Pregunta
Entiendo la importancia que tienen que las mujeres tengan hijos y puedan henchir la tierra, pero ¿por qué debemos sufrir tanto?, ¿por qué dar a luz tiene que ser tan doloroso y, en muchos casos, mortal?
Nosotras tenemos que pasar por la menstruación, el embarazo, el parto, la lactancia, la menopausia… y sé qué hombres y mujeres estamos destinados a ser iguales, pero me parece que nosotras estamos destinadas a sufrir y soportar mucho más físicamente que ellos.
Respuesta
Entiendo completamente tu preocupación y tengo algunos consejos que pueden ayudarte.
Hablas de las mujeres, pero la pregunta de “¿por qué es esto tan difícil?” no es solo para ellas; muchas personas, tanto dentro como fuera de la Iglesia, también se han preguntado lo mismo sobre este tema.
El presidente Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dio una respuesta maravillosa. Compartió sobre la obra misional, pero su respuesta se aplica a todos los que se preguntan “¿por qué?”:
“Cualquier persona que haga cualquier tipo de obra misional tendrá la oportunidad de preguntarse: ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué no podemos tener éxito más rápido? ¿Por qué no son más las personas que se unen a la Iglesia? ¿Por qué no es el único riesgo que corren los misioneros el de contraer pulmonía por estar empapados todo el día y toda la noche en la pila bautismal?
He pensado mucho en eso. Propongo lo siguiente como mi idea personal. Estoy convencido de que la obra misional no es fácil porque la salvación no es una experiencia barata. La salvación nunca fue fácil. Nosotros somos la Iglesia de Jesucristo, ésta es la verdad, y Él es nuestro Gran y Eterno Líder. ¿Cómo podemos creer que podría ser fácil para nosotros cuando nunca fue fácil para Él? Opino que tanto los misioneros como los líderes de la misión deben pasar, aunque sea unos momentos, en Getsemaní. Tanto los misioneros como los líderes de la misión deben dar aunque sea uno o dos pasos hacia la cima del Calvario.
Si Él pudo salir de noche, arrodillarse, postrarse, sangrar por cada poro y exclamar: “Abba, Padre (Papá), si pudiera pasar de mí esta copa, que pase”11, entonces no es de sorprenderse que la salvación no sea cosa fácil para nosotros. Si se están preguntando si hay un modo más fácil, deben recordar que no han sido los primeros en hacerse esa pregunta. Alguien de mucha más grandeza se preguntó hace mucho tiempo si no habría una manera más fácil”.
Creo que nuestro Padre Celestial permite el sufrimiento en este mundo porque sabe que podemos obtener algún beneficio de ello. A veces interviene y otras veces no.
Algunos experimentan sanaciones milagrosas y otras terminan su vida mortal.
Pero, ¿qué podemos aprender del sufrimiento?
Cada persona es única y, por lo tanto, cada experiencia también lo es, cuando parezcan similares.
El Señor nos conoce a cada uno personalmente y puede usar nuestras adversidades para ayudarnos a ser más como el Salvador.
El presidente James E. Faust dio un ejemplo de esto, específicamente sobre la maternidad, cuando compartió:
“El ser padres es uno de los mejores tutores para ayudarnos a vencer el egoísmo. Las madres descienden al valle de sombra de muerte para alumbrar a sus hijos. Los padres trabajan fuerte y renuncian a mucho para resguardar, alimentar, vestir, proteger y educar a sus hijos”.
En cuanto a tu pregunta sobre si las mujeres sufren más que los hombres, solo diría que realmente no podemos saber si tu comparación es correcta o no. Esto me recuerda una experiencia de dos viudas que comparaban entre sí el fallecimiento de sus esposos.
Una pensaba que perder a un esposo por cáncer de manera lenta y prolongada, sería lo más difícil que podría enfrentar.
La otra mujer consideraba que perder a un cónyuge de un paro cardíaco, de manera rápida e inesperada, sin tener la oportunidad de decir adiós, era peor.
¿Cuál de las dos tiene la razón? Yo considero que ninguna.
Perder a un cónyuge es algo difícil; comparar quién ha sufrido más no hace nada para aliviar el dolor que cada una siente. Cada una estaría mejor si se volviera al Señor con su sufrimiento y le permitiera aliviar sus cargas.
Esta vida no es fácil, no está destinada a serlo. Pero en lugar de comparar nuestras pruebas con las de otros, debemos esforzarnos por ser como el Salvador, buscando ayuda celestial en nuestras pruebas y consolando a aquellos que lloran.
Fuente: Ask Gramps