Cuando la Iglesia de Jesucristo anunció el cambio que permitía que los misioneros pudieran llamar a casa cada semana durante su día de preparación, honestamente murmuré en mi corazón.
Como muchos, pensé: “¿Por qué pasó esto? Puede que se abuse de esto y cause que muchos misioneros extrañen sus casas”.
Después, como cualquier nueva revelación o política de la Iglesia, en lugar de enfocarme en el porqué pensaba que era una mala idea, me centré en tratar de entender porqué el Señor pensó que sí lo era.
Rápidamente me di cuenta que los increíbles beneficios superan con creces cualquier mal uso que pudiera ocurrir. Aquí hay solo cuatro bendiciones de este cambio.
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1. Familias activas o personas que conocen la Iglesia
Muchos misioneros provienen de familias menos activas o de familias donde no todos son miembros. Estos misioneros ahora pueden interactuar con sus padres y hermanos, pueden compartir sus experiencias y pueden ser el puente para que sus familias sientan la influencia del espíritu a través de ellos.
Ahora hay misioneros que llaman e invitan con confianza a sus familias a vivir el Evangelio. Esto puede dar como resultado más bautismos y el regreso de miembros inactivos a la Iglesia.
Uno de mis cambios favoritos fue el siguiente:
“Además de la comunicación semanal, también se alienta a los misioneros a comunicarse con la familia en otras ocasiones especiales como Navidad, Día de la Madre, Día del Padre, cumpleaños de los padres y otros días festivos de importancia cultural”.
Me imaginé a una misionera que ahora puede dar una charla en el bautismo de su hermana menor, o un misionero animando y aconsejando a su hermano antes de ser ordenado como diácono.
¡La capacidad de bendecir a las familias es mucho más que una llamada en p-day!
2. Una reducción en la cantidad de misioneros que regresan a casa
Algo que ha afectado a los misioneros en cada dispensación son los problemas de salud mental o el desánimo. El élder Marvin J. Ashton enseñó:
“Una de las herramientas más poderosas de Satanás es el desánimo”.
Incluso uno de los más grandes misioneros de todos los tiempos, Ammón, registró estos sentimientos en Alma 26:27 cuando escribió:
“Nuestros corazones se hallaban desanimados, y estábamos a punto de regresar”.
Con los misioneros saliendo cada vez más jóvenes a una misión, con menos experiencia sobre cómo lidiar con estos sentimientos, se ha visto un aumento masivo en los misioneros que regresan a casa antes de tiempo.
Cuando estos misioneros regresan a casa, en muchas ocasiones enfrentan un camino cuesta arriba para poder mantenerse activos en la Iglesia.
Las razones de su regreso, la cultura de la Iglesia o miembros que quieren ayudar pero no saben cómo pueden ser factores decisivos en la vida de estos jóvenes.
Estos cambios han ayudado a que muchos misioneros puedan sobrellevar el estrés de la obra misional y continuar lo que a menudo no son los mejores, sino los dos años más difíciles de su vida.
3. Mayor compromiso en la obra misional en casa
En ocasiones el presidente de una misión traslada a un misionero a una área que necesita recuperar la chispa que aviva la obra misional. La declaración de la Primera Presidencia dice:
“Uno de los propósitos principales de este ajuste es alentar a las familias a participar más en los esfuerzos y experiencias de sus misioneros”.
Los misioneros al compartir los milagros que ven en el campo, encienden la chispa misional en sus hogares, cuyas familias, a su vez, comienzan a compartir con los investigadores de sus barrios, le dan la bienvenida al converso reciente, extienden su ayuda a los menos activos e invitan a sus amigos que no son miembros a aprender más del evangelio.
La capacidad que los misioneros tienen al hablar con sus familias sobre las necesidades de sus investigadores los ayuda en la obra, los impulsa a actuar.
Ahora pueden recibir consejo directo de sus padres sobre cómo ayudar a sus investigadores. Esto también permite que las familias se involucren más en el servicio misional de sus hijos.
Hay más familias, en todo el mundo, que se arrodillan y oran por los investigadores de sus hijos, por nombre y necesidad. Así, unidos en la fe, la obra crecerá y avanzará.
4. Preparación para lo que vendría
Cuando se les dio a los misioneros teléfonos celulares, todos temían que estos jóvenes los usaran para otros fines. Cuando a los misioneros se les dio acceso a Facebook, una vez más surgieron los mismos temores.
El año 2020 cambió la forma en que los misioneros ahora comparten el evangelio. Debido a la pandemia de COVID-19, muchos misioneros al rededor del mundo se vieron en la necesidad de quedarse en sus apartamentos como precaución y encontrar maneras de seguir cumpliendo con su objetivo misional.
De pronto, la obra que había sido cara a cara, pasó a ser virtual, pasó a ser compartida en mensajes por redes sociales, pasó a desarrollar los talentos que estos maravillosos jóvenes poseen, pasó a fortalecer sus espíritus. Ellos habían sido preparados.
Cuando la pandemia azotó el mundo, los padres pudieron saber de primera mano cómo estaban sus hijos, pudieron aconsejarlos a la distancia y calmar sus miedos y animarlos a seguir en la obra. No tuvieron que esperar hasta el lunes para leer una carta suya, o al día de la madre para escuchar sus voces. Ellos también habían sido preparados.
De una manera que no podíamos haber visto en un principio, el Señor preparó el camino. Preparó el camino para sus siervos, para los miembros de Su Iglesia y para quienes necesitan luz en tiempos de dificultad.
Este cambio en la obra es una oportunidad que no podemos desaprovechar, el élder Dieter Uchtdorf compartió:
“Si nos unimos como miembros y misioneros, dondequiera que nos encontremos, traeremos grandes bendiciones a las personas porque esta es nuestra oportunidad de aprovechar esto al máximo y hacer algo muy bueno.”
La obra del Señor
La obra podrá cambiar, pero el evangelio de Jesucristo seguirá siendo el mismo. Podemos seguir ayudando a nuestros misioneros, podemos ser las respuestas que necesitan para ayudar a otros. Podemos trabajar juntos.
No sé que cambios habrán en el futuro, lo que sí sé es que cada uno de esos cambios será lo que se necesita para estos tiempos, para que la obra siga avanzando hasta que llegue a todos los rincones de la tierra.
Puede que no tengas que vivir estos cambios como un misionero de tiempo completo porque ya serviste una misión y eso está bien. El misionero o misionera que fuiste era lo que Él necesitaba en aquel momento, los misioneros de ahora son los que el Señor necesita en este tiempo.
Todos formamos parte del gran plan del Señor.
Algo que aprendí es que en vez de murmurar por los cambios que ocurren, podemos maravillarnos por los milagros que suceden a nuestro alrededor, milagros y bendiciones que a simple vista no podemos ver, pero que Él sí.
Fuente: foienchrist.org