Imagina esto: Estás en tu casa, es un día tranquilo y de pronto, tocan a tu puerta. Vas a mirar por la ventana y ves a dos jóvenes con camisa, corbata y placas negras distintivas. ¿Te resulta familiar?
Esos jóvenes son los misioneros de la Iglesia de Jesucristo. Quizá los hayas visto caminando por las calles o incluso te hayan visitado en casa. Pero tal vez los hayas rechazado o hayas dicho frases como:
“Ay no… son ellos otra vez.
No tengo tiempo para atenderlos.
¡Qué molestosos!”
Bueno, muchos piensan lo mismo. Pero si los conoces bien, verás que detrás de su visita hay una historia de sacrificio que pasa desapercibida y que te conmoverá la próxima vez que los veas.
Lo que dejan atrás para estar frente a ti

Antes de rechazarlos, debes saber que los misioneros deciden pausar sus vidas por dos años o 18 meses para tocar tu puerta.
Ellos dejan atrás su casa, familia, amigos, estudio, rutina, comodidades y hasta su idioma o país en ciertos casos. ¿Te imaginas cuánto debe costar? El presidente Russell M. Nelson explicó la razón de este sacrificio:
“Interrumpen la escuela, el trabajo, el noviazgo y cualquier otra cosa que los jóvenes adultos hacen a esa edad. Por 18 o 24 meses dejan todo pendiente debido a su deseo profundo de servir al Señor”.
Ellos hacen esto sin recibir ningún salario por su servicio. No les pagan por caminar bajo el sol, la lluvia o en medio del frío. Lo hacen por amor.
Esa es la verdadera razón de por qué tocan tu puerta. No quieren insistir ni presionarte. Solo quieren servir.
Los misioneros se preparan

Quizá no lo sabías, pero antes de visitarte, los misioneros siguen una preparación diaria para cumplir su deseo de servir.
Cada mañana ellos se levantan a las 6:30 am, se ejercitan para tener resistencia al servir, estudian las escrituras, planifican y oran a Dios para saber a quiénes buscar. Sus visitas no son pura coincidencia.
Cuando por fin llegan a tu casa, probablemente luego de horas caminando, ellos piensan:
“Ojalá esta persona esté teniendo un buen día.
Ojalá podamos ayudar.
Ojalá encuentre un poco de paz en lo que compartimos”.
Para ellos, tocar tu puerta es una acto de confianza en la promesa de Dios:
“Sed de buen ánimo, porque yo os guiaré.”
Cuando aceptas escucharlos, ellos lo reconocen como un milagro.
Lo que buscan cuando hablan contigo

Si tienes dudas sobre recibir su mensaje, déjanos aclarar algunos malentendidos. Los misioneros no quieren tu dinero, no te pedirán favores ni buscan reconocimiento.
Ellos solo te compartirán lo que les ha cambiado la vida: el evangelio de Jesucristo. A través del evangelio, ellos han descubierto cómo ser salvos mediante Cristo y eso es lo que quieren para tu vida. Por eso te buscan.
El presidente Dallin H. Oaks afirmó esto refiriéndose al propósito real de la obra misional:
“El propósito de nuestra obra misional consiste en ayudar a los hijos de Dios a cumplir con una condición prescrita por nuestro Salvador y Redentor. Predicamos y enseñamos… para que puedan ser salvos”.
Más que venir a interrumpirte, ellos vienen a ofrecerte el mensaje de Cristo para la salvación de tu alma.
Piensa en estas cosas la próxima vez que veas a los misioneros tocando tu puerta. Si los escuchas, sentirás paz y recibirás respuestas a las preguntas más profundas de tu alma.



