8 Cosas que todo Obispo desea que sepan sus miembros de barrio

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Tuve la maravillosa oportunidad de servir como obispo. Durante esos años, aprendí más cosas de las que puedo enumerar. Pero, aprendí ocho verdades que creo que son universales. Aunque esta lista no incluya todo, intento compartir lo que todo obispo desea que sepan sus miembros de barrio.

1. El obispo realmente ama a cada miembro de su barrio

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El amor que un obispo siente por su barrio se relaciona con el amor que el Padre Celestial y Jesucristo sienten por cada uno de nosotros. Cuando un obispo observa a los miembros en una reunión sacramental, la compasión y la empatía descansan en él, de una manera diferente a cualquier cosa que haya experimentado.

Cuando un obispo se pone de pie y comparte cuánto ama a sus miembros de barrio, sus sentimientos son sinceros y reales. Debes saber que tu obispo te ama, se preocupa por ti y le importas más de lo que crees.

2. El obispo es sostenido física, emocional y espiritualmente por la fe y las oraciones de los miembros

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Un obispo pasa incalculables horas sirviendo. A menudo, pasará muchas horas en la iglesia los domingos y noches adicionales de la semana después del trabajo visitando, entrevistando y cuidando a los miembros de su barrio.

El obispo puede hacer todo esto semana tras semana debido a la fe y las oraciones de los miembros de su barrio. Como un obispo recién llamado, se me derramaban las lágrimas involuntariamente cada vez que escuchaba a un miembro orar para “bendecir al obispo.” En verdad, sus oraciones de fe son respondidas además el obispo recibe y siente la influencia de sostenimiento de esas oraciones. El Señor responde esas oraciones llenas de fe sobre las cabezas de los obispos de La Iglesia.

3. A menudo, el obispo se siente increíblemente inadecuado para su llamamiento (aún después de tres o cuatro años)

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He conocido a muy pocos obispos que verdaderamente se sentían “preparados” para el llamamiento. Sin embargo, sé que “cuando El Señor Llama, El Señor Capacita.” Mientras un obispo sabe que está siendo capacitado, también lucha contra el sentimiento de que nunca cumplirá bien su llamamiento.

Hará su mejor esfuerzo para dar un consejo sabio cuando sea necesario, para no ofender a las personas y estar en armonía con el Espíritu, pero todavía se preguntará, a veces, si está cumpliendo con su llamamiento adecuadamente.

4. El Espíritu de Dios puede obrar a través del obispo cuando aconseja a los miembros del barrio

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Cuando me preguntan qué es lo que extraño más de servir como obispo, les digo a las personas que extraño la fuerte influencia del Espíritu que acompaña el manto de un obispo.

Ya sea consolar a aquellos que perdieron a sus seres queridos, hablar con aquellos que luchan con cónyuges infieles, o llamar a las personas al arrepentimiento, el Espíritu que se encuentra disponible para un obispo fiel es el Espíritu de Dios y el espíritu de revelación.

Recientemente, una ex miembro de mi barrio me pidió ayuda para lidiar con algunos problemas personales. Se mudó a un barrio nuevo y no estaba segura de si deseaba ir con su nuevo obispo para pedirle orientación. Le compartí lo que había compartido muchas veces desde que me relevaron, que aunque me sintiera feliz de ayudar, ya no tenía las llaves que un obispo posee y que esas llaves podrían ser esenciales para brindar el apoyo que necesitaba. Le sugerí que hablara con su obispo.

La visité dos semanas después, me dijo que se reunió con su obispo y fue como si ya supiera cuáles eran sus problemas y cómo ayudarla mejor. Si bien el obispo ciertamente puede cometer errores, el Señor lo inspira, lo guía y bendice vidas a través de sus palabras.

5. El obispo es humano. A veces, comete errores y otras, hace las cosas mal

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Los obispos, después de todo, son seres terrenales. Tienen imperfecciones, debilidades, preferencias y sus propios problemas personales. El Espíritu capacita al hombre que tiene el cargo de obispo, pero el obispo todavía es un hombre sujeto a los mismos problemas y debilidades que todos enfrentamos.

