El problema no es la expectativa, sino el significado y el valor que le damos.
No podemos controlar a las otras personas ni las situaciones, entonces, ¿cómo podemos esperar que todo salga como deseamos?
Lo más sensato es ponerte metas, hacer un plan, descubrir qué está a tu alcance, lo que TÚ puedes lograr y no esperar que otra persona logre esa meta por ti, porque la gran verdad es que nunca obtendrás resultados que te satisfagan si no lo haces por ti mismo.
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Hay un dicho popular que dice: “Cría gallinas, pero no crees expectativas”.
Puedes ganar algo con las gallinas, pero con expectativas… ¡Muy poco!
No podemos exigir que otras personas cubran nuestras expectativas, como tampoco podemos cubrir las de los demás.
Asimismo, existe peligro en las expectativas que tenemos de nosotros mismos. Cuando creamos expectativas surrealistas o demasiado altas, corremos el riesgo de decepcionarnos grandemente.
Debemos tener cuidado, porque las expectativas, cuando no se cubren, pueden frustrarnos, desanimarnos e, incluso, llevarnos a la depresión, entre tantas cosas.
El punto es que podemos tener expectativas, pero debemos tener cuidado.
Si tenemos un deseo sincero y nos esforzamos por estar a la altura de las expectativas de nuestro Padre Celestial, Él se asegurará de que recibamos toda la ayuda que necesitemos, ya sea de consuelo, de fortaleza o de disciplina.
Si estamos abiertos a ella, la debida corrección vendrá de muchas maneras y de muchas fuentes. Puede venir en el curso de nuestras oraciones cuando Dios hable a nuestra mente y a nuestro corazón mediante el Espíritu Santo (Véase DyC 8:2).
Puede venir en forma de oraciones que se respondan con un no o de forma diferente de la que esperábamos.
La amonestación puede llegar a medida que estudiemos las Escrituras y se nos recuerden las deficiencias, la desobediencia o la negligencia en pequeños asuntos.
La corrección puede venir mediante otras personas, especialmente de los que son inspirados por Dios para promover nuestra felicidad (Liahona, “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo”, D. Todd Christofferson).
Nuestro Padre Celestial tiene altas expectativas en nosotros y nos proporciona los medios para cubrirlas. ¡No desesperes! Esfuérzate para tener la compañía y guía del Espíritu en tu vida y puedas lograr todo lo que te propongas.
Con respecto a las expectativas que tienes de ti mismo y de los demás, ¿qué necesitas volver a evaluar? ¡Cuéntame en la sección de comentarios!
Fuente: Mais Fe