitamos en el momento que lo queremos.
Debido a que repetidamente nos encontramos con un silencio en lugar de respuestas, cuando la respuesta que buscamos finalmente llega todo se siente verdaderamente diferente.
Reconocemos esos mensajes especiales del Señor precisamente porque son raros e inusuales y vienen en momentos inesperados. Se sienten tan diferentes de los pensamientos comunes que tenemos o de lo que podamos crear o imaginar.
Milagros inesperados
La mujer que tocó la túnica de Jesús reconoció su sanación milagrosa porque intentó curarse de tal enfermedad durante 12 años, ¡sin tener éxito! El embarazo de Sarah e Isabel fueron milagrosos inesperados porque tardaron mucho en ocurrir.
Alma y Amulek “no pudieron ser encerrados en calabozos”, pero “no ejercieron su poder sino hasta que fueron atados con cuerdas y echados en la cárcel. Y se hizo así para que el Señor manifestara su poder en ellos” (Alma 8:31).
He oído decir: “El requisito previo para un milagro es un gran desafío; el requisito previo para un gran milagro es la imposibilidad”. Las dificultades e imposibilidades se muestran durante el silencio que precede al milagro.
Cuando las respuestas y los milagros lleguen a nuestra vida, serán claras y reconocibles precisamente por la espera que hemos atravesado. Ya estamos en el proceso. Hemos comenzado. El silencio que atraviesas hoy es parte del milagro de mañana.
Fuente: ldsliving.com