¿Por qué tenemos que seguir los Diez Mandamientos si la Expiación lo abarca todo? ¿Por qué lo único que tenemos que hacer para volver a vivir con Dios es arrepentirnos? ¿Hay una parábola, un ejemplo o algún discurso de los líderes de la Iglesia al respecto?
He escuchado a algunas personas preguntar: “¿Por qué tenemos que seguir las leyes si Cristo ya murió por mí? Soy libre. Dios comprende que soy débil. Él me salvará de todos modos. No tengo que ser perfecto. No importará mucho porque ya dio Su vida por mí”. ¿Qué significa ser salvo de sus pecados y no en Sus pecados?
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Respuesta
Cuando pecamos, nos sometemos a la justicia del Dios Todopoderoso y no hay nada que podamos hacer personalmente para cambiar eso.
La expiación de Cristo puede satisfacer todas las demandas de la justicia al permitir que Su misericordia nos ayude. Esto hace que Cristo sea un mediador entre nosotros y la justicia.
Cristo, habiendo hecho esto, establece Su propia ley, por la cual debemos vivir, a fin de satisfacer Sus requisitos para que Él pueda brindar Su Expiación a cada uno de nosotros.
Cristo no solo requiere que ejerzamos fe en Él, también desea que nos arrepintamos, que seamos bautizados, que recibamos el don del Espíritu Santo y que perseveremos hasta el fin. Ese es Su precio por ser un mediador y satisfacer la justicia para nosotros personalmente.
En el manual “Leales a la fe”, que comienza en la página 176, se lee lo siguiente:
“Los Diez Mandamientos son principios eternos del Evangelio, necesarios para nuestra exaltación. El Señor los reveló a Moisés en la antigüedad (véase Éxodo 20:1–17) y los ha repetido en las revelaciones de los últimos días (véase D. y C. 42:18–29; 59:5–13; 63:61–62).
Los Diez Mandamientos son una parte vital del Evangelio. La obediencia a esos mandamientos prepara el camino para obedecer otros principios del Evangelio”.
Si bien ninguno de nuestros esfuerzos puede salvarnos, nuestros esfuerzos por hacer lo que Cristo requiere pueden ser lo que necesitamos para que recibamos Su misericordia en nuestras vidas.
Por lo tanto, aquellos que hacen todo lo posible por alejarse de sus pecados pueden obtener misericordia, pero aquellos que eligen permanecer en sus pecados, porque no ejercieron la fe para arrepentirse, no obtendrán misericordia.
Fuente: askgramps.org