Después de aceptar dar un discurso en la reunión sacramental, revisé mis diarios de estudio del año pasado en busca de inspiración. Mientras lo hacía, me sorprendió ver que la mayoría de mis impresiones espirituales me llevaban hacia un mensaje central:
“Mirad hacia mí en todo pensamiento; no dudéis; no temáis”.– Doctrina y Convenios 6:36
Si bien el alcance de esa escritura puede hacernos creer que es algo sencillo, la doctrina no es fácil en la práctica. De hecho, el presidente Russell M. Nelson dijo:
“Es mentalmente riguroso esforzarnos por mirar hacia Él en todo pensamiento, pero cuando lo hacemos, nuestras dudas y temores desaparecen”.
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Mirar hacia Cristo para que nos ayude a redirigir cada uno de nuestros pensamientos y emociones requiere mucha práctica, ¡es riguroso! Pero también es liberador. Personalmente, me estoy liberando de mis dudas, temores y de la trampa de creer que las cosas nunca mejorarán.
Mientras preparaba mi discurso, me di cuenta de que pude haber estado leyendo aquel versículo de manera incorrecta. Solía pensar que era un versículo con tres mandamientos: 1. Mirar a Dios, 2. No dudar y 3. No temer. Pero ahora lo veo como un mandamiento seguido de dos bendiciones.
Quizás el Señor nos está diciendo: “Mira hacia mí en cada pensamiento, y Yo te ayudaré a no dudar y a no temer”.
He observado, al menos, tres formas específicas en las que mirar hacia Dios pueden marcar una diferencia significativa en nuestras vidas. Los frutos de esa diferencia son bendiciones que pienso que todos anhelamos.
1. Mirar hacia Dios para tener fe en el futuro
En mayo terminé la universidad. En los meses previos a la graduación tuve muchas conversaciones que eran algo parecidas a esto:
Una persona: “¡Esto es muy emocionante! ¡No puedo esperar a ver lo que el futuro te depara!”
Yo por fuera: “¡Gracias! Estoy emocionada y agradecida de que esto esté sucediendo”.
Yo por dentro: “¡Oh no! Esto es aterrador. ¿Qué voy a hacer con mi vida?”.
La universidad fue difícil, pero muy buena, y temí que no hubiera nada para mí más que el coronavirus. Oraba mucho para no sentirme tan asustada, para estar tranquila, dejar de dudar y sentir temor.
Y este breve extracto de un libro de Emily P. Freeman, que pertenece a otra denominación cristiana, fue mi respuesta:
“Con mucha frecuencia, justo después de que Jesús realizaba un milagro, le brindaba a las personas la siguiente cosa sencilla por hacer.
Al leproso, le instruyó que no le dijera a nadie lo sucedido: “Ve, muéstrate al sacerdote”. Al paralítico, le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda”.
A Jairo y a su esposa, después de resucitar a su hija de entre los muertos, cuando tuvo su total y completa atención… no les dio un sermón sobre cómo debían dedicarle sus vidas a Él o los grandes planes que tenía para su hija ahora que estaba viva. En cambio, les dijo que le dieran algo de comer a la niña.
Después de resucitar a su hija de entre los muertos, lo único que Jesús le dijo a su absorta audiencia fue que prepararan un plato de comida. A primera vista, podría parecer que se desperdicia la oportunidad de la audiencia que tenía.
En lugar de brindarles un plan de vida, una visión clara o una lista de metas a cinco años, Jesús les dio instrucciones claras al leproso, al paralítico, a Jairo y a su esposa sobre qué hacer inmediatamente después, y solo después.
Quizás sabía de nuestra necesidad hacia la claridad, quizás sabía que si de alguna manera podíamos hacer que nos brinde un plan de cinco años, lo tomaríamos y seguiríamos nuestro camino sin preocupación alguna.
Después de que Jesús realizó los milagros, dejó en claro sin lugar a dudas la siguiente cosa correcta que debían hacer. Pero ¿qué hay de nosotros? Bueno, podemos seguir el consejo de Jesús al considerar lo que significa para nosotros hacer la siguiente cosa correcta. No es la siguiente gran cosa, no es la siguiente cosa impresionante, solo la siguiente cosa correcta”.
Me encantaría tener todo el conocimiento de lo que haré en los próximos cinco años y así pasar sin preocupaciones todo el tiempo que quisiera haciendo las cosas a la perfección, sin tener que estresarme mucho por la falta de tiempo.
Pero la vida no funciona así. No puede funcionar así. Y es muy probable que caigamos en ese error, que nos estresemos por intentar planificar cosas que todavía no podemos planificar. Solo podemos avanzar hasta cierto punto para luego pedir ayuda de los cielos y encomendarnos a Dios.
Mirar hacia Dios para tener fe en el futuro me ha animado a vivir como si mi vida fuera importante, como si tuviera algo que debo alcanzar y eso es lo que me permite seguir avanzando; de hecho, me impulsa a trabajar cada día con Cristo.
