Era domingo por la mañana en Osaka, Japón, mi hermana y yo tratábamos de llegar a tiempo a la Iglesia. Solo faltaban de 15 a 20 minutos para que iniciara la reunión sacramental.
Sorpresivamente, después de 20 minutos, bajamos del tren y nos dimos cuenta de que no había reunión sacramental. De pronto, escuchamos un sonido que provenía de un salón. Al caminar por un pasillo, nos asomamos por la ventana de una de las puertas y vimos que estaban transmitiendo la conferencia general.
Mi hermana y yo sabíamos que era fin de semana de conferencia y debido a la diferencia de horario, supusimos erróneamente que los miembros de la zona la verían a otra hora.
Me sentía decepcionada. Nos habíamos preparado para llegar hasta allí y me hacía mucha ilusión cantar los himnos en japonés y escuchar los discursos de los miembros.
En otros países ir a la Iglesia había sido una experiencia memorable.
Pude aprender cosas nuevas de las perspectivas de diferentes Santos de los Últimos Días y eso también esperaba de Osaka.
Para colmo, la semana anterior, mi hermana y yo tomamos el autobús para ir a la Iglesia en Tokio, solo para encontrar el edificio cerrado y el estacionamiento vacío.
Tiempo después, nos enteramos de que se trataba de la conferencia de estaca y por limitaciones de viaje, no asistimos a la reunión. Aunque no pude escuchar a algún orador local, ni cantar junto a los miembros, pude aprender de esta experiencia.
Todo esto me hizo pensar en el esfuerzo que hace cada persona todos los domingos para asistir a la Iglesia.
La razón por la que asistimos a la Iglesia
“La asistencia a la Iglesia puede abrir el corazón y santificar el alma… Asistir a la Iglesia nos da la fuerza y el aumento de fe que provienen de la asociación con otros creyentes y de la adoración junto con aquellos que también se esfuerzan por permanecer en la senda de los convenios y ser mejores discípulos de Cristo.
Otra gran ventaja de la Iglesia restaurada es que nos ayuda a crecer espiritualmente.
Crecer implica cambiar. En un sentido espiritual quiere decir arrepentirse y tratar de acercarse más al Señor… Para coronar todo esto, tenemos las ordenanzas autorizadas del sacerdocio necesarias para la eternidad, incluida la Santa Cena que recibimos cada día de reposo”. – Dallin H. Oaks
Abrir nuestros corazones, santificar nuestras almas, participar de la Santa Cena, estar entre los Santos de los Últimos Días, crecer espiritualmente y acercarnos más al Señor son solo algunas de las bendiciones que pueden provenir del día de reposo.
Es por eso que vamos a la Iglesia y también por eso vamos cuando quizá no queremos.
Tal vez tengamos muchas razones para no ir a la Iglesia, ya sea porque no tenemos un testimonio, por el miedo a estar solos o que alguien nos juzgue. De hecho, hay muchas personas que pasan por estas situaciones.
En la conferencia general de octubre de 2018, el presidente Henry B. Eyring compartió cómo aprendió esto por sí mismo:
“Hace muchos años, fui primer consejero de un presidente de distrito en el este de los Estados Unidos. Más de una vez, cuando viajábamos a nuestras pequeñas ramas, me decía:
“Hal, cuando conozcas a alguien, trátalo como si tuviera graves problemas, y acertarás más del cincuenta por ciento de las veces”.
No solo tenía razón, sino que, con los años, he aprendido que su cálculo se quedaba corto”.
Aunque no conozcamos a nadie en nuestro barrio o rama, es importante buscar la manera de ayudar a alguna persona que se encuentre ahí. No es difícil y además podemos obtener bendiciones por eso.
“La fe aumenta únicamente cuando una persona actúa con fe. Esas acciones suelen estar motivadas por invitaciones que hacen otras personas”. –Dale G. Renlund
Comprometidos con Cristo
Aquel día en Osaka, cuando mi hermana y yo descubrimos que la Iglesia no tenía las mismas costumbres a las de nosotras, conocimos a un miembro en el vestíbulo.
Él estaba con su hijo, que probablemente tendría entre cuatro o cinco años, y no pude evitar emocionarme de que estuvieran ahí.
Aquel padre pudo haber visto la conferencia desde su casa y me imagino que no era muy cómodo prepararse para ir a la Iglesia como de costumbre y llevar a su hijo pequeño con él.
Pero, estuvo allí de todos modos, independientemente de lo que estuviera sucediendo en su vida y las responsabilidades que pudiera haber tenido ese día. Sentí que él verdaderamente se había convertido al evangelio.
En un discurso de la conferencia general de 2019, el élder Dale G. Renlund dijo lo siguiente:
“Convertirse al Señor comienza con un compromiso inquebrantable con Dios… Con el tiempo, ese compromiso se convierte en parte de quienes somos, se implanta en nuestro sentido de identidad y llega a estar siempre presente en nuestra vida.
Al igual que nunca olvidamos nuestro nombre, no importa en qué más estemos pensando, nunca olvidamos un compromiso que esté grabado en el corazón”.
Por supuesto, nuestro viaje por esta vida es profundamente personal y no nos corresponde juzgar si alguien asiste a la Iglesia un domingo y no al siguiente, o incluso muchos más después de ese.
No deberíamos ser demasiado duros con nosotros mismos si hemos faltado a la Iglesia, estamos intentando volver a ella. Sin embargo, creo que es importante recordar la razón por la que asumimos ese compromiso de asistir a la Iglesia y tomar esa decisión de manera consciente.
Fuente: LDS Living
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