“El que persevere con fe vencerá al mundo” (DyC 63:20, 47)
A veces, la vida es color de rosa y, otras, es color de hormiga. Esto lo comprendemos mejor ahora, un tiempo en el que estamos pasando muchos cambios y pruebas en todo el mundo.
En cierto punto de nuestras vidas, todos recibimos nuestra porción de dificultad y tragedia. Algunos, reciben más de lo que deberían. Y, otros, contra todo pronóstico, sobreviven a múltiples situaciones que parecen “imposibles”.
Atravesamos desafíos por diferentes motivos. En ocasiones, son las consecuencias de nuestras acciones. En otras oportunidades, somos las víctimas de las malas decisiones de los demás. Sin embargo, la mayoría de las veces, el dolor y las adversidades surgen porque son parte de nuestra experiencia mortal.
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Dichas dificultades pueden hacer que nos volvamos amargados o que seamos más compasivos. Por supuesto, no sabemos lo que han vivido los demás y qué hay en sus corazones. Por lo tanto, no podemos juzgarlos. Pero, ¿qué hace la diferencia?
Los expertos han observado que las personas resilientes, los “sobrevivientes”, o en nuestro idioma cristiano los “guerreros del Señor”, tienen ciertas características en común:
“Son optimistas, abnegados y espirituales. Además, aceptan lo que no se puede cambiar”. (“After Tragedy, How Survivors Cope”, Clare Ansberry, Wall Street Journal, 30 de julio, 2018).
¡Veamos un ejemplo! Una pareja ha sobrevivido a décadas de enormes desafíos. Pero, a pesar de todo, conserva el buen ánimo y bromea al respecto. Dicen que si no tuvieran “mala suerte”, no tendrían suerte.
Esta pareja ha pasado por problemas de salud, dolor, incluso la pérdida de varios hijos y aun así han demostrado tener las características de un “guerrero del Señor”. Tratan de buscar lo positivo en cada situación, piensan en los demás más que en ellos mismos, recurren a Dios por paz y consuelo. Además, han aprendido a aceptar con calma que hay algunas cosas que simplemente no pueden cambiar.
“Tantas cosas en la vida dependen de nuestra actitud. La forma en que escogemos ver las cosas y respondemos a los demás marca toda la diferencia. El poner nuestro mejor empeño y luego decidir ser felices en nuestras circunstancias, sean cuales sean, nos trae paz y satisfacción”. – Thomas S. Monson
Quizás no podamos cambiar esa parte de nuestra vida en la que debemos atravesar desafíos para progresar hacia la perfección y finalmente lograr nuestro destino divino como herederos de la vida eterna. Sin embargo, lo que sí podemos cambiar es nuestra actitud. Como guerreros del Señor tenemos la fortaleza para sobrellevar esos momentos difíciles y perseverar hasta el fin con buen ánimo y mucha fe.
¡Eres un guerrero del Señor, usa el espíritu de poder que Dios te dio para vencer las pruebas del mundo!
Fuente: Church News