José Smith no lo hizo solo… y tú tampoco estás solo
“La única explicación posible es la ayuda celestial”.
—Presidente Dallin H. Oaks
¿Qué puede lograr una persona en solo 38 años de vida?
Si se trata del profeta José Smith, la respuesta es: muchísimo más de lo que parece posible. Pero no lo hizo solo.
Así lo testificó el presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, en una publicación reciente en redes sociales.
“El profeta José fue joven, dinámico y tan amado por la gente que lo llamaban ‘Hermano José’. Con apenas 14 años tuvo la Primera Visión. A los 23 ya había traducido el Libro de Mormón. A los 24 organizó la Iglesia”, escribió.

No solo tradujo, lideró, predicó y escribió. También fundó ciudades, estudió idiomas, construyó templos, dirigió un ejército local, fue juez, empresario… y ayudó a miles a encontrar a Jesucristo.
¿La clave para lograr tanto en tan poco tiempo?
“La única explicación posible es la ayuda divina”, afirmó el presidente Oaks.
No solo para profetas
Esa misma ayuda celestial no fue exclusiva para José Smith. Está disponible también para ti.
Así lo recordó el presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia, en una publicación inspiradora junto a una imagen del Salvador orando en Getsemaní.

“La vida mortal está diseñada por un Dios amoroso para ser una prueba y una fuente de crecimiento para cada uno de nosotros”, testificó.
Y aunque esta vida esté llena de pruebas —dificultades físicas, confusión espiritual, y un mundo cada vez más agitado— hay una vía segura para avanzar: Jesucristo.
“Él sufrió todos nuestros dolores y pecados para poder consolarnos y fortalecernos en cada prueba de la vida”.
Con fe en Él, podemos sentir más esperanza, más amor… incluso por nosotros mismos.
“Que sientas el amor puro de Cristo por los demás y por ti mismo”, concluyó el presidente Eyring.
Fuente: Church News




Hace 43 años soy miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, soy el resultado del Amor de un Padre Celestial y la Expiación infinita y eterna del Señor Jesucristo.