Durante el pódcast de “All In”, el presentador Morgan Jones y los invitados Ty Mansfield y Jacob Hess conversaron sobre cómo utilizar la oración diaria para mejorar nuestra atención y evitar que la mente divague, o lo que también se conoce como la “mente errante”.
En la conversación se explicó la situación que todos algunas veces pasamos cuando oramos. Pensamos en lo que podemos decir, lo que nos lleva a otro pensamiento y, de pronto, ese pensamiento nos envuelve olvidando así que estábamos orando.
Cuando esto sucede, nuestro cerebro deja de pensar por un momento y, eventualmente, después de unos minutos, recordamos la razón por la que estábamos de rodillas en primer lugar.
Ese momento es el más importante, porque es ahí que podemos orar con verdadera intención.
Si te sientes mal porque tu mente divaga, no te desanimes, lo importante de una oración es la intención de recordar y redirigir nuestra mente errante a Dios. Y si se desvía de nuevo, entonces nuevamente la redirigimos.
Mientras más veces nuestra mente olvide, más veces podremos recordar, y mientras más veces recordemos, mayor será la profundidad y sinceridad de nuestras oraciones. Con paciencia y práctica, recordaremos con mayor frecuencia a Dios.
En lugar de olvidarnos de Dios por unos minutos, lo recordaremos cada 30 segundos o menos. De esta manera, nuestra relación con Dios será inquebrantable y más fuerte que nunca.
Por otro lado, la oración es un acto que se debe practicar, y tal como la yoga o la meditación, debemos reaccionar cuando nos damos cuenta de que nuestra mente está divagando.
Esto es importante, ya que para realizar una oración fervorosa, debemos darnos cuenta cuando se distrae y redireccionarla al Padre Celestial.
Una recomendación que se da cuando eso sucede, es que tomemos unos minutos de descanso para respirar y analizar en nuestro interior lo que nuestro corazón realmente tiene dentro a fin de ofrecer una oración significativa y no simplemente palabras vagas.
Jacob Hess explicó de la siguiente manera:
“Para comenzar, me doy cuenta de lo que realmente está en mi corazón y no digo simplemente lo que se supone que debe tener una oración. Así, la oración se vuelve algo fascinante para mí.
Creo que la oración es la mejor práctica mental porque no es que nos quedamos en silencio con nosotros mismos, sino que nos comunicamos con Dios”.
De esta forma, nuestras oraciones tendrán un mayor direccionamiento a lo que sentimos y luego a discernir lo que realmente quiere Dios; podremos ver la diferencia entre lo que queremos y lo que Él desea para nosotros.
Según sus palabras, la oración se vuelve como una sesión de terapia.
Además, algo bueno a reconocer es que no debemos ser tan duros con nosotros mismos al ver que nuestra mente divaga en ciertos momentos al orar, es algo normal y le sucede a todo el mundo.
Por ello debemos esforzarnos a siempre recordar nuestro propósito cuando nos arrodillamos o cerramos los ojos para comunicarnos con nuestro Dios.
Él nos entiende e incluso podemos utilizar esas situaciones para entrenar nuestra mente.
Fuente: LDS Living