“Amados, no os asombréis del fuego de prueba que os ha sobrevenido para poneros a prueba, como si alguna cosa extraña os aconteciese, antes bien, gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría”. (1 Pedro 4:12-13)
En medio de las pruebas de la vida y las tribulaciones, la idea de participar de las experiencias de sufrimiento de Cristo puede ser difícil de entender, aun cuando el apóstol Pablo lo compartió, pero hay un gran significado en hacerlo.
El llamado para participar en el sufrimiento de Cristo no es solo sobre perseverar aun en el dolor, sino formar una conexión y un propósito espiritual más profundo con Él.
Aquí hay algunas ideas de cómo podemos participar mejor y genuinamente del sufrimiento de Cristo.
1. Comprendiendo la naturaleza de las aflicciones
Las aflicciones, en el contexto del evangelio de Jesucristo, no se refieren a solo una cosa, sino que abarcan varias formas: dolor físico, angustia emocional, las consecuencias del pecado, persecución, rechazo, pena y mucho más.
Podemos esperar que nuestra rectitud y obediencia nos salven de las aflicciones, pero como Pedro enseñó, no importa nuestra obediencia, nuestras circunstancias, o cuanto Dios nos ame, debemos saber que el “fuego de prueba” llegará en cualquier momento.
Las enseñanzas del Salvador nos sirven como recordatorio de que las pruebas y las dificultades son parte integral de nuestra jornada como discípulos de Jesucristo.
En vez de sorprendernos o desalentarnos, como creyentes nos motivamos a afrontarlos con una perspectiva eterna, perseverante, resiliente y confiando en que Dios nos guiará y proveerá.
La frase “fuego de prueba” representa un proceso de refinación. Así como el fuego purifica el oro incinerando las impurezas, las pruebas tienen el potencial de refinar y fortalecer nuestra fe.
Estas prueban la genuinidad de nuestra fe, dando cabida a la madurez, el crecimiento, y el desarrollo espiritual. Estas pruebas no son para destruir, sino para purificar y fortalecer.
2. Abraza la rectitud y la virtud
Para participar de las aflicciones de Cristo, debemos abrazar la rectitud y la virtud en la adversidad; esto significa vivir los principios cristianos incluso cuando sea incómodo o impopular: justicia, compasión y perdón.
Los desafíos y dificultades prueban nuestra fe, y participar de las aflicciones de Cristo requiere una fe inquebrantable en el plan de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen estar en contra.
Es durante esos momentos cuando nuestra fe se refina y fortalece, haciendo eco de la perseverancia misma de Cristo durante Sus pruebas terrenales.
Luego, en 1 Pedro 4:19, Pedro dice:
“Por tanto, los que son afligidos según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien”.
Mientras soportamos el sufrimiento, se nos anima a seguir obrando el bien, a vivir rectamente y a seguir las enseñanzas y mandamientos de Dios.
3. Encontrar gozo y unidad con Cristo
Los seguidores de Jesucristo comparten su sufrimiento. Esto no solo implica sufrir como Jesucristo sufrió, sino alinearnos con Sus experiencias cuando pasó por eso.
Así como el Salvador glorificó al Padre y redimió a todo el género humano mediante su sufrimiento, nosotros podemos glorificar a Dios al participar de la redención de Cristo permitiendo que el sufrimiento nos acerque a Él.
Cuando Pedro habló sobre el gozo en las aflicciones, él se refería a cómo participar de las aflicciones de Cristo nos pueden llevar a tener una conexión espiritual más íntima con Él, compartiendo así Su gloria cuando regrese.
Participar de las aflicciones de Cristo no es tarea fácil, y tampoco es una invitación para buscar el dolor; es una invitación a alinear nuestras vidas con Cristo, manteniéndonos firmes en la fe y reaccionando al pesar con amor y gracia ejemplificada por Él.
*Imagen de portada: Florian Gaertner, Getty Image
Fuente: LDS Daily