El obispo Gérard Caussé asistió a un devocional en la Universidad Brigham Young el martes pasado. Les contó a los estudiantes universitarios la historia de “La Bella y la Bestia”.
En la historia, un joven príncipe es hechizado y atrapado en el cuerpo de una horrible bestia. Con el tiempo, la Bestia se convierte en una criatura que siempre está enojada y que siempre se enfrenta a la vida con gran amargura.
Cuando la Bestia conoce a Bella, una joven muy bondadosa y valiente, estos malos sentimientos van desapareciendo hasta que logra un cambio de corazón, lo que le ayuda a la Bestia a convertirse nuevamente en humano.
El obispo Caussé relacionó esta famosa historia con el principio de que nuestro cuerpo físico influye en nuestro bienestar espiritual y viceversa.
Este equilibrio entre el cuerpo y el espíritu es lo que nos brinda “la unión perfecta y eterna de cuerpo y espíritu, para que nosotros también podamos un día convertirnos en seres exaltados”.
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La influencia del espíritu en el cuerpo
El obispo Caussé comenzó explicando que “la bondad irradia un cierto tipo de belleza”. Asimismo, dijo que “aquellos de corazón puro y llenos de caridad tienen un rostro que refleja amor, que es hermoso, atractivo y que acerca a las personas a ellos”.
Quizás podamos confundirnos con la definición de belleza que el mundo nos enseña, pero el obispo Caussé compartió que la verdadera belleza suele provenir de una luz que viene de nuestro interior. No es algo estético o algo netamente relacionado con lo físico.
A medida que encontramos formas de fortalecer nuestra belleza interior, nuestra belleza exterior seguramente aumentará, así como nuestro “bienestar físico mejorará, nuestros sentidos naturales se fortalecerán y seremos personas más felices”.
La influencia del cuerpo sobre el espíritu
Aprendemos de las Escrituras que nuestros cuerpos son el templo del Espíritu Santo y que Él habita en nosotros.
El obispo Caussé dijo:
“La forma en que cuidamos nuestros cuerpos, la forma en que nos vestimos y la forma en que nos comportamos; todo, tiene una influencia significativa en nuestra personalidad espiritual y, en consecuencia, impactan en aquellos que nos rodean”.
Todas las cosas son espirituales para el Señor (DyC 29:34), por lo que tanto las cosas espirituales como las temporales son importantes para Él.
Es por ese motivo que tenemos mandamientos y principios del Evangelio que envuelven ambas, como, por ejemplo, la Palabra de Sabiduría o incluso la Ley de Castidad.
Es muy importante cuidar nuestro cuerpo y también nuestro espíritu porque es este equilibrio el que nos prepara para la vida eterna y la exaltación.
El obispo Caussé hizo énfasis en mantenernos sexualmente puros y dijo que “ningún placer inmediato justifica poner en peligro las promesas eternas que son tan importantes para nosotros” y que “la confianza que nuestro Padre Celestial y nuestro cónyuge actual o futuro han depositado en [nosotros] es demasiado valiosa como para cambiarla por un sentimiento fugaz”.
Asimismo, el obispo Caussé prometió que si elegimos la virtud como nuestro estándar de vida para lograr la armonía entre nuestro cuerpo y espíritu, calificaremos “para convertirnos en reyes y reinas en el reino eterno que fue preparado por nuestro Padre Celestial, y para recibir Su plenitud y Su gloria”.
Fuente: Church News