2. Mirar hacia Dios para dejar de sentirnos limitados por nuestra propia debilidad
Al mirar hacia Dios, podemos aprender a dejar de sentirnos limitados por nuestras debilidades y encontrar el valor y la confianza para intentarlo.
Al estudiar José Smith — Historia me llamó la atención una oración que nunca antes había notado, pero primero, déjame darte el contexto.
Cuando José tenía 14 años, él quería saber qué debía hacer para estar bien con Dios. Después de mucho tiempo de incertidumbre, José decidió orar y preguntarle a Dios directamente sobre lo qué debía hacer.
En respuesta a esa oración, José tuvo una experiencia milagrosa: Dios y Jesucristo mismos se le aparecieron. Le explicaron que, por el momento, el plan completo de cómo podía regresar a vivir con Dios nuevamente no se hallaba sobre la tierra, pero que José lo ayudaría a restaurarlo.
Pero luego de tres años, nada pasó. ¡Tres años son una eternidad para un adolescente! Nunca antes había considerado lo que José habría estado sintiendo y pensando durante ese tiempo. ¿Quizás estuvo emocionado al principio? ¿Y luego nervioso? ¿Y luego simplemente confundido?
José nos cuenta en su historia algo de lo que estaba pensando después de esos tres años: “Solía sentirme censurado a causa de mis debilidades e imperfecciones” (JSH 1: 29).
Quizás se estaba preguntando si realmente podría hacer lo que Cristo le había encomendado. Tal vez pensó que Dios había cambiado de opinión y había encontrado a alguien más para hacer Su obra. ¿Tal vez José no era lo suficientemente bueno para Él?
Afortunadamente, José no se ahogó en sus temores, por el contrario, miró hacia Dios.
En respuesta a esa oración, José tuvo una visión en la que un ángel le aseguró que Dios todavía lo quería. Dios todavía tenía una obra para José. Me he preguntado si José dejó escapar un pequeño suspiro de alivio una vez que el ángel se fue.
Me llamó la atención el ejemplo de José frente a ese tipo de dudas y debilidades, pero también lo que mirar hacia Dios hizo por la confianza de José cambiando su vida por completo.
Solo puedo asumir que José se sintió inadecuado para tal obra, pero no sé de algun momento en el que dejó que esos sentimientos lo limitaran. José parece dejar de preocuparse tanto por sus debilidades cuando se entera de que Dios es misericordioso y servicial, que era un dios severo y condenador.
Mirar hacia Dios en cada pensamiento le enseñó a José quién es Dios en verdad, y puede hacer lo mismo por nosotros.
Cuando aprendemos que Dios es bueno, podemos confiar en que Él nos utilizará a pesar de nuestras debilidades, y dejamos de preocuparnos tanto por ellas.
Creo que nos sentiremos más seguros al experimentar cosas nuevas o emprender proyectos difíciles porque sabemos que Dios en toda Su bondad estará allí para ayudarnos.
Mirar a Dios nos ayudará a dejar de preocuparnos por los resultados y simplemente intentarlo.
3. Mirar hacia Dios para vencer el temor
¿Alguna vez has pensado en lo bueno que será el cielo? Es una maravillosa sugerencia por si te gustaría meditar en ello. Con ese espíritu, he reflexionado sobre esta cita del presidente Nelson solo un centenar de veces:
“En algún día venidero, ustedes se presentarán ante el Salvador. Estarán conmovidos hasta las lágrimas por estar en Su santa presencia. Se esforzarán infructuosamente por hallar palabras para agradecerle el haber pagado por sus pecados, por haberles perdonado cualquier falta de bondad hacia los demás, por haberlos sanado de las heridas e injusticias de esta vida.
Le agradecerán que los haya fortalecido para hacer lo imposible, por haber tornado sus debilidades en fortalezas, y por haber hecho posible que vivan con Él y con su familia para siempre. La identidad, la expiación y los atributos de Él llegarán a ser algo propio y real para ustedes.
Sin embargo, no tienen que aguardar hasta entonces; escojan ser uno de Sus verdaderos discípulos ahora. Sean un discípulo que en verdad lo ama, que en verdad quiere prestar servicio y liderar como Él lo hizo”.
He aprendido que tomarse el tiempo para pensar en Cristo y nuestro futuro con Él trae un poder muy real para superar los pensamientos de temor; sin embargo, este tiempo con Cristo tiene que ser constante y a conciencia.
Cuando los temores te agobien, deja que Cristo te ayude. Realmente creo que “para los que aman a Dios, todas las cosas obrarán juntamente para su bien”, o en otras palabras, a los que miran hacia Dios (Romanos 8:28).
Creo que mirar hacia Dios en cada pensamiento, sin dudar, sin temer, es un estilo de vida. Y uno por el que estoy agradecida.
Fuente: Lds Living