La imagen que tenemos sobre nosotros mismos: Miremos hacia arriba y no el exterior

Padre Celestial

“Nuestro Padre Celestial desea nuestra felicidad eterna. Él desea que nos amemos a nosotros mismos y realmente creo que le duele cuando no lo hacemos.”

Te voy a contar un pequeño (y vergonzoso) secreto: nunca me he sentido muy feliz con mi apariencia física.

Creo que siempre supuse que cuando me casara, me sentiría completamente segura y la imagen de mí misma sería muy buena porque finalmente encontraría a alguien que me considerara lo suficientemente atractiva por la eternidad.

Alerta spoiler: Casarme no terminaría con todas mis inseguridades. En absoluto. Resulta que el cambio debe venir de tu interior.

Cuando era una niña, recuerdo haber leído un libro, de uno de mis hermanos mayores, que se titulaba: A Crash Course in Teenage Survival escrito por John Bytheway. No recuerdo mucho, pero una parte de ese libro permaneció en mi mente: los comentarios de John Bytheway sobre nuestras fuentes de confianza.

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John Bytheway habló sobre depositar nuestra confianza en el lugar equivocado, como por ejemplo: en nuestra posición social, en nuestras parejas, en nuestra inteligencia, etc. (No citen lo que voy a decir porque tenía unos 10 años…) Básicamente, John Bytheway señaló que si depositamos nuestra confianza en fuentes externas e inconstantes. Finalmente, esa confianza se destruirá.

Si tu confianza se basa en tus amigos, ¿Qué pasará cuando pierdas a un amigo? ¿Si ese amigo te dice algo que no te gusta? O, ¿Ese amigo dice algo cruel sobre ti? Si tu autoestima se basa en tu novio(a), ¿Qué pasará cuando terminen? Y, si se basa en tus calificaciones, ¿Qué pasará cuando te vaya mal en algún examen?

Por otro lado, ¿Qué es lo único en nuestras vidas que nunca cambia, vacila o cede ante la negatividad? Dios. Su opinión sobre nosotros nunca cambia, sin importar que subamos 15 kilos o que nuestra frente sea muy amplia o muy (inserta tu inseguridad aquí). Él nos ve por nuestro verdadero valor y Él reconoce nuestra belleza física y espiritual. Si nuestra confianza proviene de Él, nunca vacilará porque Él no duda.

Padre CelestialEn este momento me siento un poco hipócrita escribiendo esto porque la verdad es que nunca deposité mi confianza en Dios, no completamente. Deposité mi confianza en lo que las personas pensaban de mí (o, más específicamente, en lo que creía que ellos pensaban de mí). Y, cuando haces eso, suficiente nunca es suficiente. Cuando pesas más de lo que quieres, te regañas por no ser más delgada(o). Sin embargo, cuando finalmente estés delgada(o), encontrarás otras cosas que no te harán sentir feliz como tu nariz, tu cabello y así, sucesivamente.

Así que aquí está lo que encontré: Puedes leer una docena de veces la historia pequeña y fenomenal de Max Lucado titulada “Tú eres especial”, buscar innumerables artículo sobre cómo la confianza debe provenir de Dios para que se sostenga y ver los anuncios de Dove hasta darte cuenta de los retoques y cómo nadie realmente se ve tan perfecto. Pero, según mi experiencia, haciendo cada una de esas cosas nunca será suficiente. El único camino hacia la confianza verdadera y duradera es recurrir a nuestro Padre Celestial y buscar Su aprobación en lugar que la del mundo.

En los momentos más oscuros cuando dudo de mí y me frustro, existen dos cosas que recuerdo que me permiten sentir el amor que Dios tiene por mí y reconocer mi amor propio.

