Soy la única miembro de la Iglesia de Jesucristo en mi familia y tengo el deseo de servir en una misión de tiempo completo.
Mis padres incluso me apoyaron cuando decidí bautizarme, pero no creen que servir una misión de tiempo completo sea una buena idea.
Tengo muchas ganas de ser misionera, pero no quiero hacerlo sin su apoyo. ¿Qué puedo hacer? ¿Me podrías dar algún consejo?
Respuesta
Antes de compartir algunos consejos sobre lo que podrías hacer en este caso, quiero expresarte que yo también pasé por lo mismo.
Fui bautizada en La Iglesia de Jesucristo cuando tenía 12 años, y desde entonces he pensado que ir a la misión es la mejor cosa del mundo.
Es por eso que a lo largo de mi adolescencia, me esforcé por dejarle en claro a mis papás que tenía la intención de dejarlo todo a los 21 años (que era la edad de servicio misional en ese momento) e ir a donde el Señor me llamara a servir.
Mis planes cambiaron cuando el presidente Thomas S. Monson anunció el cambio de edad para el servicio misional para las mujeres. ¡Pasó de 21 años a los 19!
Yo acababa de cumplir 19 años y me encontré atravesando un período de mucha angustia. Quería ir a la misión lo antes posible, pero no quería irme y hacer que mis padres se fastidiaran o se molestaran conmigo.
Por lo tanto, puedo entender tu sentimiento de querer hacer la obra del Señor y al mismo tiempo no defraudar a personas tan importantes en tu vida.
Al final, pude contar con el apoyo de mis padres cuando salí a la misión y me gustaría compartirte algunas de las cosas que hicieron que esto fuera posible.
1. Oración, estudio de las Escrituras y ayuno
Estos son los conceptos básicos para todos los que se preparan para servir en una misión. Es muy importante fortalecer tu testimonio de Jesucristo y del Evangelio, aprender a escuchar y reconocer la voz del Espíritu Santo, y también sentir el poder del ayuno por ti misma.
Sigue orando y estudiando sobre la obra misional, la paciencia y también sobre la diligencia. Ayuna cada mes e incluye a tus padres y/o familiares en tus oraciones.
Ora para que el Señor ablande sus corazones, ora para que sepas qué hacer, ora para que puedas reconocer el Espíritu Santo y ora para que tengas el valor de actuar de acuerdo con esa impresión.
2. Tu conocimiento sobre la misión
Es posible que tus padres y/o familiares no apoyen tu decisión de servir en una misión porque no saben lo que es una misión de tiempo completo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Explícales lo que conlleva y cómo funciona, comenzando con la preparación financiera, física, emocional y espiritual.
Háblales sobre la organización de la Iglesia para los misioneros, el cuidado de su salud y la preocupación que existe por sus necesidades temporales. Los misioneros de tiempo completo de hoy no tienen que caminar miles de kilómetros o dormir al aire libre. Actualmente, todos los misioneros tienen un lugar donde vivir, alimentación y salud durante su servicio.
Asimismo, los líderes de la Iglesia se preocupan por los misioneros que terminan la misión. Temas como el regresar a casa, adaptarse a la vida después de la misión, la búsqueda de empleo, los estudios y mucho más se abordan para ayudar al misionero retornado a emprender su camino hacia la autosuficiencia.
3. La amistad con los miembros de la Iglesia
Justo antes de enviar mis papeles misionales, les presenté a mis padres a algunos líderes de la Iglesia que ya habían enviado a sus hijos a la misión, y también traté de fortalecer sus relaciones con miembros que ya conocían.
Conocer a personas que pasaron por la misma situación que ellos pasarían en el futuro ayudó a darles tranquilidad y a alinear sus expectativas con respecto a la misión.
Estos miembros de la Iglesia explicaron sus puntos de vista y compartieron sus sentimientos con respecto a la decisión que sus hijos habían tomado sobre la misión, y todo terminó dándole paz a mis padres, especialmente cuando supieron que mis necesidades temporales serían satisfechas durante ese tiempo.
4. Mantén la fe y no te rindas
Al igual que otros desafíos que tenemos en nuestras vidas, debemos mantener la fe, confiar en el Señor y no rendirnos.
Sigue amando a tus padres y familiares. Incluso diría que este podría ser el momento de amarlos aún más. Sigue orando, estudiando, confiando en el Señor y haciendo todo lo que esté a tu alcance todos los días.
Tu deseo de servir al Señor es un deseo noble y muy justo. Estoy segura de que el Señor hará todo lo que esté a Su alcance para ayudarte a ayudarlo a Él en la obra. Después de todo, Él es uno de los más interesados en verte en el campo misional, compartiendo Su Evangelio.
Confía en que Él hará Su parte si tú haces la Suya.
Recuerda que el Señor “nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado” (1 Nefi 3:7).
Fuente: maisfe.org
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