Esta comprensión no debe disminuir el respeto que mostramos hacia su llamamiento o la atención que prestamos a sus consejos. Un obispo está muy al tanto de sus debilidades y lucha para superarlas o al menos, alejarlas de su servicio como obispo. Por más que se esfuerce, siempre será imperfecto.

6. El obispo siente que nunca puede visitar lo suficiente a los miembros de su barrio o hacer suficiente bien

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Cada día el obispo se pregunta a quién más pudo o debió ayudar ese día. Me hubiese encantado visitar a cada miembro regularmente, pero tengo un trabajo de tiempo completo, mi familia, el programa de los jóvenes y ciertos miembros de barrio con grandes necesidades. Simplemente, no hubo tiempo suficiente para visitar a cada miembro regularmente.

Si bien, como obispo, sentí la impresión del Espíritu de visitar a ciertos miembros que tenían problemas. Muchas veces, [esas visitas] comenzaron con ellos diciendo, “Sabía que vendría.” El Espíritu que sentíamos a menudo era muy fuerte cuando nos dábamos cuenta de que la visita era prueba de que Dios responde las oraciones.

Además, siempre disfrutaba la bienvenida que recibía en las puertas de esos miembros activos, que “no tenían problemas.” Aquellas personas buenas que asisten a la iglesia cada semana, sirven con mucha fe en sus llamamientos, aparentemente no tienen desafíos y por lo general, no reciben visitas de los líderes del sacerdocio regularmente. Se sentían muy agradecidos de compartir un tiempo con su obispo personalmente. A todos ustedes les puedo decir, “¡Gracias! ¡Sigan adelante! Sepan que su obispo los ama y los visitaría más a menudo si pudiera.”

7. Tu obispo en verdad necesita que se ministren unos a otros

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Como obispo, cuando me contaban que un miembro de barrio tenía problemas, siempre preguntaba, “¿Quiénes son sus maestros orientadores o maestras visitantes?” Esta era una manera de evaluar si las necesidades del miembro serían satisfechas tanto a corto como a largo plazo.

El obispo, actuando sin la ayuda de otros miembros del barrio o la estaca, tiene recursos limitados. Ciertamente, puede y visitará a las personas en crisis. Pero, con los recursos disponibles del sacerdocio y la Sociedad de Socorro, su alcance puede extenderse.

De esto se trata la ministración. A veces, algunos de nosotros olvidamos por qué nos ministramos unos a otros: El Señor nos ha dado el mandamiento de “amarnos unos a otros” (Juan 13:34). Debes saber que tu obispo usa la ministración como una forma inspirada de estar “más presente” en las vidas de los miembros del barrio.

8. El obispo desea poder hacer todo por su rebaño

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En cualquier momento, día o noche, ya sea una bendición del sacerdocio, aconsejar a un niño caprichoso o ir rápidamente a la escena de un accidente, le gustaría hacer lo que sea que un miembro necesite. No siempre puede hacer todo y podría no ser la persona correcta en toda situación, pero no temas pedirle ayuda cuando la necesites. Debes saber que el obispo está ahí para servir en esos momentos y que ambos son bendecidos grandemente por trabajar juntos.

Me siento honrado por la sagrada oportunidad que tuve de servir en este santo llamamiento. Durante mi servicio, pasé de una creencia a un conocimiento. Ya no creo que el evangelio sea verdad, sé que es verdad. Ya no creo que Dios me conozca, sé que Dios tiene un conocimiento infinito de cada uno de nosotros, de nuestras vidas diarias y nuestros desafíos personales.

Además, sé que Él trabaja a través de Sus servidores. Especialmente, de aquellos que tienen las llaves del sacerdocio.  Sé que no podría haber servido como obispo sin la atención de Dios en esta obra. Es la plenitud del evangelio y el amor de Dios por Sus hijos que permiten que todo obispo sirva.

Artículo originalmente escrito por Michael Meyers y publicado en LDS.org con el título “What Every Bishop Wants His Ward Members to Know.”

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