El Padre Celestial piensa que soy hermosa incluso cuando yo pienso lo contrario

Padre CelestialPrimero, recuerdo que durante los primeros años de mi adolescencia le dije llorando a mi padre, la fuente de todo conocimiento, que no me sentía atractiva y  que nunca le gustaría a ningún chico. Entonces, me dijo, “Amy, ¿Recuerdas que este año tu hermana nos regaló unos adornos de Navidad que hizo con sus propias manos?” Asentí. “Bueno, ¿cómo crees que ella se hubiera sentido si le hubieses dicho, ‘Gracias, que lindo, pero la nariz del muñeco de nueve es demasiado grande y su bufanda no tiene el color adecuado y sus botones no están alineados perfectamente?’”

Me sentí confundida. Nunca me hubiera referido de esa manera sobre algo que mi hermana hizo con mucho esfuerzo. “Eso heriría sus sentimientos,”  respondí avergonzada. Mi padre continuó. “¿Crees que quizá el Padre Celestial se siente de esa manera? Yo creo que a Él le duele que hables así de ti misma, Su creación. Ha pasado todo este tiempo ayudándote a forjarte y convertirte en la persona que eres, con las cualidades que posees.”

Padre CelestialEl Padre Celestial es el creador de nuestros espíritus y Él nos ama infinitamente por quienes somos y por lo que podemos llegar a ser. Además, Él nos entregó el regalo más increíble: ¡Un cuerpo! Criticar de manera constante ese regalo invaluable debe entristecerlo. Especialmente, cuando Él nos ama tan profundamente y piensa que somos hermosos así como somos.

Me di cuenta de que si bien mi cuerpo puede ser el resultado de la genética, el Padre Celestial todavía me ama desde la cabeza hasta los pies. Según mi parecer, ¿mi gran nariz? Él la ama. ¿Mis muslos demasiado gruesos? También, Él los ama. Si bien, claramente, tenemos que esforzarnos para estar sanos y cuidar de nuestros cuerpos, creo que el Padre Celestial también espera que reconozcamos la belleza en ser exactamente como somos ahora mismo.

Porque soy exactamente como debo ser, incluso en esos días cuando me veo al espejo y quiero llorar. Y, tú también. Si el Padre Celestial piensa que somos extraordinarios, ¿Quiénes somos nosotros para pensar lo contrario?

Amarnos es una manera de darle gracias a Dios

Padre CelestialSegundo, una amiga compartió conmigo una experiencia conmovedora que tuvo una vez cuando luchaba contra la depresión y la falta de confianza en sí misma. Visitó a un terapeuta en LDS Family Services. Después de que el terapeuta conversó con ella por un breve momento, le comentó algo como esto, “Sabes, amarse a uno mismo es una manera de darle gracias a Dios. Ser feliz con quien eres, incluso por cómo te ves, es una manera de reconocer Su mano en tu creación y tu vida.”

No estar satisfechos con nuestra apariencia y nuestras imperfecciones es una herramienta del adversario. Satanás quiere que depositemos nuestra confianza en cualquier lugar que no sea Dios porque es miserable. No tiene un cuerpo y es más envidioso de lo que podemos imaginar.  No quiere que ninguno de nosotros sea feliz porque sabe que él nunca lo será.

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Por otro lado, nuestro Padre Celestial desea nuestra felicidad eterna. Él desea que nos amemos a nosotros mismos y realmente creo que le duele cuando no lo hacemos.

Entonces, si eres como yo y realmente estás luchando por verte a ti mismo(a) de la manera en que Él lo hace, pídelo. Una y otra vez, no solo una. Ora para saber cómo te puedes amar más. Busca a un terapeuta, pide ayuda a tus amigos, recurre a las escrituras, ora y ve al templo. Haz lo que tengas que hacer para reconocer cuanto vales.

¡Deseo amarme más! Deseo sentirme feliz con la manera en que me veo; quiero una imagen positiva de mi misma. Además, Dios también desea eso para mí, así como Él lo desea para ti.

Es el momento de que miremos hacia arriba, no el exterior, para obtener aprobación.

Artículo originalmente escrito por Amy Keim y publicado en mormonhub.com con el título “Self Image: Look Upward, Not Outward.”

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