Queridos misioneros, retornados o no, necesitan saber lo especial que son para este mundo, para su familia, para sus amigos y para el Salvador.
Queridos misioneros,
Hay algunas cosas que debes saber con certeza. No importa si todavía te encuentras en el campo misional, viajando en un avión con una mascarilla sobre tu rostro o si ya regresaste a casa. Necesitas saber lo especial que eres para este mundo, para tu familia, para tus amigos y para el Salvador.
Tal vez tu misión terminó antes de tiempo, tal vez te encuentras aislado en un pequeño apartamento, tal vez la gente te está mirando mal (incluso más de lo habitual) sólo por mostrar tu cara en público.
Pero pase lo que pase, debes saber que eres una luz para un mundo que sufre en la oscuridad y la desesperación. Desde el momento en que se te apartó y colocó esa placa en tu pecho, te convertiste en una luz de esperanza para las naciones.
También te puede interesar: “Lo que nos hace dignos a los ojos del Padre Celestial”
Sin embargo… tu misión no debería terminar en el momento en que te bajas del avión. Dale un abrazo a tu mamá, come tu comida favorita, descansa bien y luego prepárate mentalmente para volver a la obra. Esa placa no tiene porque salir de tu pecho. Puede estar grabada en tu corazón para siempre.
No es hora de volver a pasar las noches jugando Call of Duty o un sinfín de juegos de Fortnite. No es hora de volver a tu antigua lista de reproducción o de bajar un poco tus estándares. Tu obra como misionero no ha terminado.
De hecho, es sólo el comienzo. Las experiencias que viviste, ya sea que tu tiempo en el campo misional haya sido corto o largo, deben moldear tu vida y guiarte en la dirección que te ayude a representar al Salvador en todo lo que hagas.
Hay mucho que puedes hacer. Conviértete en un misionero virtual. Haz videos, escribe canciones, haz publicaciones en las redes sociales, encuentra personas que necesiten ayuda, comparte mensajes edificantes y permite que tu testimonio se escuche en todas las naciones a través del poder de la tecnología.
Usa las herramientas disponibles no para un consumo banal y pasajero, sino como una herramienta misional y de ministración.
Algunos misioneros cuando regresan a casa de sus misiones y piensan que pueden tomarse un largo descanso. Piensan que han prestado un servicio más que suficiente a Dios y que merecen tomarse un descanso. Trabajaron duro para convertirse en los mejores misioneros que pudieron durante el tiempo que sirvieron.
Sin embargo, los mejores misioneros no son aquellos que van a una misión por un par de años o un par de meses y luego regresan a casa y descansan.
Los mejores misioneros son aquellos que regresan a casa, toman lo que han aprendido y luego lo aplican a todos los aspectos de sus vidas. Los mejores misioneros son aquellos que han aprendido lo que significa convertirse en discípulos de Cristo durante toda su vida y no sólo durante dos años o el período de tiempo en el que llevaron esa placa.
La duración del servicio posterior a la misión a los demás es el mejor indicador de lo impactante e importante que fue su misión para ellos. La próxima generación está en tus manos.
Supongo que lo que intento decir es esto. Le debemos al Señor más de dos años. Estás en el mejor momento de tu vida. Dale lo mejor de tu vida y dale el resto de tu vida.
Sé un misionero y discípulo de Cristo de toda la vida. Porque si miras la vida desde un nivel más alto, verás que el evangelio de Jesucristo es lo único que mantiene unido a este mundo. No hay esperanza sin este evangelio.
Sé que puede parecer mucho trabajo, ¿ser de mentalidad misional por el resto de tu vida? Y esa es la ironía de todo. Cuanto más te comprometes con Dios… más te seguirá bendiciendo. Serás más feliz. Tendrás más paz en tu vida a medida que las cosas se ponen cada vez más difíciles.
Si es que todo a tu alrededor se desmorona, tu todavía puedes mantener tu mente y tu corazón fijos en Cristo y en las cosas eternas. Puedes vivir en tu servicio a los demás, serás cambiado por aquellos a quienes sirves.
Te volverás menos egoísta y más desinteresado. Nunca sentirás que no estás “a la altura de tu potencial” porque nuestro mayor potencial es vivir una vida que mejore las vidas de los demás.
Ese es el verdadero éxito. Ese es el propósito de un misionero.
Este artículo fue escrito originalmente por Greg Trimble y fue publicado originalmente por gregtrimble.ocm bajo el título “A Letter To The Missionary Force Of The World”