Nota del editor: Es importante tener en cuenta que existe una importante diferencia entre la adicción a la pornografía y el uso de la pornografía, incluso el uso habitual de la pornografía. Lo siguiente se aplica a aquellos que experimentan la adicción a la pornografía, aunque los principios y las ideas discutidos pueden ser esclarecedores para una variedad de adicciones, circunstancias o situaciones.
Cuando Tony Overbay cambió su carrera en la industria de la tecnología y comenzó a tomar clases nocturnas para convertirse en un terapeuta matrimonial y familiar licenciado, lo hizo porque sintió el llamado de ayudar a los hombres.
No obstante, cuando Overbay les contó a sus profesores sobre la fuerza oculta que lo impulsó a hacer este gran cambio en su vida, se rieron:
“Luego, descubrí que, por lo general, los hombres no acuden a las terapias. Así que, aquí estoy con todo esto, ‘¡No puedo esperar a que entren todos los chicos!’ Y, nadie entró nunca”, dijo Overbay.
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Sin embargo, cuando Overbay comenzó a trabajar para la Iglesia, descubrió que muchos hombres buscaban terapia por la misma razón: la adicción a la pornografía.
Con el tiempo, la adicción a la pornografía se convirtió en la especialidad de Overbay, una especialidad en la que trabaja con hombres y mujeres que buscan superar esta adicción.
En una transmisión por Internet, Overbay habló sobre cómo su experiencia de 13 a 14 años como terapeuta matrimonial y familiar licenciado lo ayudaron a identificar algunas creencias falsas en la forma en que las personas ven la adicción a la pornografía y lo que los Santos de los Últimos Días pueden hacer para ayudar a aquellos que intentan curarse de su adicción a la pornografía.
Si bien estas creencias falsas podrían no aplicarse a todos los casos relacionados con el uso de la pornografía, pueden proporcionar información valiosa para ayudar a aquellos que luchan contra esa adicción.
Mito 1: El uso de la pornografía se desencadena por algo que se ve
Un desencadenante, un pensamiento, una acción. Este es un patrón que Overbay ha observado cuando trata a sus pacientes con adicción a la pornografía.
Si bien, la mayoría puede suponer que el primer desencadenante es ver algún tipo de pornografía o material sugerente, eso no es lo que observó Overbay.
“Muchas personas piensan que el mundo de la pornografía es así: ‘Ven a alguna mujer hermosa’, o ese tipo de cosas. Pero, una de las causas más comunes es lo que llamo ‘oportunidad de delito’”, dijo.
Estas oportunidades de delito surgen cuando un hombre o una mujer tienen la oportunidad de ver pornografía y, luego, el pensamiento entra en acción. Overbay da el ejemplo de un hombre que deja a sus hijos en la escuela y se encuentra solo en casa por cierto tiempo, lo que puede conducir a la parte del pensamiento y la acción del patrón de Overbay.
Overbay sugiere que para ayudar a combatir el desencadenante de la oportunidad de delito, se debe establecer una distancia entre el pensamiento y la acción. Utilizar herramientas como llamar a un amigo, hacer lagartijas o salir a caminar establece una distancia entre el pensamiento y la acción, y puede llegar a modificar el comportamiento para tratar la adicción a la pornografía.
“Con el tiempo, enseñas a las personas cómo cambiar la relación con sus pensamientos porque no siempre podrán salir corriendo de la habitación o ese tipo de cosas cuando haya un desencadenante y, luego, un pensamiento”, dijo.
Mito 2: La adicción a la pornografía es alimentada por la lujuria
Al enseñar a sus pacientes cómo modificar el comportamiento, Overbay señala que a menudo existen “problemas centrales” que alimentan la adicción a la pornografía, que no tienen que ver con la lujuria.
En cambio, Overbay se ha dado cuenta de que a menudo existe un vacío en las vidas de sus pacientes, algo que conduce a los sentimientos de ineptitud, desconexión de su trabajo, su familia, y, a veces, sus comunidades religiosas.
“Cualquiera de esas cosas causa esta incomodidad y, luego, cuando surge esta incomodidad, el cerebro dice: ‘Oye, tenemos esto.’ Independientemente de cual sea la adicción, ya sea a la comida o a los juegos, o videojuegos, la pornografía es una de las cosas en las que el cerebro profundiza más. Por lo general, posiblemente, debido a un patrón de comportamiento que se inició en la juventud”, dice.
La creación de vínculos y la transformación de los sentimientos de ineptitud es una parte importante del tratamiento de cualquier tipo de adicción, dijo Overbay. Y, cuando se trata de ver a un obispo, establecer vínculos genuinos es un primer paso importante.
“Esta situación es difícil para la persona que viene. Así que nuestro objetivo principal sería dejar que sienta amor y no vergüenza, ya que todo acerca de esta adicción se basa en la vergüenza… así que, con respecto a ese concepto de vínculos con los obispos, mi consejo es estar feliz y agradecido de que la persona está ahí.”
Mito 3: El “brillo de la vergüenza” funciona
Overbay dice que la vergüenza y la culpa no son lo mismo. Además, espolvorear el “brillo de la vergüenza” al intentar ayudar a un adicto puede ser extremadamente dañino.
Overbay utilizó una analogía del Élder Tad Callister para describir cómo la culpa puede funcionar como una “señal de pare”, forzándonos a considerar las consecuencias de nuestras acciones. Por otro lado, la vergüenza puede hacernos creer que nuestras acciones nos hacen irredimibles y no logra nada productivo para ayudarnos a corregir nuestros comportamientos. Asimismo, Overbay dice que en lugar de utilizar la negatividad de la vergüenza, la empatía tiene un impacto más positivo y duradero.
Al compartir una cita de alguien que conocía, Overbay dijo, “El pecado, la adicción o los malos hábitos no son una condena final o terrible de quiénes somos, sino que, en cambio, son síntomas o resultados de una necesidad profunda o insatisfecha en nuestra vida que ha causado un supuesto vacío en nuestro interior que intentamos llenar desesperadamente, pero no sabemos cómo. Además, somos diferentes a nuestros pecados y somos mejores que nuestros peores errores. Necesitamos amar a los demás y a nosotros mismos lo suficiente para no solo intentar eliminar los pecados de nuestras vidas, sino centrarnos en la razón más profunda detrás de por qué nosotros o alguien más pecaría en primer lugar y trabajar en algo positivo para llenar ese vacío del pecado o la adicción que intentamos llenar desesperadamente.”
Este artículo fue escrito originalmente por Katie Lambert y fue publicado en ldsliving.com con el título “3 Myths We Tell About Pornography Addiction + What We Should Do Instead.”